Asturias, paraíso postnuclear

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

Un momento del preestreno de «La Zona» en el Teatro de la Laboral
Un momento del preestreno de «La Zona» en el Teatro de la Laboral

Un abarrotado Teatro de la Laboral disfrutó de los dos primeros capítulos de «La Zona», que hoy estrena Movistar+ y confirma la versatilidad del Principado como escenario de rodajes

27 oct 2017 . Actualizado a las 18:32 h.

Si todo sale como la cosa lo merece, Asturias añadirá un nuevo título a aquellos que la identifican para ante el mundo. Además de la cuna de la Reconquista, el Paraíso Natural o la patria del cachopo, el Principado será «el sitio donde rodaron La Zona» a partir de este viernes; una fecha singular para las aspiraciones asturianas de convertirse en plató natural para la industria cinematográfica y televisiva, puesto que el estreno de la serie creada por los hermanos Sánchez-Cabezudo para Movistar+ coincide con el de la llegada a las salas comerciales de El secreto de Marrowbone, el largometraje de Sergio G. Sánchez filmado también, en su mayor parte, en Asturias. Porque La Zona tiene vocación, ambición y, sobre todo, mimbres sobrados para hacer historia en los anales de la ficción televisiva española.

Quedó claro en el pase en preestreno, anoche en un atestado Teatro de la Laboral, de los dos primeros capítulos de los ocho que a partir de hoy podrán verse en VOD y cada jueves en #0 de Movistar+ ante un público integrado en buena parte por habitantes de La Zona misma: vecinos -con sus alcaldes a la cabeza- de algunos de los 160 enclaves donde se ha filmado este ambicioso proyecto en clave de thriller dramático que transforma Asturias en un oscuro y atormentado Chernobil cantábrico. Los propios autores de la serie -Alberto y Jorge Sánchez-Cabezudo, responsables de la solvente adaptación del Crematorio de Rafael Chirbes, y director de los ocho capítulos el segundo de ellos- dieron brevemente la cara por su criatura acompañados del productor ejecutivo de La Zona, Fran Araújo, de la responsable de Telefónica en Asturias, Paula Beirán, y del viceconsejero de Cultura, Vicente Rodríguez, en representación de la Film Commision de Laboral Cinemateca que ha colaborado estrechamente sobre el terreno, como lo hizo con Marrowbone.

Rodríguez espera que La Zona sea, según anunció sobre el escenario del Teatro de la Laboral, la mejor demostración de que Asturias es una «opción elegible» a la hora de planificar rodajes. Es bastante probable que eso quede patente en las ocho intensas y cuidadas entregas de 50 minutos de la serie; porque no será, desde luego, el atractivo turístico el que esta vez encuentre vehículo en la ficción audiovisual. Porque lo que se muestra en la historia encabezada por el torturado policía Héctor Uría, que interpreta con una quebradiza sobriedad Eduard Fernández es una Asturias que también existe, incluso sin necesidad de accidentes nucleares -la Asturias industrial y postindustrial, herrumbrosa, sombría, sembrada de maleza y ruinas fabriles- que además en este caso aparece empapada por la radiactividad que ha obligado a desalojarla y a convertir ciudades como Gijón en verdaderos campos de refugiados.

Escenario coral

La Asturias silvestre y edénica que cualquiera espera en cualquier pantalla dura apenas cuatro engañosos planos de bosques en el arranque de la historia; la frenética persecución de una contrabandista por policías equipados con indumentaria antirradiación mete al espectador de hoz y coz en un escenario coral donde caben lobos hambrientos que merodean por las naves abandonadas; psicópatas que matan a sus anchas en un mundo tan desolado como el de Stalker de Tarkovski (pero sin nada de su mística magia); vecinos expoliados tras el accidente que intentan hacer piña porque nadie da la cara por ellos; sanitarios que se dejan literalmente los pelos de su cabeza por seguir haciendo su trabajo a despecho del peligro… Y desde luego, la peor de las contaminaciones: la corrupción moral. En el centro está el superviviente policía que interpreta Eduard Fernández.

Todo ese retablo postapocalíptico, pero perfectamente verosímil y cotidiano, se narra como se espera de la mejor ficción seriada para televisión en estos tiempos: tomando al espectador como un ser inteligente y sin prisas, cuidando el detalle -desde la composición de personajes o los diálogos hasta los decorosos pero impecables efectos digitales- y trenzando tramas que rehúyen el esquematismo psicológico o moral. La ambientación modela al milímetro una Asturias desolada que sobrevive entre la penumbra y la oscuridad; un territorio que quizá muchos asturianos no encuentren tan ficticio pero que, sin duda, va a demostrar más allá de las fronteras autonómicas que el Principado no solo es plató para idilios con una naturaleza idílica de fondo. Asturias, en La Zona, es el perfecto paraíso postnuclear.