El director y el músico recorren hechos y escenarios de Octubre del 34 a través de las canciones populares en el largometraje «Cantares de una revolución»
05 oct 2018 . Actualizado a las 10:48 h.Hace más de dos décadas que el cine asturiano no entraba en la competición del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). Este año volverá a estar en la sección insignia del certamen a través de Cantares de una revolución, un largometraje del cineasta gijonés Ramón Lluís Bande en el que, junto a Nacho Vegas, se recorre a través de la música popular el mapa de la Revolución asturiana de 1934. Sus hechos y sus escenarios se encadenan en una obra de fuerte carga política y sentimental que competirá junto a pesos pesados como Yorgos Lanthimos y Hong Sang-soo. A lo largo de ese periplo, Vegas interpreta, adaptadas o reescritas, ocho canciones populares de la revolución, como Una mañana, Asturias, tierra bravía, Aida de la Fuente o Asturies desventurada.

Junto a ese chorro de energía anónima y popular, las palabras de Belarmino Tomás, presidente del Tercer Comité Revolucionario, han servido de guía a Bande en ese recorrido: «Trabajando con las palabras de Belarmino Tomás ?para mí la figura política más importante del siglo XX en Asturias? y con las canciones populares nacidas de la propia insurrección, encontré una forma cinematográfica que me permitía acercarme de una manera rigurosa a lo que fue la revolución», precisa Bande sobre el planteamiento de su trabajo.
Cantar, hablar, leer
A partir de ahí, música, palabra y letra impresa se trenzan a través de canciones, relatos orales y pasajes leídos. «Filmar personas leyendo ?también cantando? siempre me pareció un recurso muy cinematográfico, a pesar de lo que suelen decir los profesionales y los manuales. Planos estáticos donde alguien lee ?o canta? frente a la cámara, con su voz arropada por el sonido natural del espacio en el que lee, radicalmente relacionado con el contenido del texto leído, como una manera de invocar el pasado en el presente», afirma el cineasta asturiano.
La película cuenta los primeros momentos de la revolución del 34 en Asturias, con la toma de los cuarteles en Sama; la entrada de los Regulares en Oviedo; la destrucción de la Universidad; el asesinato de Aida de la Fuente; el encuentro entre Belarmino Tomás y el general López Ochoa para «organizar la paz» o el discurso del propio Tomás en el balcón del ayuntamiento de Sama rindiendo la revolución.
Cantares de una revolución propone una puesta en escena diferente a la de los últimos títulos del director, presentados también en el 55FICX, Escoréu, 24 d’avientu de 1937 y Aún me quedan balas para dibujar, con las que participó en la Competición Internacional Rellumes y en la Sección Oficial de Cortometrajes, respectivamente). Así, Bande coquetea con ciertas características de cierta ficción desdramatizada. El realizador explica que «hay una puesta en escena falsamente teatral que considero que funciona muy bien para crear el distanciamiento necesario entre lo contado y el espectador».
Todo ello, con las marcas estilísticas de Bande: «La utilización del plano-secuencia, la duración, el foco en la memoria política colectiva de los asturianos; la dialéctica pasado-presente en el registro de los espacios naturales; la utilización de material de archivo, desde la conciencia de que es él el que nos mira y nos interpela, más que nosotros a él; el protagonismo, aquí casi absoluto, de la música popular, y la memoria oral que, aunque en este caso nos haya llegado escrita, en un primer momento fue palabra dicha», enumera.