«La gente sale de 'The Hole Zero' con ganas de vivir y de exprimir la vida»

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

Manu Badenes, junto a Lorena Calero, con el escenario de «The Hole Zero» al fondo
Manu Badenes, junto a Lorena Calero, con el escenario de «The Hole Zero» al fondo

Manu Badenes oficiará como Maestro de Ceremonias en las primeras representaciones de la superproducción que acaba de llegar al teatro Jovellanos

10 ago 2018 . Actualizado a las 08:40 h.

Siendo valenciano como es, Manu Badenes ya tiene un trecho cubierto para encanar el hedonista, sensual y festero Maestro de Ceremonias de una discoteca de leyenda. El resto es trabajo. Un trabajo desbordante y concienzudo, pero que -dice el «cómico, actor, presentador, guionista y “X” variable en distintas ecuaciones artísticas», como se presenta oficialmente- le está procurando muchas alegrías. Badenes será el jefe de pista y agitador principal frente a la troupe que desde ayer y hasta el día 19 ofrecerá The Hole Zero en el teatro Jovellanos de Gijón.

-Está claro que The Hole ha dado en la tecla con una receta que gusta mucho al público. ¿Hasta qué punto se mantienen los mismos ingredientes en las mismas cantidades y hasta qué punto se varía la fórmula?

-Es evidente que se alteran ingredientes, que hay que traer una propuesta novedosa, que es lo que es The Hole Zero, la precuela, pero yo creo que esto es como un restaurante con Estrella Michelín: cuando llegas, te encuentras con una personalidad, con una idiosincrasia, con una forma de hacer las cosas. Eso está presente. En ese sentido, no defrauda. Más allá de eso, el espectáculo tiene su propia personalidad y camina con paso firme en su propia dirección. Es complementario, no excluyente. Su propuesta es muy personal

-Es evidente el cambio de estética, quizá más para todos los públicos. ¿Se ha domesticado algo el espíritu sensual de The Hole para llegar a ellos?

-Yo creo que ya había diferencias entre el primero y el segundo espectáculo. Hemos pasado desde un origen más berlinés, pasando por la revista española y ahora estamos en una propuesta más neoyorquina, más americana, y eso hace que, sin perder las connotaciones de show políticamente incorrecto que caracterizaban a The Hole, también haya un componente de glamour que este espectáculo aporta en una dosis importante.

-Sus dos predecesores son espectáculos muy vivos, muy orgánicos, que cambian mucho en función del día y del público. ¿Tiene Zero el mismo espíritu abierto y gusto por cierta improvisación que los dos primeros?

-Indudablemente. Somos muchos artistas, casi treinta, de todas las partes del mundo, cada uno los mejores en sus respectivas disciplinas, y cada día hay que trabajar con los ojos abiertos y con los cinco sentidos porque de verdad pasan cosas nuevas. Eso nos obliga a trabajar con máxima exigencia porque cada día es distinto. Y eso hace que nos lo pasemos bien y lo disfrutemos como si cada día fuera uno nuevo.

-Y a la vez, con la milimertada estructura de una superproducción teatral detrás.

-Hay mucha gente detrás del espectáculo también , un montón de técnicos para que el espectáculo salga adelante. Y mucha exigencia en los números. Te digo que, como MC, hay dos números que algunos días me permito no ver, porque ya sé el grado de dificultad y el componente de riesgo que tienen. Es a veces duro ver ese momento en los compañeros, y hay días que mejor miro para otro lado y espero que acabe. Lo bonito y grande de este espectáculo es que todos los días se corre ese riesgo en todos los sentidos.

-Para usted, en lo profesional, después es, supongo, un grado más, un reto más, un punto más de aprendizaje. ¿Cuánto le obliga a apretarse las tuercas este Maestro de Ceremonias?

-Mucho. Me obliga a trabajar con los cinco sentidos, y además no solo se trata de actuar, interpretar o darle un punto de personalidad al personaje, sino que también cantamos, bailamos con lo cual, a nivel artístico  es un reto maravilloso. Pero además, es que me lo paso bomba, de puta madre. Si yo disfruto, la gente se lo pasa bien. Eso se contagia. Es el truco que utilizo: salir cada día como si fuera el último día, a darlo todo y a estar concentrado para que todo eso pueda llegar a suceder. Y luego, evidentemente, hay momentos mágicos y días mágicos que forman parte del intangible de espectáculo, pero todos los días hay que trabajar con esa premisa.

-Más de un espectáculo de The Hole me ha confesado que salió del espectáculo en una especie de estado de catarsis, de excitación, dispuesto a exprimir más la vida y no dejar de hacer ciertas cosas...

-Sí. Es verdad que veo que la gente entra de una manera y sale transformada, con otra energía, con las pilas cargadas y con un mensaje. Y eso no se puede preparar. Sale de manera espontánea. Hay una química y una combustión que conseguimos que suceda. Hay mucha gente que me lo dice cuando el espectáculo se acaba, o te escriben y te dicen: «Gracias, porque yo me voy con esta lección a  casa y con estas ganas de vivir y esta gana de exprimir la vida, con este prisma nuevo».

-La era disco y los 70 fueron una época glamourosa en las pistas de baile, pero muy dura fuera de ellas. ¿Se cuela algo de eso en The Hole Zero?

-El glam es importante. Evidentemente, también era una época dura, una época de cambios y de rupturas con el pasado. Es verdad que no se conocían las consecuencais de muchas de las cosas que traería todo aquel desenfreno que se estaba viviendo, pero la filosofía es precisamente la idea de romper con el pasado, empezar de cero mirando hacia delante. No entramos tampoco demasiado en los detalles de las consecuencias que tuvo a posteriori, sino disfrutar el momento que está sucediendo en el viaje en el tiempo que estamos proponiendo.