Un diez como fanfarria y espectáculo, pero si los críticos de los años cincuenta y sesenta se debatían entre el contunetismo y el formalismo, aquí tendrían un problema, ya que el tema a tratar es casi una simpleza y la forma es de una inevitable sensación déjà vu, que puede parecer perogrullada porque en una saga las autoreferencias son inevitables, pero en Abrams se nota que ni quiso pasarse de frenada ni tampoco de la raya.
Claro que comentarles El ascenso de Skywalker y evitar spoilers, es poco menos que imposible. Funciona el face to face entre Rey y Kylo Ren, mientras el resto se entregan a situaciones y emociones como gastadas, o cuando menos previsibles por no mencionar algún que otro deus ex machina vinculado al histórico de la saga. Aclaro que -y discúlpeseme la primera persona- pertenezco a la generación que entendió la irrupción de Star Wars (Lucas, 1977) como una revolución para el cine-espectáculo e incluso las dos entregas siguientes, pero me interesaron menos las tres posteriores asumidas por Lucas.
Con la trilogía que ahora se cierra ya me perdía bastante, más allá de la lucha de la luz y la oscuridad, el bien contra el mal, lo del lado oscuro, la fuerza que te acompaña, las neuras de cada personaje y esa obsesión por su origen e identidad, más otras propinas muy del gusto del universo fan, pero bastante alejados de cualquier intención por aportar al cine y al fantástico algo más que pitanza mainstream y un suculento merchadising. Por supuesto, lo último en CGI, que va sobrada y por chatarra que no quede. Se cierra la saga y se trataba de contentar a todo quisque, desde los ya sesentones testigos del original parto lucasiano a las generaciones posteriores, crecidas junto a los personajes subidos al Halcón Milenario, la Estrella de la Muerte y otras naves surcadoras de las galaxias durante cuatro décadas. El guion transpira mitomanía y obsesión por cerrarlo todo, aunque aquí nos perdamos los profanos.
Una lectura muy elemental
Son tantas las referencias que resultará un festín para conversos, con dos horas y media de tralla para quien se pierda con las virguerías visuales, y hastiará a quienes esperaban un punto de transgresión, sórdidos apuntes freudianos y referencias al contexto actual, más allá de que la democracia acabará venciendo a la dictadura, que no está mal para los tiempos que corren.
Aunque eso sí, en una lectura muy elemental, como para evitar una indigestión a la chavalada. Reaparecen Carrie Fisher -las nuevas tecnologías resucitan a los muertos-, Harrison Ford, Billy Dee Williams… En fin, lo anotado en un intento de homenajear a toda la serie. Finalmente, uno se pone en la piel de John Williams -como en la de Lucas, que también- y se los imagina sacándose de encima la matraca galáctica, como para el Gardel del tango, que veinte años no eran nada, pero cuarenta ya son una eternidad...
«STAR WARS: THE RISE OF SKYWALKER»
Estados Unidos, 2019.
Director: J.J. Abrams.
Música: John Williams.
Intérpretes: Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Domhnall Gleeson, Kelly Marie Tran, Joonas Suotamo, Ian McDiarmid, Carrie Fisher, Keri Russell, Billie Lourd, Lupita Nyong’o, Naomi Ackie, Richard E. Grant, Mark Hamill, Harrison Ford.
Ciencia ficción / Aventuras. 141 minutos.