«El sexo es tan natural como respirar o comer, pero sigue siendo un tabú»

C. Del Nero / Carla Vega REDACCIÓN

CULTURA

La asturiana Minerva Piquero
La asturiana Minerva Piquero @avrenim

La ovetense Minerva Piquero presenta su primera novela erótica «Nacida libre»

14 nov 2019 . Actualizado a las 19:47 h.

Minerva Piquero (Oviedo, 1967) es una de las presentadoras de la previsión meteorológica más conocidas y recordadas de nuestro país. Llegó hasta allí, según su madre, «por terca»: cada día llamaba desde el teléfono rojo que colgaba de la pared de su casa en la capital asturiana a Madrid para recordar que había enviado su currículum. Un día, le dieron la oportunidad de ir a hacer una entrevista. Con las prisas y 5.000 pesetas comenzó un viaje a Madrid que se convertiría en 20 años de trabajo delante de las cámaras de Antena 3. Desde 2012, es la directora de comunicación y Relaciones Públicas de la empresa Aegis Media. Hoy, vuelve a Oviedo para presentar su primera novela, «Nacida libre», una historia de mujeres contada desde la libertad. 

-«Nacida libre» es su primera novela, ¿Siempre le había llamado la atención escribir su propia novela o fue algo que surgió de repente?

-Siempre he querido escribir, pero no siempre tuve los arrestos para hacerlo. Supongo que en la vida hay un momento para cada cosa y la necesidad de hacerlo, porque es una necesidad, y la creatividad me llegó. Y tuve que hacerlo.

-Por lo que he podido leer, categoriza este libro como novela erótica. ¿Tenía pensado seguir esa línea o simplemente con el desarrollo de la historia fue surgiendo?

-Como los directores de cine dicen «este desnudo no es gratuito, es exigencia del guion». En mi novela, en esta historia, el sexo no es gratuito es exigencia del guion porque tenía claro desde un principio que quería hablar con total libertad desde un punto de vista femenino. Considero que el sexo es algo tan natural como respirar, comer o dormir, y que sigue siendo un tabú, especialmente la sexualidad femenina. El goce de la sexualidad femenina sigue siendo un tabú y quise dejar claro que por qué no hablar de esto con la misma naturalidad y libertad que se hace del sexo masculino, o de cualquier otro asunto relacionado con la vida.

-¿Cómo fue el proceso de escribir este libro, y cuánto tiempo le llevó desde que nació la idea hasta que se hizo una realidad?

-Fue muy placentero, fue un viaje precioso. Y no digo placentero porque sea una novela erótica (risas), que también sufrí mucho. Tenía una historia, un personaje en la cabeza, al que quería que le pasaran una serie de cosas, y todo lo demás fue saliendo solo. Es verdad eso que dicen de que de repente los personajes están vivos y van solos. Y yo pensaba cuando se lo escuchaba a otros escritores que qué licencia poética más bonita. Pero es cierto. Tú tienes un personaje al que le construyes una personalidad, un pasado, unas acciones, y luego vive en ti. Es una forma de vivir otra vida dentro de ti misma, porque esa persona tiene otras experiencias diferentes a las tuyas, que tú no has tenido. Es una manera de jugar, de proyectarte en otra persona, como hacen los actores. Y después una vez que vive, de repente un día, una canción, una escena, una conversación, se te coloca y te da la semilla para que ese personaje viva. Tú los creas, los dejé «dormir» durante bastante tiempo, unas cuantas semanas, unos meses, y los dejé en un cajón durante casi un año porque no lo tenía claro. No tenía claro, lo primero, que la historia mereciera la pena ser contada, y, lo segundo, porque no sabía si yo tenía la capacidad para escribirla, para atreverme a contarla. Pero no murió, solo descansó un tiempo, hasta que los personajes empezaron a darme mucha guerra en la cabeza. Cuando retomé la escritura fue como una regeneración porque estaba haciendo cualquier cosa en el trabajo, o en casa, o con amigos, y yo no estaba allí, estaba secuestrada por mi historia y sus personajes. Mi única obsesión era llegar a casa y sentarme frente al ordenador a reflejarlo todo. Cuando está ahí, y está vivo, es muy difícil frenarlo.

-Supongo que, como a cualquier escritor, la lectura ha nutrido su trabajo, ¿Se ha inspirado en algún otro autor o novela para escribir la tuya?

-No. Es decir, sí he leído a lo largo de mi vida muchísimos escritores y obras. Me gusta mucho la novela romántica e histórica, no soy muy seguidora de los thrillers ni policiaca. Necesito una parte de emoción, de sentimiento personal; así que he escrito algo que a mí me gustaría leer. Sí que es verdad que cuando empecé a escribirla tenía mucha autocensura, me volvía loca buscando la forma de contar lo que quería contar, pero sin contarlo como yo quería contarlo porque no me atrevía. Era complicado. Estaba insatisfecha y frustrada, así que paré y me fui a una gran librería y me gasté bastante dinero en un montón de libros. Busqué literatura del siglo XIX, clásica, francesa. No fui a la sección de literatura erótica, sino buscaba clásicos. Ahí encontré cosas que me encantaron y cosas que me horrorizaron. Entonces, fue como una catrsis, cuando pensé «si esto lo escribían hace 200 años y se quedaban tan tranquilos, ¿por qué no voy a escribirlo yo en pleno siglo XXI?» Esto tengo que hacerlo desde la libertad, qué tontería no decir lo que quiero decir en mi propia historia. En cuanto a autores, soy muy seguidora de Borges, Vargas-Llosa, Gómez-Jurado. Leo mucho a Elísabet Benavent, que me parece una escritora muy joven y muy fresca. En cuanto a la lectura, tengo una mezcla de gustos un poco de todos los lados.

-El mensaje que transmite con su historia, el animar a las mujeres a que abracen su sexualidad, ¿cree que es necesario que se transmita a ciertas generaciones, o que pueda resultar rechazado por otras debido a las creencias de antaño?

-Yo siempre digo que mi hija (20 años) nació libre, es decir, todavía tiene que chocarse con muchos muros, pero tiene muy claro de dónde viene y quién es. Yo no. Yo pertenezco a una generación de transición, que hacíamos las cosas de tapadillo, no se hablaba todo con la misma franqueza, sabías lo que querías, pero no estaba bien visto. Y de alguna manera fuimos educadas para mercadear con nuestra sexualidad porque siempre nos decían «no te acuestes en la primera cita, no le des lo que quiere al principio, lo vas a perder…» ¿De verdad voy a tener que centrar todo mi valor como persona en mi sexo? ¿Tengo que esconderlo para demostrar que detrás de eso, hay una persona que merece la pena? Un día te haces mayor, pasa el tiempo, y te preguntas qué pasa si a mí me apetece. Qué pasa si yo quiero decir lo que siento. Por qué tengo que ser juzgada de cierta manera, si ellos no lo son. Un día decides que vas a decir lo que te apetece, y hacer lo que te apetece, y yo sé quién soy, no lo que tú dices que soy. Voy a seguir mis principios, mi ideología, mis pasos.

Las personas mayores que han leído el libro han tenido todo tipo de reacciones. Una me dijo «si yo hubiera sabido esto hace mucho tiempo…», otra me dijo «me ha gustado mucho, qué tonta lo que me he perdido». También ha habido hombres que me han dicho «qué interesante poder descubrir a las mujeres, he aprendido mucho», «me has ayudado a desmontar muchos prejuicios machistas que tenía yo en mi cabeza»; pero también ha habido quien me ha dicho que ni se me ocurriera publicarla. Ahí está ese prejuicio, ese machismo de «cómo se te ocurre hablar así» de algo que realmente es una tontería, que es sexo de lo más convencional. La única diferencia está en que cuento con el mismo detalle y la misma precisión las escenas de sexo que el resto de escenas o momentos de la historia.

-En «Nacida libre» habla de la historia de mujeres cis, trans, heteros, lesbianas… Para plantear estas diferentes realidades, ¿ha contado con el relato de mujeres cuya realidad sea esta, o cómo ha sido ese proceso de inmersión en este tipo de realidades?

-Sí, por supuesto. Conozco mujeres lesbianas desde hace muchísimos años, pero no tenía contacto con mujeres transexuales. De hecho, la casualidad hizo que el Ayuntamiento de Madrid, desde Transexualia, contactaran conmigo para ir a dar unas charlas a un grupo de mujeres trans que necesitaban reinventarse de alguna manera, buscar una oportunidad de reintegrarse en la sociedad. Cuando fui a verlas entendí que una charla no era suficiente. Al final, hicimos un curso de una semana y fue una bofetada. Doce mujeres que ahora tiene que vivir de la calle, de la prostitución, pero que anteriormente eran maestras, administrativas…, y que al decidir hacer el cambio fueron repudiadas por la sociedad, reciben palizas y un sinfín de barbaridades. Con ellas, lloré, crecí, aprendí, entendí mogollón de cosas, y, si antes de conocerlas ya tenía ganas de escribir sobre ellas, tras esta experiencia, se convirtió en una necesidad. Está muy sexualizada la transexualidad. Bueno, todo está muy sexualizado en este mundo. Yo siempre digo que en este mundo todo es sexo, menos el sexo que es poder. Si tú eres trans ya eres para la sociedad «la tía que nació tío», o viceversa, y no. No tiene que ver con tu sexo, tú no eres tus genitales. Tú tienes una identidad sexual, y luego está lo demás. Aprendí mucho, y me enseñaron, lo primero, a entenderlas y, luego, a utilizar el lenguaje con propiedad. Fue realmente un proceso muy interesante en el que hablé con mujeres de todas las edades, desde gente de 16 años que luchaba a diario con sus padres que no le apoyaban, hasta gente de 70 que hasta los 50 no pudo ser quien quería ser. Fue un viaje muy bonito.

-Hay cierto sector de mujeres que se definen como feministas que no defienden que una mujer trans es una mujer, ¿qué opinión tiene acerca de esto?

-¿Qué hay más machista que una mujer bajo la bandera del feminismo diciendo a otra mujer cómo tiene que ser para ser mujer? Yo no me atrevería jamás a juzgar a una mujer por lo que quiera ser, parecer o cómo quiera vestir, o lo que sea. Quedémonos en la sociedad, ¿por qué como mujeres tenemos que responder a determinados clichés de la sociedad solo por ser mujeres? La historia de mi novela es una historia de sororidad, que no fue algo premeditado, sino que surgió al liberar los sentimientos y las ideas, al fin y al cabo, son varias mujeres completamente diferentes que conviven. Se ayudan. Recuerdo que alguien me dijo «eso es muy irreal, no va a funcionarte, tienes que generar conflictos entre los personajes», y yo le dije que por qué tiene que haber conflictos entre varias mujeres, por qué no puede quererse, respetarse, llevarse bien. Es ese cliché constante de que tiene que haber conflicto entre mujeres.

-Por lo tanto, ¿cree que a la sociedad de hoy en día le hace falta «desaprender» y humanizarse para poder comprender cómo es la vida de estas mujeres?

-Tenemos un trabajo duro. Un amigo mío me dijo que cuando leyó la novela no le había gustado nada porque, cito textual, «representaba un mundo de perversión con personajes sin alma y sin futuro». Y le dije «pero, ¿tú has mirado fuera?». Una cosa es lo cómo tú desees que sea el mundo y otra muy diferente es cómo es el mundo en realidad. Y fuera hay personas con todo tipo de condiciones, y son personas con sueños, con ilusiones, con amor, que no tienes que clasificarlas. Es un trabajo muy difícil. Hay una frase del Dalai Lama, que leí hace muchísimos años y me ha acompañado desde entonces en mi vida, que dice algo así: «No puedo alfombrar el mundo, pero sí puedo ponerme las zapatillas». Yo intento cambiar el mundo desde mi casa, educando a mis hijos desde la igualdad y la libertad, cambiando nuestro entorno. Mi hijo es un proyecto de hombre feminista maravilloso, que está siendo educado para querer, respetar a las mujeres tal y como son. También quiero decir que los hombres han tenido que soportar un rol durísimo durante siglos porque su masculinidad ha estado siempre en tela de juicio. En cuanto un hombre tiene una forma de expresarse, vestirse, sentirse, que se sale de los cánones de la masculinidad enseguida se cuestiona su virilidad.

-¿Qué le inspiró para crear los personajes de Cora y Valentina?

-Nacen de mí. No es una novela autobiográfica, yo no soy ninguna de ellas, pero todas ellas son yo de alguna manera. Al final tienes que tirar de lo tuyo, y las emociones sí son las mismas. No está basada en hecho reales, pero sí está basada en emociones reales. Cuando hablas del dolor, o del desamor, yo sé cómo se siente la protagonista. Aunque las circunstancias sean diferentes, los sentimientos son los mismos. Para mí, escribir ha sido jugar. El poder vivir otras vidas con la libertad de saber que no era yo.

-Ha creado a todos los personajes de esta historia, ¿cree que alguno puede ser «el ojito derecho» de los lectores, o hacerse querer u odiar por su desarrollo?

-Yo creo que Cora, porque me he encontrado con una mujer transexual que me ha dicho que se identificaba completamente con Cora, siendo esta un personaje cis. Ahí me doy cuenta que si es mujer es mujer. También me he encontrado con mujeres muy jóvenes que se han proyectado con este personaje. Cora lo que tiene es que es muy introspectiva, analiza mucho lo que siente y demanda amor continuamente. Al final, eso es algo que todos tenemos en común: la necesidad de ser queridos. Ella tiene un trabajo de reinvención importante. Es una historia de sexo, de amigas, de amor y de lucha, pero el tamiz que cubre todo esto es la reinvención. Son personajes que están en un momento en el que tienen que levantarse y cambiar todo lo que eran hasta entonces.

-En cuanto a su trayectoria profesional, estudió Periodismo en la Universidad Estatal de Arizona y trabajó en diversos medios españoles, entre ellos en Antena 3 como chica del tiempo, donde se dió a conocer. Actualmente es directora de Comunicación y Relaciones Públicas en una agencia de medios multinacional. ¿Qué le llevó a pasar de estar delante de la cámara a pasar a un «segundo plano»?

-He sido muy feliz delante de las cámaras, han sido veinte años a los que les debo todo. Pero dentro de mí, necesitaba hacer algo mal. El mundo de la televisión te da muchísimos privilegios, pero yo estaba encorsetada en un espacio y sentía haber tocado techo, quería más. Entonces decidí coger un día la puerta, caminar por el pasillo y no mirar para atrás. Fue así. No tenía ofertas en la mano y es cierto que asomarte al abismo te da vértigo. A veces hace falta que te den, o te des a ti misma, la patada para estar «obligada» a buscarte la vida. Sabía que quería seguir dedicándome a la comunicación y, entonces, monté una empresa propia. Yo tuve que llegar a los 50 para ir uniendo los puntos de mi vida y me di cuenta que cada impulso anterior me había llevado hasta este momento.

-El mundo de la escritura y el del periodismo siempre han estado ligados, siendo en muchos casos carreras compatibles, pero, ¿se ve dejando tu trabajo para dedicarte al 100% a tu faceta como escritora?

-No creo. Es muy difícil vivir de escribir en este país, son pocos y muy buenos los que lo hacen. Espero que el escribir pueda seguir alimentándome, pero creo que lo más importante en la vida es levantarte por la mañana y pensar que lo que vas a hacer esa mañana merece la pena. Y me pasa en mi actual trabajo, soy muy feliz trabajando de lo que trabajo porque no es monótono, cada semana es diferente. Y mientras pueda mantener el escribir dentro de mi vida profesional, estaré agradecida.

-Presentas en Oviedo «Nacida libre», ¿Qué sientes al presentar «en casa», siendo de aquí, su primer trabajo como escritora?

-Miedo (risas). Siempre dicen que nadie es profeta en su tierra. Hace muchos años que me fui de Oviedo, aunque tenga aquí a mi familia y amigos de cuando era una cría, mi vida social está en Madrid. Vengo aquí y no hay calle ni rincón ni esquina que no me transporte a algún momento de mi vida. Oviedo nunca va a ser una plaza más. Es mi infancia, mi pasado, mi primer beso, mi colegio…. Toda esa parte de mi vida que me remueve por dentro y venir aquí a desnudarme el alma y a compartir un sueño es muy emocionante.

-A pesar de que aún está presentando su primer libro, ¿tiene ya en mente el siguiente? ¿quizás una secuela de «Nacida libre»?

-En mi cabeza, estas chicas siguen dando guerra y hay más. Si los lectores me aceptan y me acogen con cariño, y me piden más, yo tengo más. Valentina y Cora tienen mucho que contar todavía. Aparte de esto, tengo alguna historia en la cabeza. Si es que ya he abierto la caja, ya me he atrevido con la primera, ahora ya con todo.