Genialidad, humor bestia y niños políticamente incorrectos

J. C. G. GIJÓN

CULTURA

Un momento de la presentación de «Niños listos como serpientes», de Javi Guerrero, en la Feria del Libro de Gijón
Un momento de la presentación de «Niños listos como serpientes», de Javi Guerrero, en la Feria del Libro de Gijón

El autor de cómic y escritor gijonés Javi Guerrero presenta (en ausencia) su libro de relatos «Niños listos como serpientes», editado por Pez de Lata

18 jun 2018 . Actualizado a las 09:17 h.

Javi Guerrero (Gijón, 1967) ya se las había visto con un ictus. El segundo, que padeció hace unos meses, le llevó  la UCI de la peor manera posible y le tiene rehabilitando el HUCA, apartado de los trastos de dibujar, los de escribir y los establecimientos donde sirven los mejores vinos de su barrio, impidió que ayer estuviese presente en la Feria del Libro de Gijón para la puesta de largo de su obra maestra (hasta el momento): un volumen de relatos -con algunos de sus inconfundibles pueriferoces dibujos también- que tituló Niños listos como serpientes y que sería, a pesar de ese título o precisamente por él y por todo lo que viene detrás, el último libro que la mayor parte de los padres sensatos querrían ver en manos de su progenie. Otra cosa es lo que pensase la progenie, que de seguro encontrarían los textos de Guerrero menos fuertes que la mayor parte de sus propias ocurrencias de todos los días. No es descartable que el propio autor, propietario de uno de los humores más brutos, más tiznados y también más fieramente humanos de los que se practican en este país, hubiese bromeado sobre las ventajas de convalecer de un ictus, incluso el propio, para escaquearse de una presentación literaria. Y que hubiese encontrado no solo normal sino digno de encomio el desliz del programa que incluyó la presentación de su nuevo libro entre las actividades para la infancia de la Feria del Libro de Gijón.

Por suerte para la organización y para los servicios jurídicos de la Fundación Municipal de Cultura, no hubo niños en la carpa donde se presentó el volumen editado por Pez de Lata, que añade un hito más al mundo de niños bordes, dulcemente escatológicos, tiernos en su salvajismo, avispados como ofidios y sobre todo mucho más listos y menos mezquinos que sus mayores que han ido desfilando en sus cómics y relatos previos: Mi Marisa es un ángel, Donde hay globos hay alegría, Mira qué tonto + El baile de las moscas Silvia, Dios está en el BOE, el autobiográfico Dolce pensare niente y sus colaboraciones en la revista TMEO o en el extinto colectivo satírico-digital Fundición Princesa de Astucias. Salvo Lucía Nosti, de este último club provinieron casi todos los intervinientes en la presentación, algunos de ellos tocados con gorras y portando bastones como los que suele usar Guerrero en un acto que tuvo también mucho de homenaje y en el que se pronunciaron palabras tan tremendas como «genialidad» junto a otras que no suelen formar parte de las presentaciones literarias ni, en general, de los actos públicos convencionales. Aparecieron en los breves retratos del autor y en las también breves lecturas de sus textos, que provocaron carcajadas tocando las neuronas del placer políticamente incorrecto y seguramente culpable. Al menos hasta que el Gobierno Sánchez emprenda determinadas reformas legales.

Enrique del Teso, Ángel Gallota, Marcelino de la Fuente, Goyo Rodríguez, Álvaro Noguera y Lucía Nosti dejaron claro que no estaban allí solo por amistad, sino porque «el libro es cojonudo» y elogiaron lo que Del Teso describió como «humor negro basado en la audacia» de alguien que vive en la «los psicólogos llaman independencia de campo» y que, por lo tanto, «como los niños, no tienen reglas». También quedó claro que lo de Javier Guerrero no es «pose ni planificación estratégica para llamar la atención» sino una forma de «talento poco común», envuelta en «un humor bestia al que no estamos acostumbrados en España» y que en países como Francia hubiese dado con los huesos de Guerrero en Charlie Hebdo, por ejemplo, «lo que hubiera hecho que se lo llevaran por delante». Otro ejercicio de pasados posibles conjeturado por los presentadores se preguntó qué hubiera pasado con Guerrero y sus publicaciones en la Fundición Princesa de Astucias bajo la Ley Mordaza. Apareció en este punto la palabra «enchironao». E incluso aquellos que admitieron que su humor no les gusta «porque es muy bestia» tuvieron que admitir que «aunque su humor no es de mi agrado, él sí». Y, en fin, para demostrar que nada hay de provocación ni de pose y que lo de Javi Guerrero es una visión del mundo, quedó el testimonio de la primera palabra que pronunció tras salir de su último coma: «Pollas». Y de que, para confirmar que era exactamente eso lo que había dicho ante las dudas de Lucía Nosti, el recién regresado escenificó la mímica universal para una felación. Por muchos años.