Víctor Manuel: «Estrenar ahora un disco es como echar una botella de náufrago al mar»
CULTURA
![Víctor Manuel, junto a Yolanda Alonso en el teatro Palacio Valdés de Avilés](https://img.lavdg.com/sc/VrHur0IitolP817U9H8I2kg4yIg=/480x/2018/09/06/00121536245705694625946/Foto/victor3.jpg)
El mierense presenta en el Palacio Valdés, donde iniciará gira el 26 de octubre, las 13 canciones de un nuevo álbum basado en la guitarra que «sigue hablando de la vida y los problemas cotidianos»
07 sep 2018 . Actualizado a las 08:13 h.Entre el 10 de enero de 2018 y finales del mes de marzo, a Víctor Manuel San José vivió una especie de 'big bang' creativo: un estallido que dejó 24 canciones, algunas de ellas compuestas y arregladas en poco más de un par de horas. Su onda expansiva está a punto de dejarse oír, poniendo fin a una larga interrupción en la que el cantautor mierense no grababa nuevas composiciones, y que concluye con el lanzamiento, mañana a las 11 de la mañana exactamente, de 'Allá arriba en el norte', el primer sencillo del nuevo álbum de Víctor Manuel, 'Casi nada está en su sitio'. Claro que, fiel a su forma directa y sin grandes aspavientos de contar las cosas, él mismo resume todo este proceso de forma mucho más sencilla: «Es una fiebre que no sé de dónde me vino», relata: «Vi que tenía ganas de escribir canciones. Había un tapón y cuando lo quité salieron a chorro».
Lo cuenta acompañado por la concejala de Cultura de Avilés, Yolanda Alonso, con uno de los teatros más hermosos de España como fondo: el mismo que se llenará el próximo 26 de octubre para el primer concierto de una gira que Víctor espera «larga» y para la que se ve «en forma a pesar de los años»; el largo calendario de escenarios donde «de verdad hay que defender» lo que mañana empezará a darse a conocer hasta la publicación completa de un álbum que incluso podría haber sido doble. Su hijo, David, arreglista y productor de 'Casi nada está en su sitio', llegó a preguntárselo a su padre, estupefacto ante el aluvión de canciones que su padre iba mandándole por correo electrónico a un ritmo inaudito. Escogió trece y otras las regaló a su mujer, Ana Belén, para el disco que ella también publicará este otoño.
Caminar y componer
¿Las razones de ese largo eclipse compositivo? «Estuve enredado con otras cosas. Primero con la gira de 'Vivir para cantarlo', después con 'Canciones regaladas' después y las giras '50 años no es nada' y 'El gusto es nuestro' en España y América... y en eso se me han pasado los años». A lo largo de ese tiempo, no obstante, Víctor Manuel se ha mantenido fiel a un hábito del que han salido algunas de sus nuevas composiciones.
«El método de trabajo que sigo siempre es ir grabando notines de cosas, ahora en el teléfono, que es lo que más a mano tienes. Voy haciendo cosas, esbozos de melodías o de letras, comienzos de canciones. Al final, tenía ciento ypico notas y de esas han salido 24 nada más», explica: «Es curioso. Cuando las escucho me veo silbando una melodía caminando por Cartagena de Indias con pitidos de coches, tíos vendiendo pescados o frutas... Otras son más discretas o más íntimas. Pero hay muchos trabajos de calle. Camino mucho. Me va muy bien para la cabeza, me la refresca y me sugiere cosas simplemente caminar por cualquier ciudad».
De esas «cosas pequeñas» que no eran «casi nada» surgió un material al que le ha dado forma sonora su hijo David: «Le ha dado una vuelta a los discos anteriores y ha salido un disco muy guitarrero, muy de ambientes», anticipa Víctor Manuel, de manera que en vez de «añadir otro teclado ha habido que añadir otra guitarra». Ve en el conjunto «varias canciones que pueden gustar, relativamente fáciles de comprensión» y otras que tal vez requieran más escucha pero en cualquier caso, eso son consideraciones del autor que dejan de tener mucho sentido cuando el público empieza a tomar sus decisiones. Y más cuando hace tanto tiempo que no se le entrega material nuevo y «las cosas han cambiado mucho» en términos de gustos o de formatos de distribución y escucha: «Estrenar ahora un disco es como echar una botella de náufrago al mar», confiesa el músico asturiano.
Encajando los problemas cotidianos
Aún así, se sigue viendo en esencia «el mismo» a pesar de los años: «No escribo con la ingenuidad con la que escribía aquellos 'Paxarinos' o 'El abuelo Víctor'. Han pasado cincuenta años, y lógicamente vas cambiando tú y cambiando percepciones de la vida. Cuando tienes 20 años crees que no te vas a morir nunca y que el mundo ye tuyu. Después va pasando el tiempo y ves que todo se relativiza, la fuerza que tenías ya no la puedes tener y vas encajándolo todo».
Seguramente el título del disco -ese 'Casi nada está en su sitio'- tenga que ver no poco con esa tarea de encaje de las experiencias personales y colectivas de las que siempre se ha alimentado su música en una especie «de diario». «En cualquier disco mío entran las cosas que van pasando. Ahí está la vida, los problemas cotidianos», dice Vïctor Manuel. Y enumera algunas de esas cosas presentes en el nuevo álbum. 'Elegir rumbo', por ejemplo, milita contra la tendencia «a que nos den las cosas cada vez más masticadas»: «No esperes a que nadie te venga a salvar; sálvate tú solo y si puedes echa una mano a los demás».
Abriendo el angular y cerrándolo sobre un país que ya fue, por ejemplo, el asunto de 'España, camisa blanca de mi esperanza' «hace 36 años, sale otra vez España, a la manera como la alumbraba el maravilloso poeta Blas de Otero, que era de una manera imperativa: 'Digo España'». «Habla de lo que pienso que somos y lo que me gustaría que siguiésemos siendo. Hay que estar orgullosos de nuestra tierra, con los millones de defectos que tenemos y con las cosas que uno odia. Pero uno pertenece adonde ha nacido: contar eso tan sencillo que nadie quiere contar». Lo cantará a pleno pulmón en cualquier sitio, incluida en su escala catalana en el Palau, donde siempre se ha sentido especialmente bien acogido. «El afecto que tengo, ellos me lo devuelven. Soy el que soy me compran entero».
Y Asturias, claro, que sigue muy presente en la vida cotidiana del mierense: «Todos los días abro los periódicos, sé lo que pasa, incluso tengo una carpeta con curiosidades de Asturies, con coses rares que pasan aquí». Para Víctor Manuel, la visión sobre su tierra no ha cambiado gran cosa, con todo: «Seguimos siendo tan pequeños como hemos sido siempre pero un poquitín más pequeños todavía. La gente marcha porque no hay trabajo, no es que nos vaya a llover del cielo algo mágico y misterioso que nos vaya a hacer grandes política o económicamente», diagnostica. Aunque no es esa la Asturias de la que habla en su nuevo himno a su país natal, sino más bien la Asturias idílica y cordial, llena de arroyos, pastos, fauna salvaje, cancios, buen comer y beber y emblemas como 'La Regenta' en su plaza ovetense.
Esa tierra 'Allá arriba al norte' será la composición que haga de mascarón de proa y que se dará a conocer a las 11 de la mañana de este viernes, coincidiendo con la puesta a la venta de las entradas para el concierto único del Palacio Valdés (entre 22 y 35 euros, en los cajeros y la web de Liberbank, la web www.victormanuel.es y el día del concieto a partir de las 19 horas en el propio teatro). «Esta canción me salió como a borbotones. La hice rapidísimo, en un par de horas, y David hizo un arreglo inmediatamente. Eso pasa. En otras canciones te atascas, elaboras mucho más las cosas, las tienes que dejar dormir un día y retomarlas al día siguiente... Pero hay varias canciones en este disco que están hechas así. 'Que se vengan todos', por ejemplo, dedicada a una amiga mía colombiana, una persona queridísima que hace quince años que murió en enero, y cuyo grito de guerra era ese ¡vénganse todos a Colombia!».
La rueda de prensa acaba, Víctor se despide de sus anfitriones y se dirige hacia el Centro Niemeyer. Allí le espera ya JK Álvarez, el director del videoclip que apoyará su nuevo canto de amor a Asturias. Durante un par de días, el cantante paseará ante las cámaras por buena parte de su territorio. No se descarta que siga tomando notines de coses para seguir encajando lo desencajado entre renglones y partituras ahora que ha vuelto a pillarle el tranquillo a lo que más le gusta: escribir canciones y luego lanzarlas al mar.