Imágenes para la historia: la minería fotograma a fotograma

Carla Vega REDACCIÓN

CULTURA

Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez publican añaden un volumen más a «Tierra Negra», sus particulares memorias mineras

29 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las historias del Principado y de la minería siempre han ido ligadas, tanto en sus buenos como en sus peores momentos. Actualmente, cuando se vive el momento histórico del declive de una actividad que ha alimentado a tantas familias asturianas, los fotoperiodistas Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez añaden un tomo más a su Tierra Negra, una serie de volúmenes fotográficos en los que recopilan una muestra de las más de 30.000 imágenes que entre los objetivos de ambos han capturado durante más de 30 años.

Este tercer tomo, que ve la luz gracias a un 50% de éxito y un 50% de duro trabajo, ha sido un punto de inflexión en el trabajo de Urdangaray y Jiménez, que han encontrado en las redes sociales un aliado inesperado en cuanto a la documentación de las imágenes que han podido recopilar durante los últimos años. «A través de las redes hemos descubierto que podemos geolocalizar los escenarios o identificar a trabajadores de la industria. Teníamos imágenes de hace años que gracias a un círculo de gente que nos aporta datos podemos mostrar», explica Urdangaray. A estas más de 30.000 imágenes que ya poseen, se espera que pronto se unan más, ya que ambos planean capturar cuál es la situación actual de muchos pozos e instalaciones mineras que aparecen en estos tomos ya publicados, tras el declive de la actividad minera, que ahora se han convertido en «metros y metros de chatarra por todos lados».

El declive de la minería

Esta situación apena a los creadores de Tierra Negra, que han pasado gran parte de sus carreras profesionales viviendo en el ojo del huracán de la vida en la cuenca minera asturiana. A través del visor de sus cámaras han visto desde los mejores momentos del carbón en Asturias, pasando por los años 80 y 90 comenzaron los cierres, que se volvieron imparables, hasta llegar a la actual transición energética. Eduardo Urdangaray cree que todo este proceso se está llevando de una forma pésima en el Principado. Extraña un órgano que vele por los intereses del patrimonio industrial, y que la norma no sea que un pozo se cierre, una excavadora se lo lleve todo por delante, y después se piense en qué se podría haber hecho. «El 90% de lo que hemos perdido tenía un gran interés arqueológico industrial y posiblemente podría haber sido una potencia europea en cuanto a turismo si esta opción se hubiese planteado desde el principio», opina el fotógrafo.

En otros países con tradición minera, como por ejemplo Alemania, las leyes en cuanto a patrimonio industrial de la minería son muy diferentes. En cuanto una empresa cierra ha de hacerse un inventario, poner guardias de seguridad, cámaras, y no se toca nada hasta que un comité no decide que se hará con esa instalación. Sin embargo, en Asturias las cosas son muy diferentes. «Estoy harto de entrar en sitios donde está toda la documentación de los trabajadores por el suelo, incumpliendo a su vez la ley de protección de datos, de chavales que entran a hacer botellón y hacen hogueras con esos papeles, gente que se lleva las taquillas o los ganchos de subir y bajar la ropa, y así podría seguir sin parar», cuenta Urdangaray.

El país germano cuenta con un menor número de instalaciones que el Principado, aunque bien es cierto que de mayor importancia, y recibe más de un millón y medio de visitas al año tan solo para conocer el patrimonio industrial del país. A parte de esto, Urdangaray cree que la sociedad en general tampoco supo cómo defender este patrimonio. «Ahora todo el mundo se hecha las manos a la cabeza, pero es que la gente tampoco quería chatarra al lado de casa. Ahora se está cayendo la venda de los ojos de todo el mundo, se dan cuenta de que hay quien paga por ver esto, y nosotros lo hemos tirado».

El éxito de la historia hecha imágenes

Precisamente una muestra de que dentro de la industria del carbón la ubicación no hace que este negocio cuente con mayor suerte, es la cantidad de ubicaciones por las que se han movido tanto los libros de Tierra Negra como las exposiciones. «Actualmente la exposición se encuentra en el Museo de la Minería del País Vasco, estuvo en Castilla y León, en Castrillón, Langreo, Mieres, Turón…ahora seguramente vaya para Madrid. Después arrancaríamos con esta tercera, que volveríamos a llevarla a los sitios en los que nos la han pedido. Fundamentalmente nos llaman de otros lugares en los que esta industria también ha tenido su historia», explica Urdangaray.

Actualmente, y con el tercer volumen sacado del horno, Urdangaray y Jiménez ya cuentan con material para sacar un cuarto, aunque prefieren tomárselo con calma. Cada foto conlleva un trabajo de unas cuatro horas de media entre que la foto se encuentra, se digitaliza, se limpia la imagen, se sube a la red social, se documenta, se retoca y se manda a la imprenta. Entre los tres libros hay unas 700 fotos, por lo que ya son 2.800 horas las dedicadas a este proyecto, para el cual cuentan con la colaboración de Helios Pandiella, de la editorial Luna de Abajo. «Le conocemos desde hace 30 años, cuando ya nos maquetaba las revistas mineras que nosotros hacíamos. Le ofrecemos un lote de 350 fotos para un tomo, y él se encarga de la selección. Si hay que desechar alguna o se guarda para el siguiente libro preferimos que lo decida él, que hasta ahora ha tenido un criterio excelente», asegura Urdangaray.

La pregunta es, ¿Cuántos tomos más de Tierra Negra verán la luz? Esta parece ser una cuestión fácil para sus creadores. «Creemos que sacaremos dos o tres más, pero lo que nos dicta cuantos vamos a crear es la calidad de las fotos». Ahora ambos buscan centrarse en el trabajo de campo para documentar cómo están en la actualidad los lugares que ya aparecen en estos tres volúmenes, y cerrar así el círculo de la historia que se abrió con el primer tomo. Revueltas, funerales caras sonrientes manchadas de hollín, pozos abandonados, cambios de turno, accidentes desgarradores… Todos los momentos recogidos en estas imágenes no volverán a repetirse en suelo asturiano, pero su espíritu guerrero, el trabajo duro y el olor a carbón, vivirán siempre entre las páginas de Tierra Negra.