El mundo de la música también vive su particular revolución feminista. En los últimos años, estudios y escenarios han visto cómo las mujeres se olvidan de meros roles interpretativos y adquieren relevancia en las listas de éxitos como creadoras y compositoras en todos los estilos imaginables
30 mar 2018 . Actualizado a las 12:28 h.No es ningún secreto. La industria musical, y ciertos géneros en particular, nunca han sido un terreno en el que las mujeres optaran a ser las verdaderas protagonistas. Ha habido, por supuesto, excepciones; pero si miráramos atentamente los nombres de las últimas décadas sería fácil comprobar el altísimo porcentaje que ocupan los varones como artistas de éxito, y de qué manera concreta.
El mundillo musical está viviendo estos días su propia destrucción de fantasmas, generalismos y tópicos. Hasta no hace demasiado tiempo sorprendía encontrar una bajista o una baterista en la banda de turno que hoy toca en la ciudad. Por suerte, esa amarga tendencia comienza a extinguirse. Hay mujeres instrumentistas en grupos de rock, pop o metal, y a nadie le extraña. No solo eso, sino que en muchos casos forman parte del núcleo compositivo del grupo, ese que hace que las cosas lleguen a buen puerto.
Durante buena parte de la historia contemporánea de la música, las mujeres han ocupado papeles más interpretativos que compositivos. Si se echa un ojo a la industria pop de los últimos treinta años se puede otear la ingente cantidad de cantantes femeninas. En su mayoría, las letras y las melodías pertenecen en realidad a un productor. Las cosas están cambiando, y España puede ser un ejemplo perfecto de ello.
La aparición de artistas como Rozalén o Zahara suponen un soplo de aire fresco. Su vitalidad, talento y manera de asaltar el cancionero del que disponen son una muestra perfecta del siglo XXI, del papel de protagonistas reales y que este hecho sea habitual, no excepcional. La lista de compositoras españolas se amplía cada año, y no solo eso, muchas asoman unas creaciones bastante más interesantes que sus homólogos masculinos en cuanto a la canción de autor se refiere. El eclecticismo de La Bien Querida asombra en sí mismo, y pocos cantautores de este país se acercan a su conjunción estilística, atascados en una figura más tradicional; poco interesante de cara a las nuevas generaciones.
La juventud es un grado. Rosalía, junto a Raül Refree, ha logrado revolucionar un género tan complejo y reticente al cambio como es el cante jondo. Su disco, Los Ángeles, se alzó como una de las joyas del pasado 2017 gracias a la lírica que encierra, el oscurantismo de sus sentimientos y, por descontado, la impresionante parte vocal de la cantaora.
La comunidad gallega no es ajena a las mutaciones que vive la comunidad musical. Voces como la de María Xosé Silvar, Sés, se han alzado poderosas y con mensaje. La coruñesa es un referente de vitalidad y personalidad sobre un escenario por el que camina entre el blues y la música tradicional. Bandas como Agoraphobia también han sacado músculo. La suya es una carrera de fondo en la que se han demostrado infatigables, y que las ha llevado a editar el notable Incoming noise, ejemplo ideal de su maduración musical. De igual manera, Bala se ha acogido al fenómeno del formato dúo, tan popular estos días, y se han definido como un huracán de distorsión guitarrera y estruendosa batería. La crítica llegó a situarlas como una de las bandas del momento y allá por donde pasan dejan un reguero de melenas despeinadas y oídos taponados.
ROZALÉN
Pasito a pasito, la joven cantautora de Albacete ha ido asfaltando su propio camino a base de melodías positivas que brinda al aire. Ha asaltado la agenda mediática de una manera un tanto desafortunada: su canción «Girasoles» resultó ser la favorita de Gabriel Cruz, el niño asesinado en Almería.
ZAHARA
Que sea ahijada de Sabina, a estas alturas, es una anécdota que la de Úbeda ríe en las entrevistas. Su talento y manera de asaltar las canciones la han convertido en una de las artistas referentes de estos tiempos. También gusta de la prosa. En el 2017 publicó su primera novela.
ROSALÍA
Catalana de alma flamenca, Rosalía firmó junto a Raül Refree uno de los discos más importantes del 2017. Un dibujo novedoso y abrumador del cante jondo que sobrevuela las notas de una guitarra. Su nominación a los Grammy Latino señala un futuro prometedor, más allá de toda duda.
ANNI B. SWEET
Ver y escuchar a Ana López en una sala de aforo reducido puede llegar a ser una experiencia sanadora, casi catártica. Sus continuas colaboraciones con otros artistas españoles ya consagrados la han puesto en el punto de mira del público, que aplaude su delicadeza acústica, medida y fresca.
LA BIEN QUERIDA
La bilbaína Ana Fernández-Villaverde no ha hecho más que ampliar un repertorio bello y conciso desde que en el 2007 grabó su primera maqueta, animada a meterse en el mundillo musical por Jota, de Los Planetas. Su música ecléctica resulta un ejercicio continuo de exploración.
AGORAPHOBIA
Su último disco se sitúa como un apetecible regalo de composiciones. Crudo y denso, a la par que potente. Las Agoraphobia han sabido crecer y mantenerse en una industria difícil. La lista de festivales a sus espaldas intimidaría a cualquiera. Mucho camino, y mucha gasolina, por delante.
CORA SAYERS
Cora Sayers es esa artista que nunca acaba de deshacer la maleta. Sea en Galicia, España o Europa, convierte escenarios en hogares. La apertura pontevedresa para Jorge Drexler ha reflejado sus canciones a un nuevo público. El cambio del inglés el castellano, su gran acierto.
BALA
El dúo formado por Anxela
y Violeta ha sobrepasado cualquier estimación que una banda gallega suele albergar. Han golpeado escenarios en Japón y Australia, y nadie que las vea en directo puede pasar por alto el voltaje y la potencia que sudan. Un contundente golpe de distorsión.