Francisco Cánovas publica «Vida, obra y compromiso», un ensayo que ahonda en los aspectos políticos, reflexivos y públicos del autor de los «Episodios nacionales»
08 nov 2019 . Actualizado a las 20:43 h.Ya lo advertía la condesa Emilia Pardo Bazán, su amiga y amante: Benito Pérez Galdós era el escritor que más España había puesto en sus novelas. Nadie como él para despertar entonces la conciencia de un país, en aquellos tiempos, que eran, por cierto, mucho más convulsos de lo que pueda decirse de hoy, aun cuando se sigue discutiendo la verdadera entidad y legitimidad del concepto y el proyecto España. Pero sobre todo era un narrador de enorme fuste, como recordaba recientemente la poeta Ida Vitale, ganadora del premio Reina Sofía 2015, que explicaba que en la época de su infancia, en Uruguay, las personas que sentían curiosidad por la lectura entraban en ese universo a través de la literatura española, y que ella, particularmente, lo había hecho con los libros de Galdós, cuya obra «no tiene que ver con la poesía, pero sí con el gusto por la novela».
Lo cierto es que el autor de Fortunata y Jacinta está más que estudiado como figura clave del siglo XIX español -y es que su producción es un hito extraordinario-, pero no tanto como una de las figuras fundamentales de la España contemporánea y como persona privada. Es esta carencia la que viene a subsanar Benito Pérez Galdós: Vida, obra y compromiso, ambicioso ensayo del historiador y profesor Francisco Cánovas Sánchez que publica el sello Alianza y que se centra en abordar los aspectos políticos, reflexivos y públicos de su vida. «Frente a de otros escritores, no fue un espectador impasible de la realidad social; muy al contrario, se comprometió con la construcción de una España más libre y solidaria. Pese a ello, la mayoría de los investigadores ha priorizado el estudio de sus textos literarios», inciden desde la editorial. Tan implicado estaba en la realidad de su país, que un día después de su fallecimiento decenas de miles de madrileños acompañaron el viaje del féretro desde la sede del Ayuntamiento hasta la catedral de La Almudena. Pero también es cierto que procuraba preservar su existencia cotidiana, su privacidad y sus asuntos particulares del escrutinio público. «No me puedo convencer de que le importe a nadie que yo prefiera la sopa de arroz a la de fideos», aseguraba en una carta que envió a Clarín.
La oportunidad de la biografía de Cánovas contribuye a festejar la efeméride del centenario de la muerte del genio canario, que se cumple el próximo 4 de enero. Por este mismo motivo, la Biblioteca Nacional de España acoge desde hace unos días una gran exposición que recorre la vida del periodista, político y escritor: Benito Pérez Galdós. La verdad humana, cuyo leitmotiv es «vivió las ideas para idear las vidas» y que busca dar cuenta del mundo en transformación que va forjando la polifacética personalidad del escritor canario, quien, «con sus obras y aportaciones públicas, incidirá, a su vez, en una nueva manera de entender la realidad moderna».
Un obrero de las letras
Galdós se consideraba un trabajador, un obrero de las letras, una persona empática, muy humana y con un sentido de su labor de probada honestidad. El profesor Francisco Cánovas Sánchez lo presenta como hombre laico, republicano y ponderado, que rehúye las alharacas y las revoluciones, que es proclive a los avances moderados -a través de la educación- aunque no por ello deje de condenar los aspectos más denunciables de los ortodoxos de la tradición y el inmovilismo, entre quienes situaba a la Iglesia, la casta militar y el caciquismo. No hay que olvidar que era hijo de un teniente coronel del Ejército y la hija de un secretario de la Inquisición.