Woody Allen: «Nunca he sido víctima de una caza de brujas»

Oskar Belategui SAN SEBASTIÁN / COLPISA

CULTURA

Allen estrena ahora en España «Día de lluvia en Nueva York»
Allen estrena ahora en España «Día de lluvia en Nueva York» Unanue | Europa Press

Desahuciado en Hollywood tras las acusaciones de abusos sexuales de su hijastra, estrena en España «Día de lluvia en Nueva York»

29 sep 2019 . Actualizado a las 11:19 h.

El pasado 10 de agosto, Woody Allen reservó un hueco por la tarde para recibir a este periódico en una suite del hotel María Cristina. Durante el resto del día había estado ocupado en la película que rodaba en San Sebastián. Sin embargo, el motivo de la entrevista era otra cinta, Día de lluvia en Nueva York, filmada hace un par de años y retenida por su productora, Amazon Studios, desde que Allen está en el ojo del huracán del movimiento #MeToo. Afable, este mito del cine de 83 años esquiva las preguntas sobre las acusaciones de abusos por parte de su hijastra Dylan Farrow, aunque niega ser víctima de una caza de brujas.

-«Día de lluvia en Nueva York» es la historia de un aprendizaje, pero ¿qué aprende en realidad el protagonista?

-Aprende que en la vida tienes que buscar tus propios sueños y no el que tus padres esperan que consigas. Gatsby descubre que su madre es mucho más interesante como ser humano de lo que él pensaba.

-Se cumplen cincuenta años de «Toma el dinero y corre». ¿Alguna vez pensó que su carrera iba a ser tan longeva?

-No, nunca pensé que iba a ser tan larga y prolongada. Todavía me asombro por ello, solo he tenido buena suerte año tras año. Es increíble la suerte que he tenido desde mi primera película. Cuando la rodé ni yo ni el estudio teníamos experiencia, así que me dejaron hacer lo que quise y nunca me molestaron. Hice un trabajo muy malo, pero el filme tuvo mucho éxito. Cada una de mis películas ha sido una experiencia afortunada. Hasta cuando he hecho una mala película el público y los críticos han sido muy amables conmigo. Cuando me salía bien me alababan y eran generosos.

-¿Cree que sigue disfrutando de esa suerte con las actuales circunstancias?

-Sí, sí. Mi suerte continúa. Disfruto rodando y soy afortunado porque tengo un pequeño pero leal grupo de gente que me sigue en todo el mundo. Mis películas no son caras de hacer, las hago y mis seguidores están siempre ahí. Nadie pierde dinero y esos espectadores leales son los que me siguen dando dinero para el próximo trabajo. Yo continuaré a medida que ellos me sigan y eso permita que mis largometrajes se financien.

-¿Cómo ha llevado que «Día de lluvia en Nueva York» haya estado tanto tiempo retenida por Amazon? ¿Ha sido una experiencia difícil?

-Día de lluvia en Nueva York solo ha sido complicada porque no llovía cuando la rodamos. Hacía sol todos los días y nosotros tuvimos que fabricar la lluvia. Pero no fue difícil, la rodé en Nueva York, una ciudad que conozco perfectamente, y los actores estuvieron maravillosos. Estoy muy satisfecho de ella.

-Pero todo lo que vino después, como la decisión del actor protagonista, Timothée Chalamet, de donar su salario por las acusaciones contra usted.

-Ah, sí. Se acabará estrenando en Estados Unidos. A mí todo lo que ocurre después de hacerla no me importa. Yo disfruto haciéndola, vivo para rodar. Cada vez que hago una película no la vuelvo a ver. No la vuelvo a repasar ni a leer sobre ella. Se la entrego a los productores y sigo hacia adelante para hacer otra. La diversión reside en el hecho de rodarla, lo que ocurre después es algo que yo no puedo controlar. La ruedo y la entrego. A alguna gente le gustará y a otros puede que no, eso depende de ellos. A mí realmente no me importa. Siempre he tenido mucha suerte, porque en general mis películas han gustado. Y lo mismo ocurrirá con Día de lluvia en Nueva York. Creo que se va a estrenar en casi toda Europa y ojalá le guste a mucha gente. Y en algún momento también lo hará en Estados Unidos. No sabré qué pasará porque estaré con otra película, con esta que ruedo en España y que acabo en unos días.

Nunca pensé que sería mi última película, nunca lo hago. Y si fuera la última, me daría igual

-¿Llegó a pensar que «Día de lluvia en Nueva York» iba a ser su último trabajo?

-No. Cuando la estaba haciendo ya me plantearon rodar esta en España, nunca pensé que sería mi última película, nunca lo hago. Y si fuera la última, me daría igual. Estaría igual de contento. Porque entonces escribiría libros u obras de teatro. No me importaría. La gente ya me pregunta por mi próxima película el año que viene y si puede invertir en ella. Tarde o temprano llegará la última película. Puede ocurrir que alguien me diga que va a dejar de invertir en mi cine y entonces no haré más.

-¿Ha sufrido usted una caza de brujas?

-No. No quiero hablar de eso. Nunca he sido víctima de una caza de brujas. Pregúntame sobre Día de lluvia en Nueva York. He sido un tipo con mucha suerte, alguien bendecido.

-¿Se refugia en el trabajo para abstraerse de todo lo que le está pasando en los últimos años?

-No quiero contestar a esa pregunta, lo siento. ¿Que si me escondo en mi trabajo? Llevo haciendo cine los últimos cincuenta años. Siempre hago lo mismo: acabo una película y empiezo otra. Lo hacía hace diez, veinte y cincuenta años. Que me refugio en el trabajo está en la cabeza de no sé qué personas. Yo solo trabajo.

Todo el mundo está escribiendo sobre el sexo y la muerte todo el rato

-Hay una frase en su última película que dice que el sexo y la muerte lo mueven todo.

-Así es, sirve para todo el mundo. Tennessee Williams, Ernest Hemingway y Tólstoi de una manera u otra siempre hablan de sexo y muerte. Los problemas de la vida, tus romances. El sexo es a veces aburrido, la muerte y los temas existenciales a veces son muy dramáticos. Pero todo el mundo está escribiendo sobre el sexo y la muerte todo el rato.

-¿Ha llegado a alguna conclusión sobre la muerte, que tanto ha tratado en su cine?

-Sigo estando en contra de ella, no creo que sea nada bueno. Pensar que vas por la vida sabiendo que la muerte te espera al final no es un pensamiento agradable. Eso enloquece a la gente y la lleva a hacer cosas terribles, les convierte a algunos en neuróticos. Sería todo más agradable si hubiera un sistema diferente. Pero no lo hay, en cualquier momento puede pasarte algo terrible y tienes que estar todo el rato sacándotelo de tu cabeza. Si no lo haces es muy desagradable, por eso la gente ve béisbol, fútbol, tenis, películas, escuchan música, les van los cotilleos. Porque es importante centrarse en otras cosas. Si no, te sientas, te pones a pensar y descubres que el final es ese.

Trabajé con Trump en «Celebrity» y todo fue muy bien. Fue muy teatrero

-Tengo la curiosidad de saber si conoce en persona a Donald Trump, otro neoyorquino como usted.

-Claro que le conozco, incluso le dirigí en una película (Celebrity, 1998). Cuando trabajé con él todo fue muy bien. Vino donde estábamos rodando, se sabía sus diálogos y lo hizo muy bien. Fue muy teatrero. Claro, entonces no era el presidente, era un actor. Y yo tenía la última palabra, por lo que todo salió bien. Como presidente, ahora es otra historia diferente. Pero yo siempre le tendré como una persona que trabajó para mí.

-¿Todavía es un actor como presidente?

-No sé si actúa como presidente o no. Desafía cualquier cosa comprensible. No sé si dice cosas para ser teatral o porque las cree de verdad. No le conozco bien. Es impredecible, llamativo, ostentoso y extravagante, eso es bueno para ser un actor. Pero otra cosa es cuando estás gobernando.

-¿Qué piensa de sus políticas?

-Yo soy demócrata, estoy en contra de todos los republicanos y de él. Voté por Hillary Clinton. Predije que ella iba a ganar y que Trump no iba a tener una oportunidad, así que puedes ver cuánto sé del tema.

-¿Le preocupa el auge de los populismos en el mundo?

-Sí, es algo malo para el mundo. Cuando leo en los periódicos lo que sucede en Hungría o Polonia y lo que ocurre con otros líderes autoritarios me preocupo. No creo que la extrema derecha en cualquier tipo de configuración, en cualquier país y momento, sea una cosa sana. Soy un demócrata de toda la vida. Un liberal.

-Ha escrito sus memorias aunque no están publicadas. ¿Qué dicen de usted que no sepamos?

-Tendrás que esperar hasta que salgan publicadas. No voy a desvelar nada ahora. Pero la historia de mi vida espero que sea interesante para la gente, entretenida, divertida. Toda mi vida ha sido el show business, con lo que tengo muchas historias sobre teatro, cabaré, cine, radio, ópera. He hecho de todo en el mundo del espectáculo. He sido actor, comediante, guionista de televisión, he dirigido ópera, ahora en la Scala, he dirigido películas, he actuado. Todo está en esas memorias.

-En su película «Otra mujer», un personaje se pregunta si la memoria es algo que tenemos o algo que hemos perdido.

-Creo que es una frase de Nietzsche. Yo creo que la memoria paradójicamente es algo que se tiene y que se olvida. Hay cosas que abrazas en tu memoria y son agradables. Y otras que has perdido y deseas recuperar. Ambas son verdad.

Soy de clase media, normal, pero tengo alguna cosa aquí y allá por la que estoy loco en el doble sentido

-¿Nos ha tenido engañados durante este tiempo y usted no es como el personaje de sus películas, un judío neoyorquino neurótico?

-Hasta un punto sí. En las películas lo exagero porque si no, no sería divertido. En la vida real soy razonablemente normal. Pero tengo ciertas peculiaridades que la gente normal cree que son neuróticas. Soy de clase media, me levanto, hago mi ejercicio en la cinta, escribo y trabajo todo el día. Practico con mi clarinete, tengo una bonita familia con una mujer con la que llevo veinte años y dos niñas preciosas que van al colegio. Soy de clase media, normal, pero tengo alguna cosa aquí y allá por la que estoy loco en el doble sentido.

-¿Tiene un título ya para sus memorias?

-Estoy pensando en varios. Algo sobre mi vida y el cine.