Repasaron la publicación de libros como «La insoportable levedad del ser» y «Amantes»
06 jul 2019 . Actualizado a las 11:52 h.Las Torres del Lleons (Esplugues-Barcelona), un inmueble levantado sobre las ruinas del castillo medieval de Picalqués, y una noche mediterránea fueron el escenario de la fiesta del 50 aniversario del nacimiento de la editorial Tusquets. Lo dijo su fundadora, Beatriz de Moura, una brasileña de mundo, que cuando el hombre llegó a la Luna y a Copito de Nieve lo encarcelaban en el Zoo de Barcelona, huyó el mal carácter de su cuñada Esther Tusquets y se lanzó a la aventura de la edición teniendo como campo de operaciones el salón y la cocina de su casa. Así que el jueves por la noche reunieron en Esplugues a lo más granado del talento literario español, las caras más exitosas de su catálogo de autores, para celebrarlo por todo lo alto. Discursos breves, un cóctel, música y conversación, con permiso hasta que el sol asomase sus primeros rayos.
Fernando Aramburu contó en el vídeo de presentación que cuando publicó por primera vez con Tusquets hizo una carrera en su casa como cuando un gran futbolista clava el balón por la escuadra en un partido memorable ante un estadio lleno. Almudena Grandes, como los grandes jugadores, comentó que le gustaría jubilarse en el equipo y seguir siempre publicando en la editorial. Fue una noche de exhibición de militancia tusquetista. El lema de la velada era: «El sello de autor que rinde culto a los lectores».
El jueves, 4 de julio, día de la independencia de Estados Unidos, una fecha para rememorar la libertad, coincidió con el 50 aniversario del nacimiento de Tusquets y el 80 de la llegada al mundo de Beatriz de Moura, la principal estrella de la noche. Narró la creadora de la editorial que comenzó su andadura gracias a su cuñada, «maestra y guía» en Lumen, pero su relación acabó «como el rosario de la aurora». A partir de ahí se dedicó «como una fiera» a la creación de dos colecciones. Se lanzó a la empresa con el exiguo capital de 250.000 pesetas, unos 1.600 euros de ahora. Eran Cuadernos marginales y cuadernos ínfimos, Luego vendrían otras, como La sonrisa vertical o Los cinco sentidos. O la publicación de libros como Relato de un náufrago, de García Márquez. Con su segundo marido, Antonio López Lamadrid forjó un catálogo que llega a los 2.500 títulos. Podía celebrar muchos más aniversarios, como luego comentaría el editor actual, Jesús Cerezo. Hace 40 años dio a conocer a Cristina Fernández Cubas; pasaron 35 desde la publicación de Amantes, de Marguerite Duras; 34, de La insoportable levedad del ser; 30, del descubrimiento de Luis Landero y Almudena Grandes; 35, de El primer hombre, de Albert Camus, o 23, de la primera obra de Fernando Aramburu. «A veces y solo a veces la imperiosa llamada de una vocación resulta tan milagrosa y a la larga, muy a la larga, muy exitosa», concluyó Moura arrastrando las eses con acento portugués.
La escuchaban y aplaudían, vaso en mano, gentes como Almudena Grandes, Vilas- Matas, Luis Landero, Cristina Fernández Cubas, Luis Sepúlveda, Antonio Orejudo, Fernando Aramburu, Ginés Sánchez, Rafael Reig, Leonardo Padura, Petros Márkaris y toda una constelación de estrellas literarias que celebraban con risas las gracias de la vieja editora. Como cuando dijo que Óscar Tusquets le había contagiado la fortaleza y el entusiasmo por las cosas bien hechas y que seguía siendo buen amigo, «lo que cual es mucho más de lo que se le puede pedir a un primer marido».
Hay que tener mucho coraje para «en pleno franquismo», y cuando todas las cosas buenas sucedían en exterior, lanzarse a una editorial, vino a decir el sucesor de Moura, Jesús Cerezo, quien también dejó claro que el camino a seguir está en perseguir las emociones genuinas y el compromiso con el presente. Luego continuó la fiesta con música de jazz y discoteca bajo la luna de Esplugues, posiblemente admirada de ver tanto talento literario junto.