La miniserie aborda la parte personal de un oficio adictivo
06 mar 2019 . Actualizado a las 16:29 h.Seguramente ocurre en todos los oficios, pero los periodistas siempre hemos mirado con recelo al cine que habla de nosotros. Aun así, hay un buen puñado de películas o series que retratan con cierta fidelidad este negocio. Billy Wilder lo hizo en El gran carnaval, sobre la difícil conexión entre el periodismo y la verdad, y en la obra maestra Primera plana. Para imaginar la dopamina que se genera entre un reportero y su fuente hay que ver Todos los hombres del presidente y Spotlight. Y nadie como The Post (aunque como sucedáneo sirva Borgen) dibuja la frontera entre periodismo y política. The Newsroom retrató la taquicardia del tiempo real. Y State of Play, el shock de la digitalización (que aborda de forma magistral la novela Los imperfeccionistas).
Aunque también es contemporánea y trata de una industria en plena reconversión (brillante la pira de periódicos que arde en los créditos), la miniserie Press aborda como nunca antes la parte personal de un oficio adictivo, del que la cabeza pide huir pero el corazón… También habla Press de la rivalidad de dos diarios, uno sábana y otro tabloide, que comparten plazoleta al norte de Londres. Y de la batalla entre el periodismo serio, vieja escuela, que busca cambiar el mundo cada mañana, frente a la tentación del clic fácil. Y de la crisis del modelo, y del choque entre intereses editoriales y comerciales. Pero sobre todo retrata la miserable vida del oficio, la soledad del reportero que se levanta a las 4 de la madrugada comido por el insomnio. De vidas personales destrozadas, por no decir inexistentes. Los guionistas saben de lo que hablan. En su anterior vida, antes de huir, debieron filmar unas cuantas páginas.
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Reino Unido, 2018
Dirección: Tom Vaughan.
Intérpretes: Ben Chaplin, Charlotte Riley, David Suchet.