«Sombrero roto», el nuevo disco del autor de «Échate un cantecito», refresca su discurso en una de las grandes sorpresas del año
22 nov 2019 . Actualizado a las 20:25 h.El lanzamiento de La higuera, el single de adelanto del nuevo álbum de Kiko Veneno, ya daba pistas. Entre gestos de admiración y cejas arqueadas, se asistió al quiebro electrónico de un artista total. Su alianza con Bronquio, un joven músico ligado al trap y el hip-hop, ha sido uno de los más felices accidente del año. Ese tema (candidato a canción no oficial del verano desde ya) recarga las pilas del oyente que, después de escucharla 20 veces, sigue sorprendiéndose con el resultado. Un temazo.
Afortunadamente, La higuera no surge como una isla en medio del mar de Sombrero roto, un disco que retrata el momento actual del país con esa mezcla de retorcimiento, sencillez y buen humor que luce de siempre Veneno. En Yo quería ser español, por ejemplo, desgrana en medio de una rumba la manipulación y miedo («yo quería un despertador y tú me vendiste una alarma»). En Vidas paralelas, por su parte, trenza un historia de soledades entre Eloy y Andrea, dos corazones que nunca se encuentran porque el es de Leroy Merlin y ella de Ikea. ¿Un Girl Afraid (The Smiths) a la andaluza?
Son dos ejemplos de la fértil imaginación de un artista que, superados los sesenta, se ha subido al carro de la experimentación sin dejar en ningún momento de sonar popular. Este Sombrero roto, editado en un lujoso cd-libro, lo demuestra erigiéndose como uno de los discos del año.