El filósofo norteamericano Michael J. Sandel agradece en una breve nota un galardón que recibe mientras su esposa y sus hijos preparan la solicitud, como judíos sefardíes, de la nacionalidad española
30 may 2018 . Actualizado a las 20:29 h.Para Michael J. Sandel, la noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que recibía de buena mañana al otro lado del Atlántico, no solo ha tenido las habituales connotaciones del orgullo académico y la satisfacción personal. También se ha dado en este caso una circunstancia especial, a la vez familiar y conectada con uno de los mimbres profundos de su pensamiento político-moral. En un breve correo, el filósofo y autor de Justicia tenía conocimiento de su designación como el nuevo ganador del premio «en el mismo momento» en el que su esposa, Kiku Adatto, de origen sefardí, y sus hijos están preparando la solicitud para convertirse en ciudadanos españoles.
Así lo hacía saber Sindel en una breve comunicación en el que ha manifestado, en primer lugar, sentirse «profundamente honrado» por la concesión de un premio convocado bajo el aliento de los «ideales humanísticos» de una institución como la Fundación Princesa de Asturias «que importan más que nunca en un tiempo en el que el discurso civil y el respeto mutuo encaran malos tiempos en todo el mundo»: «Estoy orgulloso de verme asociado con la misión de la Fundación de promover el entendimiento cultural y las ideas del pluralismo».
Pero -prosigue Sandel- «el premio es aún más significativo dada mi cercana conexión personal con España»: «Mi esposa, Kiku Adatto, proviene de la comunidad de judíos sefardíes que fue expulsada de Sevilla en 1492 pero sigue hablando Ladino y mirando hacia España como su patria espiritual. En reconocimiento de esta historia, España recientemente invitó a los sefardíes de todo el mundo a solicitar la ciudadanía española. Escucho las noticias del Premio Princesa de Asturias en el mismo momento en el que Kiku y nuestros hijos están preparando los documentos para solicitar la ciudadanía española». Por eso, concluye el filósofo norteamericano, «recibir este premio de España tiene un significado especial a la luz de la herencia sefardí de mi familia».
Responsabilidad comunitaria
Este hecho doméstico conecta con uno de los temas abordados por Sandel en sus reflexiones sobre la responsabilidad moral y política de los colectivos, al margen de las responsabilidades individuales. Desde sus posiciones comunitaristas, el pensador ha defendido que las comunidades heredan la responsabilidad sobre las acciones realizadas por sus antepasados a lo largo de la historia. Esa transferencia de la culpa y la necesidad de pedir perdón la ha aplicado a su país, respecto al esclavismo o el exterminio de indígenas, a la Alemania nazi por la Shoah... y también a los españoles, tal y como recordó durante su visita a este país en 2011 para presentar su obra magna, Justicia. En esa responsabilidad histórica se incluye no solo la conquista sino también -hecho al que es de suponer que le vincula una sensibilidad especial- la expulsión de los judíos de Sefarad, de España, por los Reyes Católicos en 1492. Es de suponer que la medida especial a la que se acogerá su esposa contribuye, a ojos de Sandel.
Posiciones como esta se enmarcan en un pensamiento en cuyo centro confluyen varias tradiciones filosóficas y políticas, principalmente la gran corriente teórica republicana, en torno a valores como la comunidad, el igualitarismo o el autogobierno, que contribuyen a la construcción de una forma de libertad que no se reduce a la libertad de elección individual del liberalismo. La justicia como elemento capaz de impregnar a la vez el Estado, la sociedad y el mercado es el núcleo de este pensamiento que advierte que la desigualdad no solo afecta al reparto de bienes y rentas, sino que desgasta prufidamente la esencia de lo público, de una convivencia basada en el sentido de la comunidad y en la virtud cívica.
La libertad es algo así como una construcción que se consigue de forma colectiva a través del ejercicio de la justicia en todos los frentes; y el medio es el debate público guiado por la razón, el diálogo por encima de distintas formas de entender lo deseable individual y colectivamente. Sandel dialoga con Aristóteles, Kant, Stuart Mill o el contemporáneo John Rawls, pero es además un incansable -y muy mediático- promotor de esa misma actitud de permanente debate y diálogo desde sus muy concurridas clases y sus sesiones en las redes o la televisión. Un socrático de la era digital que pone líneas rojas a la omnipotencia del mercado, a los gobernantes autoritarios sin compromisos con la verdad y a los argumentos desnudos de la libertad individual desligada del bien común. Y además, huyendo a la vez de la abstracción y de la utopía, con una capacidad fuera de lo común para dar cuerpo a las reflexiones filosóficas con hechos tomados del día a día de un mundo donde es más fácil compender la injusticia y el conflicto que sus opuestos.