Hablan de César Antonio Molina, que las halló entre sus papeles y había olvidado su existencia
03 jul 2019 . Actualizado a las 08:41 h.La historia de las letras ha recuperado, y poco menos que por azar, dos textos inéditos de Álvaro Cunqueiro y del premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre. Se trata, en ambos casos, de cartas escritas en los años setenta del pasado siglo (la de Alexandre de 1976, y la de Cunqueiro de finales del 73 o tal vez de comienzos del 74) y en las que se habla de César Antonio Molina y de su irrupción en el mundo de la creación literaria. La carta del autor de Merlín e familia ya la había perdido -o al menos traspapelado- el propio don Álvaro, según confiesa en una posdata manuscrita. Es una carta dirigida, en realidad, no a César Antonio Molina, sino a su padre, a César Molina Melero, a propósito de los primeros versos del entonces jovencísimo poeta coruñés. «Quiero decirte que me ha gustado mucho el poema de tu hijo», dice Cunqueiro.
Aleixandre, por su parte, habla en su carta de Épica, el primer poemario de César Antonio, un libro que salió a la luz en edición de autor en 1976 y del que por cierto el premio Nobel de Literatura no tenía un único ejemplar, curiosamente, sino dos: uno remitido por Molina y otro que le había hecho llegar una profesora de la Universidade de Santiago, Yolanda Novo. «Las de Aleixandre y Cunqueiro son dos cartas muy importantes para mí -explica, desde Madrid, César Antonio Molina-, porque son las primeras palabras de aliento que recibe un escritor que da sus primeros pasos en el mundo de la poesía. Un joven poeta que no solo ignora si valdrá para la literatura, sino que también se pregunta, incluso, si servirá para la vida».
«A Cunqueiro, con el que después tuve una relación muy intensa -añade César Antonio-, le había escrito, previamente, mi padre, del que era muy amigo. Porque también mi padre quería conocer su opinión sobre lo que escribía yo. El caso de Aleixandre ya fue distinto porque yo mismo me dirigí a él, a una de las personas a las que más admiraba y cuya obra sigo admirando muchísimo».
El hallazgo de ambas cartas tuvo lugar en la propia casa de César Antonio Molina mientras este revisaba sus papeles, buscando manuscritos y mecanoscritos que puedan pasar a formar parte de la biblioteca que, en su día, donó a la Deputación da Coruña.
«Sí, claro que irán a Galicia estas dos cartas -señala el escritor coruñés-. Tanto Mercedes [Monmany, su esposa] como yo queremos que estén en A Coruña, donde ya están otras muchas cartas de autores como Antonio Tabucchi, Claudio Magris, Carlos Fuentes, Bioy Casares y Octavio Paz, que también formarán parte de nuestro legado, para que puedan ser consultadas».
«¡Hoy ya no hay maestros como aquellos...!»
«Si no hubiese recibido en su momento esas cartas -dice César Antonio Molina-, es muy probable que no hubiese continuado escribiendo poesía. Y es curioso que me olvidase de que existían esas cartas, porque ahora me estoy dando cuenta de todo lo que supusieron para mí».
«¡Hoy ya no hay maestros como aquellos...! -clama Molina-. Los tiempos son otros. Lo que hoy vivimos no se parece en nada a lo que yo, por fortuna, pude vivir en mi juventud. Pero hay que entender que hoy ni siquiera existe el sustrato lector que hacía posible todo aquello. Nosotros teníamos maestros extraordinarios, cuyo magisterio nos marcó tanto en la escritura como en la vida, y pudimos acceder a ellos. Pero, sobre todo, los leímos. Y hoy apenas se lee», lamenta.
Frente a la melancolía
Molina no oculta la melancolía que lo invade al recordar tanto a Aleixandre como a Cunqueiro. «Eran gente excepcional -subraya el escritor coruñés-. A don Álvaro seguí tratándolo hasta el final de su vida, y de hecho yo le hice su última entrevista -recuerda-. Y también seguí tratando a Aleixandre hasta el final. ¿Que si hoy gozarían del prestigio del que disfrutaron en su tiempo....? Pues muy probablemente no. Nuestra época es muy difícil. Somos los últimos de una especie en extinción».