Varios libros publicados o reeditados rescatan la terrible y postergada experiencia de las mujeres en los campos de concentración nazis contada por supervivientes del genocidio
17 feb 2020 . Actualizado a las 08:42 h.Como ocurrió en el 2019 cuando se cumplieron 80 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 75.º aniversario de la liberación de Auschwitz -el 27 de enero de 1945 el Ejército rojo abrió las puertas del campo de exterminio, una fecha que la ONU convirtió en el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto- está tirando de la recuperación de la literatura testimonial, con el rescate o la reedición de libros en los que supervivientes dan cuenta del horror vivido en el lager. La abrumadora desnudez del relato de Primo Levi en Si esto es un hombre no podía ser una excepción (más un millón de personas fueron asesinadas en el campo de Auschwitz)
Es más, en ese doloroso proceso de la memoria, se echaba de menos la presencia de voces femeninas, que permanecían postergadas, silenciadas en la amplia historiografía de la Shoah. Tampoco el diario del encierro de Ana Frank podía ser un caso único. A la espera de que llegue al castellano el gran proyecto de la historiadora inglesa Agnes Grunwald-Spier (Budapest, 1944), que también pasó por el gueto húngaro, Women’s Experiences in the Holocaust. In Their Own Words, que erige a partir de dietarios y cartas de setenta víctimas, esta urgencia no ha podido alcanzar mejor respuesta que la publicación del trabajo de investigación de Heather Dune Macadam en el que exhuma la historia del tren de Las 999 mujeres de Auschwitz (Roca Editorial). Estudiosa del Holocausto, siguió la pista de las supervivientes para contar la peripecia olvidada de estas mujeres que, sostiene, llegaron al campo en el primer convoy, el 26 de marzo de 1942.
Casi un millar de judías solteras de entre 16 y 35 años a las que el Gobierno de Eslovaquia reclutó bajo el engañoso reclamo de ir a trabajar durante unos meses a la Polonia ocupada. Ellas aceptaron el servicio confiadas, seguras de que después regresarían a sus hogares. Fueron enviadas a Auschwitz. Empleando licencias de novelista, Macadam narra el antes de estas mujeres, el durante y (para las supervivientes) el después de Auschwitz, cómo regresaron arrasadas, envejecidas, y, además de encontrarse con sus hogares vacíos, clausurados, tuvieron que soportar la sombra de la sospecha: ¿qué habrían hecho ellas para no morir en el campo como sus amigas?
El sello Libros del Asteroide -que dirige el editor vigués Luis Solano- recupera el testimonio de la escritora francesa Charlotte Delbo (Essonne, 1913-París, 1985) de su confinamiento en los campos de concentración de Auschwitz y Ravensbrück. El volumen reúne los dos primeros tomos de su imprescindible trilogía Auschwitz y después (Ninguno de nosotros volverá y Un conocimiento inútil). Delbo, integrante de la Resistencia francesa, fue deportada a Auschwitz en enero de 1943. Viajaba en un convoy con otras 230 mujeres -que pasaron a formar parte de su narración, que adopta un novedoso punto de vista femenino-, de las que 49 sobrevivieron. Comenzó a escribir su relato poco después de su liberación, pero cuando concluyó guardó el manuscrito en un cajón, temerosa de que el texto «no hiciese justicia al horror de lo vivido», según apunta Solano. Así permaneció durante dos decenios hasta que en 1970 accedió a publicar un libro que se convirtió en la primera entrega de la futura trilogía.
La memoria descarnada y fragmentaria de Ginette Kolinka queda al fin sobre papel con la ayuda de la periodista Marion Ruggieri en Regreso a Birkenau, que ahora trae al castellano Seix Barral. Ella, a sus 94 años, ha vuelto en varias ocasiones al lugar del campo de exterminio, y allí, sobre el terreno, ha explicado a jóvenes estudiantes cómo funcionaba aquella maquinaria genocida. Kolinka perdió a su padre, su hermano pequeño y su sobrino, gaseados nada más llegar. Ella hubo de pasar por los campos de Auschwitz-Birkenau, Bergen-Belsen y Theresienstadt (donde trabajó en una factoría de repuestos para aviación) para finalmente verse liberada en 1945.
Tres italianas
El testimonio de tres mujeres italianas deportadas a Auschwitz -Liliana Segre, Goti Bauer y Giuliana Tedeschi- conforma el volumen Como una rana en invierno (Altamarea), que preparó la escritora, ensayista y guionista Daniela Padoan, que entrevistó a estas supervivientes. Es muy conocido el caso de Liliana Segre, que, apenas contaba trece años cuando fue enviada, junto a su padre, a Auschwitz. Ella fue uno los 25 jóvenes que salieron con vida de Auschwitz de entre los casi ochocientos menores de catorce años italianos que allí fueron confinados. Su padre pereció. A sus 89 años, Segre -senadora vitalicia en Italia- ha tenido que soportar recientemente amenazas de grupos neofascistas tras la aprobación de una moción contra el antisemitismo que había impulsado, y hasta ha tenido que aceptar la protección de escoltas.
En El pequeño libro de los grandes valores (Alienta), Meirav Kampeass-Riess recupera la historia de su abuela Edith Roth, que sobrevivió al Holocausto y pudo iniciar una nueva vida en Israel. El relato viaja hasta 1938 para mostrar a una familia judía a través de los ojos de Edith, que entonces tenía 16 años y vivía en un entorno feliz en la localidad húngara de Selish. Todo se desmorona con la invasión nazi, que da paso al gueto y después a Auschwitz. La muchacha se transforma en mujer a marchas forzadas, se hará fuerte y logrará sobrevivir.
Piera Sonnino, del silencio a un relato privado para sus dos hijas
Otra italiana superviviente -como Segre, Bauer y Tedeschi- fue Piera Sonnino (1922-1999), que guardó silencio sobre su cautiverio en Auschwitz durante mucho tiempo. Hasta 1960 no se decidió a mecanografiar unas páginas (60) para que al menos su esposo y sus dos hijas, Bice y Maria Luisa, vislumbraran el infierno que había vivido. Cuando Piera falleció, ellas remitieron el texto -celosamente guardado en una carpetilla roja- a un periódico que impulsaba un proyecto para la recuperación de la memoria cívica. Fue así como La noche de Auschwitz, un relato privado, tomó forma de libro. Traído al castellano por el exquisito sello Ardicia a finales del 2018, narra la deportación y el exterminio en Auschwitz de todos sus seres queridos. Comienza con la laminación de las libertades de los judíos italianos -con las leyes raciales que Mussolini adoptó del Tercer Reich en 1938, e incluso antes con la llegada a Génova en 1934 de los primeros judíos expulsados de Alemania-, el arresto en 1944 de la familia Sonnino (Piera, sus padres, sus cinco hermanos) y su traslado al campo de tránsito de Bolzano y después a Auschwitz. Ella pasó también por Bergen-Belsen y Braunschweig; fue liberada en mayo de 1945. Con gran sobriedad y precisión -muy notables para alguien que no es escritora-, Sonnino ofrece un relato estremecedoramente digno de su experiencia concentracionaria.
Hélène Berr, Zofia Nalkowska, Etty Hillesum, Gertrud Kolmar, Némirovsky
Ya hace diez años, en el 65.º aniversario de la liberación de Auschwitz, Anagrama publicó el Diario que Hélène Berr (1921-1945), una joven estudiante de la Sorbona, escribió hasta 1944, cuando fue deportada (con sus padres) a Bergen-Belsen, donde murió un año después. También apareció en el sello Minúscula Medallones, reunión de cuentos de Zofia Nalkowska en una de cuyas piezas relata cómo cientos de mujeres viajan hacia un campo de concentración durante días en un vagón sellado, en verano, hacinadas, sin agua, embadurnadas de excrementos, aullando enloquecidas. Lo escribió tras participar en la comisión que investigó los crímenes nazis en Polonia, con una prosa desnuda y el espíritu del reportaje periodístico.
En Ya sabes que volveré (Galaxia Gutenberg, 2017) la escritora barcelonesa Mercedes Monmany indagó la vida y la obra de tres grandes escritoras muertas en Auschwitz: Etty Hillesum, Gertrud Kolmar e Irène Némirovsky.