Javier Godino: «Me costó tiempo limpiar el rastro del asesino de mi cara»

VIRGINIA MADRID

CULTURA

Fue Colate en el musical «Hoy no me puedo levantar» e interpretó al escritor Benito Pérez Galdós, pero todos le recordamos por meterse en la piel del psicópata de «El secretos de sus ojos», película que consiguió el óscar al mejor filme de habla no inglesa

30 jul 2018 . Actualizado a las 07:49 h.

Su voz suena afable y cercana y su mirada es profunda y un tanto misteriosa. Lejos queda aquel rictus perverso y hierático con el que nos heló la sangré interpretando al psicópata Isidoro Gómez en El secreto de sus ojos. Porque Javier Godino (Madrid, 1978) poco tiene que ver con este personaje que le cayó de rebote. «Fue un regalo inesperado. Hice una prueba, le gusté a Campanella y en tres días ya estaba en Argentina. Sin duda, es uno de los roles que han marcado mi carrera». Un regalo que además incluía el premio gordo, porque El secreto de sus ojos se llevó el óscar a la mejor película extranjera: «Mi sueño infantil hecho realidad. Fue increíble. Siempre pienso que un trocito de ese óscar es mío y la satisfacción es enorme».

-Estás en el teatro con la obra «Muñeca de porcelana». ¿Cómo es trabajar mano a mano con Pepe Sacristán? ¿Impone?

-Una suerte tremenda y un aprendizaje constante. Compartir el escenario con Pepe, durante estos dos años largos que llevamos con la obra, está siendo una experiencia increíble. Además, todo el mundo le quiere y le respeta, tiene una sabiduría maravillosa y su trayectoria es envidiable. Siento una profunda admiración por él.

-Bueno, Sacristán también ha alabado tu trabajo. De hecho, fue él quien te eligió para darle la réplica en esta obra.

-Sí. Ya habíamos trabajado juntos en la obra El loco de los balcones y cuando surgió el proyecto de poner en marcha Muñeca de porcelana fue Pepe quien me eligió para estar mano a mano sobre las tablas. Imagínate, es un orgullo inmenso. Una satisfacción tremenda.

-¿Qué tiene el teatro que a todos los actores os hechiza? ¿Prestigio, reconocimiento de crítica y público, el subidón del directo o que se trabaja sin red?

-El teatro es hermoso y mágico por esa relación que se mantiene con el público. Amo el teatro y no lo voy a dejar jamás, pero también es sacrificado. No está tan valorado como el audiovisual, pero te curte como actor y te enriquece mucho como persona. Pero te confieso que, aunque ahora estoy feliz, cuando acabe con la obra, no tengo nada más. Y no tener trabajo da mucho vértigo.

-Actor, cantante y director. Casi nada. ¿Algo más?

-¡Ja, ja, ja! Me fascinan las tres facetas. Cantar es mi pasión, actuar es mi sueño infantil y a través de la dramaturgia me convierto en un detective de las letras y los textos. ¿Por qué tengo que elegir?

-Sin embargo, tú ibas para periodista, ¿verdad?

-Sí. Empecé Periodismo y en tercero lo dejé. Me pareció tan decepcionante para mí que no le vi sentido continuar con la carrera.

-Pero todo cambió con el musical «Hoy no me puedo levantar» en el que interpretaste a Colate.

-Es que me cambió la vida. Me dio independencia, interpreté a Colate, un personaje maravilloso, que fue muy valorado, porque era la primera vez que se abordaba la historia de un chico enganchado a la heroína que terminó suicidándose. Fue un regalo. Además, conocí a un grupo de compañeros extraordinarios como Inma Cuesta y Adrián Lastra, entre otros, y viví por primera vez el éxito.

-¿Y el otro regalo fue interpretar al inolvidable asesino Isidoro Gómez en «El secreto de sus ojos»? ¿Cómo te llegó este personaje?

-Fue otro regalo de la vida inesperado. Fue de rebote. Se cayó el actor que estaba previsto que interpretara a Isidoro Gómez y se pusieron a buscar como locos a otro actor español, por el tema de que la película es una coproducción. Hice un casting con siete actores aquí en Madrid y después realicé una prueba. Salí contento, me dio buena impresión. Recuerdo que me fui al cine para desconectar y cuando salí me enteré de que Campanella me había seleccionado. Esa noche me leí el guion de un tirón. Estaba entre emocionado e impresionado por la responsabilidad. Tres días después cogí un avión rumbo a Argentina. Sin duda, es uno de los personajes que han marcado mi carrera.

-¿Cómo se construye un personaje como el de Isidoro Gómez? ¿Dónde buscaste como actor para encarnar el mal con mayúsculas?

-Es complicado de explicar. Me permití el lujo de bajar al Hades para recoger lo peor de mí y me introduje en el mundo fantasioso y neurótico de este hombre. Para mí, lo principal era que se trataba de un hombre locamente enamorado. Trabajé en esa idea de amor tan absoluto y obsesivo que incluso te puede llevar a destruir aquello que amas. También, en momentos de duda, conté con la ayuda telefónica de uno de mis maestros, Juan Carlos Corazza.

-¿Y cómo fue estar de repente dándole la réplica a Ricardo Darín o Soledad Villamil? ¿Cómo son ellos en pleno rodaje?

-Recuerdo que el día que rodamos la secuencia del interrogatorio, por la mañana, se me acercó Soledad y me dijo de repente: «Oye, ¿tú vas a seguir mirándome así todo el día?», y me quedé pálido… ¡Yo ni era consciente de que la estaba mirando! Pero es que ella es maravillosa, muy metódica y trabajadora, llega al set con los deberes hechos. En cuanto a Darín, tiene una facilidad absoluta para entrar y salir del personaje, y siempre está de buen rollo, creando muy buen ambiente, contando chistes. Fue una experiencia alucinante.

-Y no solo tu interpretación fue muy alabada por la crítica, sino que además «El secreto de sus ojos» ganó el óscar a la mejor película extranjera.

-Mi sueño infantil hecho realidad. Fue increíble. Fíjate, siempre me arrepentiré de no haber ido a la ceremonia, pero siempre pienso que un trocito de ese óscar es mío y la satisfacción es enorme.

-¿Y hay vida después del óscar?

-Sí y no. Fue un regalo maravilloso, pero también tiene un poco de veneno, porque todo lo que hice después eran personajes de psicópata o asesino. Yo interpreté a Isidoro Gómez, pero yo no soy él. Me costó un tiempo limpiar el rastro de Isidoro de mi cara.

-Otro título que sorprende de tu trayectoria es «La lista», donde rodaste con Hugh Jackman y Ewan McGregor.

-Fue otra experiencia fantástica, otro regalo de los buenos. También llegué por un casting. A través de mi representante nos llamaron a varios actores que hablábamos inglés. Hice una prueba y me seleccionaron. No me lo podía creer. La primera vez que iba a Nueva York e iba a rodar con dos actorazos.

-¿Impresiona verse frente a frente con Hugh Jackman?

-Sí. De hecho, me puse un poco nervioso. Sin embargo, él es encantador, un tipo bastante cercano y simpático, un seductor por naturaleza. Le sugerí que repasáramos el texto y aceptó sin problema. Fue genial.

-¿Trabajar con actores de la talla como Ricardo Darín, Ewan McGregor o Vigo Mortensen deja huella?

-Sí, claro. Procuro aprender al máximo de esas experiencias, pero luego hay que relativizarlo, porque eso pasa y hay que seguir adelante y no siempre es sencillo en este oficio.

-Eso suena un poco decepcionante. ¿No crees?

-Suena frustrante, porque aunque se valora mi trabajo, no me llaman los grandes como Monzón, Amenábar o Almodóvar y es un poco decepcionante y triste.

-¿Hacia dónde enfocas ahora tu carrera? ¿Cuál es tu objetivo?

-Hacer cine. Estoy deseando que me llamen para hacer algo interesante en la gran pantalla.

-¿Disfrutas?

-Pasando tiempo con mi familia, quedando con mis amigos, yendo al cine y leyendo.

-¿A qué series estás enganchado?

-Me está gustando mucho La casa de papel, me fascinó A dos metros bajo tierra y la interpretación del protagonista de Breaking Bad es sensacional.

-¿Algo pendiente?

-¡Claro! Sobre todo dirigir cine.

-¿Lo mejor de la vida es?

-Estar en paz con lo que hago, seguir teniendo ilusión y no sentirme solo.