John Malkovich: «No estoy seguro de si en diez años seguirá habiendo cines»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Malkovich definió actuar como «soñar los sueños de otra persona»
Malkovich definió actuar como «soñar los sueños de otra persona» Eduardo Pérez

El intérprete habló en A Coruña sobre el oficio de actuar y los cambios en la industria

24 mar 2019 . Actualizado a las 22:29 h.

«La vida sigue». Las referencias a la temporalidad salpican el discurso pausado y reflexivo de John Malkovich (Christopher, Illinois, 1953). Pero, lejos de la nostalgia y del lamento, el actor no mira hacia atrás con ira, sino con el asombro irónico desde el que observa el mundo y la humanidad a través de la interpretación, «una especie de exploración de alguien que no soy yo». Por no retroceder, ni tan siquiera había vuelto a ver apenas una vez Pasos de baile, un filme que dirigió en el 2002 y que este sábado día 23 presentó en el CGAI ante los espectadores que guardaron cola para verlo.

Traje azul con pespuntes blancos, zapatos y mochila negros, el nudo de una corbata paisley que asomaba brevemente por el pico de un jersey de rombos, Malkovich atendió a un grupo de periodistas en la biblioteca de la filmoteca gallega, rodeado de números antiguos de Cahiers du Cinema y otras publicaciones, que no le pasaron inadvertidos: «Todo esto es historia. La razón por la que está aquí es que ya ha desaparecido. Esto y las películas son los únicos registros de algo que existió y desapareció. Esto y las novelas, y los libros de historia».

Si el paso del tiempo planeaba sobre la conversación de Malkovich se debía a las encrucijadas que se le presentan hoy al cine. ¿Cine en salas o en plataformas? «Cuando empecé en el cine se pensaba -yo no- solo en Hollywood, Estados Unidos y la Academia. Con el tiempo, la taquilla global ha ido ganando peso. Ahora Netflix o Amazon Prime financian y emiten películas y así es como la gente prefiere verlas. Y no puedes controlar a la gente. La historia nos demuestra que es una idea muy mala. Soy demasiado mayor para ver cómo serán las cosas, pero personalmente no estoy seguro de si seguirá habiendo cines en diez años. No estoy nada convencido de que vaya a ser así, ni razones para pensar otra cosa», expuso el actor.

Pero sí ha percibido cambios. «Nuestros cerebros se están readaptando. Probablemente nuestra capacidad de concentración ya no es la que era. Pero no veo motivos para lamentarse por ello. Como dicen los norteamericanos, es lo que es, y punto», explicó, al mismo tiempo que señalaba la contradicción entre que por un lado no se vea factible una película de cuatro horas cuando sí se devoran en un día series de televisión de ocho. «Tampoco me preocupa», reconoce. Como ejemplo, puso El cielo protector, un filme que rodó en 1989 «pero que parece del siglo XIX, y no lo digo como crítica: solo que el mundo ahora ya no es el mismo que entonces».

Debra Winger y John Malkovich, en «El cielo protector»
Debra Winger y John Malkovich, en «El cielo protector»

En aquella cinta Malkovich encarnaba a Port Moresby, un personaje con carga autobiográfica del autor de la novela adaptada por Bertolucci, Paul Bowles. El propio escritor también tenía una breve intervención en el filme, como un personaje llamado «el narrador». Teniendo en cuenta esa información biográfica, ¿le dio alguna indicación Bowles al actor durante el rodaje? «No, la verdad es que casi no hablamos de ese tema. Recuerdo haberle hecho una pregunta, que era cuándo se dio cuenta de que había dejado América para no volver nunca y me miró con una expresión de horror y me respondió que aún se lo estaba pensando, y eso era después de 30 o 40 años en Tánger». Malkovich sostiene que el guion ya le ofrecía un retrato del personaje y que tanto su autor, Mark Peploe, como Bertolucci, conocían bien la novela de Bowles. «Aunque yo había leído varios libros suyos no me considero un experto en su obra. De hecho, me sentía más atraído por la escritura de Jane [Bowles, la esposa de Paul]».

 Poirot y el paso del tiempo

Precisamente Malkovich acaba de hacer una serie para Amazon, The ABC Murders, donde se mete en la piel de un personaje querido del cine, Hercules Poirot. El actor era consciente de que muchos otros grandes lo han interpretado -cita a Peter Ustinov, Albert Finney, David Suchet, Kenneth Branagh- pero confesó que no conocía demasiado su trabajo, como tampoco los textos originales de Agatha Christie. Tampoco le importaba demasiado: «No queríamos repetir lo que ya se había hecho, ¿para qué? Si interpretas a Hamlet no sigues lo que ya hicieron Olivier o Gielgud, sino que buscas tu propia forma para hacerlo». En este caso, el planteamiento incluso excluía un rasgo por el que muchas veces se ha identificado al Poirot de la pantalla: su marcado acento francés -que Malkovich imita a la perfección- cuando habla en inglés. ¿Qué vio entonces Malkovich en el detective belga? «Lo que me gustaba de Poirot era que por él había pasado el tiempo, y ese es el propósito del tiempo, pasar sobre nosotros, sobre todos nosotros».

El actor recordó a cineastas -Bertolucci, Antonioni- y actores -Mastroiani- con quienes trabajó «y ya se han ido». «La vida sigue. Y el cine no la va a parar -reconoció- aunque, extrañamente, alguna vez creía que sí podría. No hay nada que puedas hacer para detenerlo, así que mejor disfruta, porque no vas a ser siempre adolescente ni siempre será el día de tu boda o del nacimiento de tu hijo. Hay que disfrutar, porque, hasta donde sabemos, solo tenemos una vida».

«Como actor, estás soñando el sueño de otra persona»

¿Cómo define Malkovich el oficio de actuar? Una posible forma de verlo es «figurar en el sueño de otras personas, a veces en sus pesadillas». ¿Y los suyos propios? «¿Y qué? No pasa nada. Realmente, estás soñando el sueño de otra persona. Siempre me ha gustado y lo he disfrutado».

El intérprete confesó que en su niñez no cultivó demasiado la afición por las películas. «Crecí en un pueblo pequeño donde solo había un cine diminuto y un autocine, donde los mosquitos eran así de grandes [abre las manos de par en par]», se justifica. «No era un sitio con una gran cultura y a mí no me interesaba demasiado el cine», añade. Por tanto, su formación fue más literaria y teatral que cinematográfica. «Nunca he sido un cinéfilo», reconoció, también para excusar lo que calificó de conocimiento superficial del cine español, aunque haya dirigido a Javier Bardem, precisamente en Pasos de baile, y conozca a Almodóvar y otros directores, igual que ha frecuentado el cine europeo. No en vano ha alternado producciones independientes con películas más orientadas a un consumo masivo. «Siempre digo que cada año intentó rodar una película que no volveré a ver en otros cine», declaró entre risas. La alusión centenaria no era gratuita, ya que en el 2015 actuó y guionizó un filme para Robert Rodriguez titulado 100 Years: The Movie You Will Never See, que no se estrenará hasta el 2115. «No la veré, claro, pero no pasa nada: hay muchas películas que no veo», declaró.

 El gran fingidor

Pero si en su infancia en Illinois el cine no ofrecía el atractivo suficiente, las grandes interpretaciones las encontraba en su familia. Preguntado sobre la capacidad del actor como fingidor, Malkovich recordó que su abuelo, con quien se crió hasta que falleció cuando el futuro intérprete tenía siete años, era «un mentiroso de primera, que disfrutaba de lo lindo». Malkovich matizó que a él los fingimientos se le daban bastante bien, aunque no era un «prodigio». «Mi abuelo se pasaba el día mintiendo sobre todo, lo prefería a la realidad. Fue una buena educación. No sé qué es lo que hace que uno sea actor o no, pero digamos que en mi familia vi algunas interpretaciones, no siempre por mí», recordó. «Luego, a medida que creces, sigues mintiendo, pero ya te parece algo más triste».