Hemingway crepuscular

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ernest Hemingway, retratado en el mercado de pescado de Rialto, en Venecia
Ernest Hemingway, retratado en el mercado de pescado de Rialto, en Venecia archivo graziano arici | hatari! books

Hatari! Books publica la minuciosa recreación que el periodista Andrea Di Robilant hace de los últimos años del escritor norteamericano y su relación con Italia

08 jun 2020 . Actualizado a las 08:57 h.

El 23 de septiembre de 1948, Ernest Hemingway divisó la Costa Azul desde la cubierta del Jagiello, el barco en el que había cruzado el Atlántico desde La Habana. Con el viajaba su cuarta esposa, Mary, además de treinta y tantos bultos de equipaje y un formidable Buick azul. Pero, poco antes de llegar a Cannes, la bomba hidráulica conectada al timón se averió y el buque se vio obligado a variar de rumbo hasta Génova, cuyo puerto era mayor y permitía una maniobra menos arriesgada. Aquel desvío supuso el regreso del escritor a la ciudad donde había convalecido de sus heridas en la Primera Guerra Mundial y a la que había vuelto en dos ocasiones, la última, en 1927.

Pero el Hemingway se pisaba Génova de nuevo era un hombre muy distinto. Aunque no había cumplido aún los cincuenta, sentía que lo mejor de su obra había quedado atrás y una monumental trilogía sobre la guerra que había emprendido le producía más frustración que satisfacciones. Una nueva generación de autores, con Norman Mailer a la cabeza, atraía ahora la atención. En lo personal, su matrimonio tampoco funcionaba, pese a las atenciones constantes que le dedicaba Mary.

El viaje italiano fue un revulsivo en la biografía del escritor, además de un acicate en su carrera. Durante una cacería de patos conoció a Adriana Ivancich, una joven de 18 años de la que se enamoraría y con la que entabló una relación platónica que provocó el florecimiento literario que propiciaría dos de sus obras más personales -y de mayor éxito-: Al otro lado del río y entre los árboles y El viejo y el mar.

Este planteamiento preside Hemingway en otoño (Hatari! Books), del periodista y escritor Andrea Di Robilant (Roma, 1957). Escrito originalmente en inglés -la traducción española es de la coruñesa Susana Carral-, ya que Di Robilant estudió en Columbia y fue corresponsal en Estados Unidos, el libro es una crónica del último decenio crepuscular de Hemingway, con el foco puesto en ese itinerario italiano. Navegando entre dos aguas, el periodista -que incluso conoció a Adriana hace años- consigue combinar la minuciosidad que caracteriza la biografía anglosajona con una proximidad y una empatía muy mediterráneas. La elipsis con la que trata el suicidio de Hemingway es testimonio de la elegancia y el respeto que caracterizan este retrato del escritor.

Un proyecto nacido por amor al cine y la literatura

Hemingway en otoño es, por ahora, la cuarta referencia en el catálogo de Hatari! Books, al que han precedido John Ford, de Peter Bogdanovich; Recordando al Sr. Maughan, de Garson Kanin; y Ray Bradbury, humanista del futuro, de José Luis Garci. El cineasta es, precisamente, uno de los ochos socios que ha puesto en marcha la editorial, entre los que se cuentan los gallegos Andrés Moret Urdampilleta y Javier Rodríguez-Grandjean.

Otro de los socios es Eduardo Torres-Dulce, quien relata cómo el interés y el amor por el cine y la literatura del grupo de amigos desembocó en la creación del sello. «Entre nosotros hablábamos mucho de libros -recuerda-, de libros que nos habían gustado, que habíamos encontrado en un viaje, y que no estaban disponibles en el mercado español». Ese fue el acicate para empezar a publicar obras que hasta ahora solo se podían leer en inglés o que eran inencontrables, como la obra de Garci sobre Bradbury. «Pensamos que si nos gustaban a nosotros, también habría más gente a la que también le gustasen y que valdría la pena intentarlo», rememora Torres-Dulce. Y parece que han acertado, porque los libros de Hatari! ya han sido reeditados, con segundas ediciones que han salido de imprenta poco después que la primera, como ha sido el caso de Hemingway en otoño.

Otra de las premisas con las que trabaja el sello es el valor material del libro. «El ebook tiene muchas ventajas, por supuesto, pero pensábamos que todo puede convivir, y que los lectores aprecian un libro bien editado. Cuidamos las traducciones, como las que nos ha hecho Susana Carral, que tiene una amplia experiencia y son magníficas, pero también la tipografía, el papel o la encuadernación», explica sobre obras que encajan en lo que Torres-Dulce llama «excelencia o exigencia».

Hatari! se enmarca así en la línea de esos pequeños sellos que desde hace un decenio han enriquecido el panorama de la bibliodiversidad nacional con títulos tan interesantes como cuidados son sus formatos. En este sentido, Torres-Dulce admite que «no hay estrategia», sino que se publica lo que les «apetece» y también «lo que se puede», en función de las negociaciones de derechos. «Nosotros pujamos por el libro de Woody Allen -revela- porque nos parecía interesante y también como una forma de posicionarnos contra esa inquisición que está sufriendo. Nos felicitamos de que se haya publicado en España, aunque lo haya hecho Alianza».

Esa ausencia de estrategia no significa que Hatari! carezca de dirección o planes. Al contrario, la editorial bulle de ideas y prepara nuevos lanzamientos. Entre los próximos, un análisis de la filmografía de Garci, a cargo de Andrés Moret, y El asesinato de Liberty Valance, por el propio Torres-Dulce, que también quiere recuperar la buena literatura popular, como novelas del Oeste.