Alain Ayroles y Juanjo Guarnido recrean la nueva vida del pícaro Pablos en el siglo XVII en un monumental álbum, uno de los mejores trabajos de este 2019
23 dic 2019 . Actualizado a las 08:43 h.Uno de los grandes personajes que dejó la literatura del Siglo de Oro fue un joven segoviano, Pablos, protagonista de Historia de la vida del Buscón, obra que Francisco de Quevedo escribió a inicios del siglo XVII. Fue aquella una de las primeras del género picaresco, «ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños», que pronto se convirtió en un fenómeno de su tiempo. Estructurada en tres libros, buscaba la complicidad del lector con las tropelías de un muchacho entre tascas, malas compañías, cárceles... Aventuras sin afán moralizante, con el único ánimo de hacer reír y sacudir a la Inquisición. Para evitar problemas el propio Quevedo trató de ocultar su autoría, aunque resultaba palmaria.
Cuatrocientos años después de aquella publicación, la vida de Pablos vuelve verse en papel... pero en un medio inexistente entonces: el cómic. Un lenguaje que, de hecho, se prodiga bien poco en el género histórico, y menos en la picaresca. El francés Alain Ayroles y el granadino Juanjo Guarnido acaban de poner en las librerías El Buscón de las Indias, una suerte de continuidad de las aventuras de aquel joven castellano, trasladando la acción en este caso a América, a los años de la conquista, de los exploradores, del ansia por el oro, de la matanza de indígenas, del adoctrinamiento religioso, de la superstición... Ayroles construye el guion -siguiendo el modelo de Quevedo- en tres partes diferenciadas y arranca de forma sublime en la secuencia que llevó a Velázquez a pintar Las meninas. El porqué de este chocante inicio solo lo sabrá quien alcance la última página. Un juego sublime de tiempos y personajes que hacen de este uno de los mejores álbumes del 2019, editado además con lujo por parte de Norma.
El Buscón empieza su nueva vida en las entonces llamadas Indias, al otro lado del Atlántico, a punto de ser devorado por los tiburones, tratando de ganarse la vida pidiendo por las calles, perdido, desconcertado ante el (aparente) naufragio de su nueva vida. Los paréntesis son obligados cuando se habla de estos personajes y de este género; conviene no tomar nunca demasiado en serio al pícaro.
El guion de Ayroles no admite una sola pega, de tan bien armado que está en su vueltas y vueltas. Y de logrado que aparece el lenguaje empleado, una fiel adaptación propia de Quevedo. Se alternan los pasajes de la vida de Pablos con su confesión ante las autoridades de virreinato de Perú, que le meten en el potro de tortura para que confiese de dónde ha venido. Sospechan que ese hombre, cuyo origen e identidad desconocen, ha encontrado El Dorado, la verdadera y ciega motivación de todos aquellos que se embarcaron rumbo al nuevo mundo. Y conveniente que el lector tampoco se ciegue con ese hallazgo para no perderse los recovecos narrativos de este álbum.
Es este un cómic en el que Guarnido exhibe todo su poder gráfico (es uno de los creadores europeos más premiados por su dibujo), con planchas espectaculares y detalles precisos en la indumentaria, los navíos, las ciudades coloniales, el ambiente en la corte madrileña... Hasta los logrados andares de los personajes parecen importados de hace siglos, aunque se haya ideado cerca del 2020.
Para los que tengan ganas, una vez acabado el cómic, de profundizar más en aquel tiempo y aquellos personajes, y en cómo los dos creadores han montado esta historia, pueden pasarse un rato por esta guía.