Una de las figuras más universales regresa al cine con una nueva adaptación, la más barroca, tenebrosa y cercana a la obra original de las que se han ido creando a lo largo de las últimas décadas. Dividirá al público
22 nov 2020 . Actualizado a las 11:26 h.Figura clásica y universal de la literatura, Pinocho es esa marioneta de madera dotada de vida, cuyas mentiras provocaban un agrandamiento inusual de su nariz. Es un ser recurrente en el imaginario colectivo, elevado como icono infantil a mediados del siglo XX gracias a la adaptación de Disney de 1940, pieza fundamental dentro de la animación cinematográfica. Es ese Pinocho la versión, por así decirlo, más conocida, más dada al recuerdo y más cercana al gran público. Un muñeco que sueña ser un niño de verdad y que por el camino a ello es hasta engullido por una ballena. Clásico.
La obra original, ideada y escrita por Carlo Collodi, es singularmente más tétrica. Algo que no debería sorprender, ya que la gran mayoría de cuentos infantiles modernos parten de unas premisas un tanto más sombrías que lo que Disney ha querido vender a las diversas generaciones que han crecido con sus cintas: La Cenicienta, El Jorobado de Notre Dame, La Sirenita... Hay para escoger.
¿En qué detalles es más peliagudo el libro original? En general, Pinocho es bastante menos bondadoso. Por una de sus intervenciones Geppetto acaba en la cárcel, en un enfado mata a martillazos a Pepito Grillo, en las primeras versiones de la obra es ahorcado... Muy poco de cuento infantil, al menos para nuestro concepto actual.
Con todo, el cine ha sabido aprovechar el tirón del personaje y ha ido creando y estrenando diversas adaptaciones del clásico cada cierto tiempo. Hay varias de animación, similares en la fórmula a la de Disney, aunque también desde hace décadas las películas de acción real han ido apareciendo. Es posible que usted haya visto Pinocho: La leyenda (1996), o la adaptación dirigida por Roberto Benigni, Pinocho (2002), la película más cara con sello italiano rodada hasta ese momento, unos 45 millones de euros. Incluso tuvimos uno robótico, P3K: Pinocho 3000 (2004).
El viejo y nuevo pinocho
Si algo destaca la nueva vuelta de Pinocho es que lo hace atendiendo más al contenido original que a las películas posteriores, de corte más feliz y liviano. Matteo Garrone ha apostado por recuperar esa visión más tenebrosa de las penurias por las que pasa la marioneta, dotando, además, al resto de personajes de un aura característica, sombría sin duda, que poco o nada tiene de infantil, gracias a un más que interesante uso del maquillaje y el vestuario.
Ahora bien, esta adaptación, Pinocchio (2020) es muy posible que divida a los espectadores en dos grandes masas enfrentadas y polarizadas. ¿Por qué? Porque su goce audiovisual es demasiado subjetivo, demasiado en muchos sentidos. Algunos encontrarán en su fealdad un retrato fiel y poético de la obra original, una adaptación más que conseguida de ese relato; mientras que otros acudirán a las salas y contemplarán un desfile de caricaturas que no va con ellos o que le incomodan por su rareza. La película es tan fiel a lo que se conoce del personaje que es difícil generar una trama que realmente mantenga en vilo al espectador, que asiste a un espectáculo diferente, pero que le suena en buena medida.
Pero, claro, esto es una adaptación, un asunto donde la originalidad puede no ser deseada o simplemente mal pagada. Pinocchio es sin duda la versión más barroca que se ha conseguido, y eso ya de por sí puede ser una buena noticia. ¿Gusta el estilo barroco a todo el mundo? Esa cuestión es la complicada. En el sentido más práctico, se podría decir que es una adaptación rigurosa, una alabanza a Carlo Collodi y su hábil pensamiento original, pero como película pura, todo se antoja más complicado, más enlamado. No ayuda el formato tan episódico, que roza la ruptura total entre algunas escenas.
¿Es este el mejor Pinocho de la historia? Es el que más ha querido honrar al original, sin duda. El apelativo de mejor tendrá que seguir siendo reservado para su uso personal y comedido. Está Guillermo del Toro trabajando en una adaptación para Netflix en forma de musical stop-motion y ambientada en el ascenso del fascismo en la Italia de Mussolini. A ver qué tal sale ese otro cuento.