Un perfil de Anne Carson, premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 y una de los candidatos más firmes al Nobel de Literatura
14 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.La historia más o menos oficial de Anne Carson (Toronto, 1950) cuenta que aterrizó en la literatura por casualidad, al encontrar una hermosa edición bilingüe de Safo de Mitelene (o Safo de la isla de Lesbos, del siglo VI antes de Cristo, de la que ha llegado a nosotros apenas un fragmento de su obra) en una librería, que marcó su vida desde la adolescencia. Es una anécdota muy poética, como la magdalena de Proust, tan perfecta en su escenario que, si no es una cita apócrifa, poco le falta. O bien fue una pequeña broma de Carson a un entrevistador especialmente insistente: nadie de la laureada trayectoria de esta poeta llega a ningún sitio por casualidad. Nadie se sumerge en la compleja, intensa y acorazada cultura clásica sin una inteligencia especial, sin unos mecanismos mentales que lo impulsen poderosamente. Pocos están destinados a ello. Más verídica parece la influencia que (ella dijo en otras ocasiones) ejerció una gran profesora en esa Carson adolescente. Cualquiera ha experimentado el poder de un buen (o un mal) profesor en las propias vocaciones.
De hecho, cuando uno lee las escasas entrevistas que concede la esquiva Carson, a menudo encuentra divertidos laberintos en los que deliberadamente mete a su interlocutor. A un diario norteamericano declaró: «Hay diferentes gradaciones de personalidad en diferentes poemas. Algunos de ellos parecen estar lejos de mí y otros cerca, y los más cercanos generalmente no dicen lo que quiero que digan. Y eso es cierto para la persona en el poema, pero también es cierto para mí como yo misma». Y ahí lo deja.
También, al parecer, abandonó dos veces los estudios en la Universidad de Toronto, abrumada por las exigencias curriculares, en concreto por un curso sobre John Milton. ¿Es la venganza de Carson y la maldición póstuma de Safo contra un poeta del siglo XVII muerto pero que aún así ejerce en el tiempo, según muchas feministas, una tiranía misógina? Dicen de Milton algunos de los estudiosos que sus tratados sobre el divorcio y el papel del personaje de Eva en su famosa obra El Paraíso perdido no ayudan a hacerlo simpático desde el punto de vista igualitario actual. Claro, que la versión de la Biblia tampoco la deja en muy buen lugar.
De modo que Carson atribuye a Milton, irónicamente, su particular Paraíso perdido, que luego resultó no ser tal cosa. Pasó una corta temporada en la hermosa, brumosa y fanática del golf ciudad de St. Andrews donde se empapó de la grecia clásica, un lugar muy propicio para ello, con ruinas y mar cerca y todo. Solo le faltaba el sol de Grecia, claro. Y volvió luego a Toronto para doctorarse… con una tesis sobre Safo. O sea que, sí, la autora crea sus propios laberintos y sabe perfectamente cómo salir de ellos sin importarle lo que deja atrás.
A pesar de todo se las ha arreglado con su variada y sorprendente producción para encandilar a la crítica, que ve en ella a una futura premio Nobel, ya que este año no pudo ser. No en vano los galardones asturianos a menudo, y no es casualidad, recaen en premiables de los suecos, hacen voluntariamente de antesala de Estocolmo. Dice la Fundación Princesa de Asturias que se trata de «una de las escritoras más exquisitas y eruditas de la literatura contemporánea, además de autora de una obra hipnótica, en la que fusiona estilos, referencias y formatos, y apuesta por lo híbrido entre lo grecolatino, lo medieval y lo contemporáneo».
En efecto, aunque se suele categorizar como poeta, sería más afortunado llamarla más ampliamente escritora, o aún más globalmente, artista. Porque usa todo lo que encuentra a su paso para trabajar: poesía, sí, pero también prosa y ensayo, teatro, cine y otras artes escénicas. Todo lo toca y todo lo sabe convertir en arte.
En 1984 gana un premio por su primer libro de poesía, Canicula di Anna. Después, aunque se había gestado durante muchos años, aparece su aclamado libro Eros the bittersweet (Traducida al español como Eros. Poética del deseo, 1986, y más tarde con el más literal y apropiado Eros, dulce y amargo, Ed. Lumen). Es su primera obra oficial de ensayo, obviamente en la estela de su adorada Safo en torno al amor y el erotismo.
Hay una vieja relación de Carson con nuestro país, al menos en lo que se refiere a Kinds of water: An essay on the Road to Compostela (Tipos de agua: el camino de Santiago), un ensayo en forma de diario con reflexiones sobre un viaje por el camino: «Un peregrino es como una obra de teatro Nô. Cada uno tiene la misma estructura, un signo de interrogación», dice ella.
También sería premiada en 1993 por Short Talks , obra a la que siguieron The Glass Essay (1995); Autobiografía en rojo (Autobiography of Red: A Novel in Verse, 1998) (2016, traducida al español por Jordi Doce); Economy of the Unlost: Reading Simonides of Ceos with Paul Celan (1999); Men in the Off Hours (2000) (Hombres en sus horas libres, 2007), un conjunto de epitafios, poemas de amor, ensayos en verso y esbozos de guiones también con traducción de Doce; The Beauty of the Husband (2001) (La belleza del marido: un ensayo narrativo en 29 tangos, 2003); If Not, Winter: Fragments of Sappho (2002) (Si no, el invierno. Fragmentos de Safo, 2019); Decreation: Poetry, Essays, Opera (2005) (Decreación, 2014); Nox (2010, con el mismo título en español en 2018); Antigonick (2012); Red Doc> (2013) y Float (Flota, 2016). Gracias a su amplia formación clásica, también ha traducido la obra de Safo, Sófocles, Heracles, Esquilo y Eurípides, entre otros poetas griegos.
La lista de premios y distinciones es casi más larga que su catálogo de obras: ganadora de 16 galardones entre 1984 y 2020, además del premio Princesa de las Artes, y finalista en otras tantas ocasiones, es socia de numerosas instituciones culturales y universitarias.