Desembarco en la Mostra de los filmes de Clooney, Del Toro, Alexander Payne o Aronofsky, favoritos para los Óscar
30 ago 2017 . Actualizado a las 16:09 h.Mirando a lo que se viene en la 74.ª Mostra que hoy arranca, alguien en Cannes debe de estar más que mosqueado pensando en la evidencia de que Hollywood ha dejado de interesarse radicalmente por la Costa Azul y tiene ya su devoción puesta sin ambages en Venecia. El programa del certamen italiano es un desembarco en toda regla de los autores que más suenan para los próximos Óscar: Suburbicon, de George Clooney; La forma del agua, de Guillermo del Toro; Mother, de Darren Aronofsky y, sobre todo, Downsizing, de Alexander Payne, anuncian este romance del cine norteamericano con el Lido. El filme de Payne, que inaugura el festival, viene a suceder a aperturas de la Mostra en los últimos años -La La Land, Spotlight, Birdman o Gravity- que coinciden casi como una cábala con lo que luego triunfa en la gala de las estatuillas doradas.
Hollywood y la Mostra viven un tórrido affair que celebrará la octogenaria carrera de Robert Redford y Jane Fonda, leones de oro honoríficos, con el pase de Nosotros en la noche, uno de esos filmes de amores más que otoñales que es excusa para celebrar a quienes reinaron tanto tiempo en el star system. Y recibirá la Mostra, en el otro extremo de la vida, a la emergente Jennifer Lawrence, además de a Matt Damon, Michelle Pfeiffer, Julianne Moore, Frances McDormand, Ethan Hawke o Michael Caine. También habrá guiños cinéfilos como el estreno del esperadísimo documental The Devil and Father Amorth que el longevo director de El exorcista, el infatigable William Friedkind, ha rodado con un anciano sacerdote italiano que practica exorcismos veros e ben trovatos sin la ayuda del padre Karras. Y ya puestos a descolocar al hasta ahora intocable Cannes, Venecia le roba estos días, de modo casi irreverente, la nueva película de Abdellatif Kechiche, el francés ganador de la Palma de Oro por La vida de Adèle y quien, tras un sonoro desencuentro el pasado mayo con el festival galo, presentará aquí Mektoub, my love: Canto Uno.
Pero esta Mostra que se ha venido arriba tiene muchas caras: además de la hollywoodiense, está la abiertamente política. El certamen otorga en su programa un abigarrado protagonismo a la mafia, en concreto a la Camorra: un insólito musical protagonizado por un clan gangsteril napolitano, Amore e Malavitta, de los Manetti Bros, asegura jaleo. Y una exhibición de realidad virtual, Gomorra VR, sumerge al espectador en lo más aterrador del paisaje-camorra de Scampia, en una experiencia provocativamente antetitulada La calle es nuestra. De momento, un visible cartel que exclama La Mostra contra la mafia aparece colgado frente a la plaza de San Marcos. Habrá que ver lo que da de sí el baile de San Vito de tanto camorrista.
Javier Bardem y Escobar
De quien sigue sin ser la calle de este festival -y desgraciadamente la de la de ninguno de los grandes certámenes internacionales- es del cine español. En otro año de sequía, Venecia no será la excepción a la hora de preterir la presencia de nuestra industria. A no ser que ustedes quieran considerar que Loving Pablo, el filme sobre el narco-star Pablo Escobar que se verá fuera de concurso y que dirige Fernando León de Aranoa es cine español. Está aquí por lo que está: porque en ella Javier Bardem y Penélope Cruz terminan de imprimir la leyenda de Escobar, Cid coca-campeador de Netflix después de muerto. Pero no duden de que si, en lugar de Bardem y Cruz, el dueto de esta love story en tiempos de colombiana gonorrea hubiera sido un Resines-Verdú la película sería directita carne de la vallisoletana Seminci.
El cine español para los grandes festivales es, malgré lui, Almodóvar de chef de un palmarés. O un Bardem enharinado, quien en Venecia repite junto a Jennifer Lawrence en la Mother de Darren Aronofsky. Más allá de eso, la marca España -que se permite ningunear desde Madrid a valores ya contrastados como Oliver Laxe- es un oxímoron.