El chiringuito y la barbacoa son su escenario, sobre el que se mueve como pez en el agua pese a que algunos lo miren con sonrisa condescendiente
03 nov 2021 . Actualizado a las 16:20 h.Georgie Dann, o el héroe de las canciones del verano. A sus 77 años sorprende la vitalidad física y mental que su voz anuncia, pausada pero ágil, y con un gran sentido del humor.
—Fue maestro en Francia y componía para sus alumnos. ¿Puede que eso le influyera en las canciones futuras?
—No lo sé, sería difícil decirlo. Ya lo decía Gabriel García Márquez: «La inspiración no tiene explicación, viene cuando viene». Antes de ser maestro ya componía y ya hiciera canciones, pero es cierto que fue ahí cuando alguien me llevó a la televisión por primera vez.
—¿Cómo fue aquello?
—Me comentaron que había venido el padre de una niña a verme, pero desconocía el motivo. Pensé que quizás venía a quejarse por algo. Al llegar me cantó la canción que habíamos estado ensayando en clase. «Desde hace un mes la cantamos todos en casa, hasta la abuela. Le quiero llevar a la televisión». Resulta que era un director del canal, y digo canal porque había solo uno en aquel momento en Francia. Imagínate la cantidad de gente que lo vio.
—Su primer éxito.
—Me empezaron a llamar de todos los lados, para salir más veces, para hacer anuncios… Luego grabé un disco y tras recorrer Latino América me instalé en España. Por cierto, de la escuela francesa me pidieron que me fuera. Pregunté si había hecho algo mal. Nada de eso. Lo que pasaba es que no paraban de venir padres para apuntarse a las clases de música y no daban abasto (ríe).
—La canción del verano es sinónimo de Georgie Dann. ¿Existe una receta mágica para crear una?
—No lo creo. Siempre he tenido mucho cuidado a la hora de componer... Muchas veces el término de canción del verano no se aplica como algo serio, pero yo siempre me lo tomé con mucha disciplina. Lo cierto es que La Barbacoa ha ido pasando de generación en generación y se canta. Sigue viva. Hoy, pues sigo intentando hacer las canciones de la mejor manera posible.
—Usted siempre se ha mostrado alegre y divertido. ¿Es así como concibe la música?
—Empecé con canciones lentas y serias, pero una casi humorística tuvo mogollón de éxito en Francia. Me encuentro bien haciendo canciones alegres. He bebido mucho del folclore americano, por ejemplo, y sin darte cuenta haces algo y tiene esa vena que fuiste adquiriendo. ¿Los videoclips? También. Hay canciones buenas y malas, canciones que tienen más éxito y menos; pero yo no puedo quejarme, la verdad.
—Hablando de canciones buenas y malas, tengo entendido que en su día la discográfica pensó que El Chiringuito era una broma de mal gusto.
—Al director de la discográfica le pareció horrible. «¿Adónde hemos llegado? Es una letra vulgar», me dijo. Le respondí que él estaba en un despachó y que yo vivía en la carretera, y sabía perfectamente qué iba a escuchar la gente ahí fuera. La canción se me ocurrió en Málaga, cuando se montara un follón tremendo con las licencias de los chiringuitos y tuvieron que cerrar. Cuando volvieron a abrir todos pusieron mi canción. En Alemania llegó al número tres, en Suiza al uno… No sabían qué decía, pero les encantaba.
—Hace poco el Instituto Vasco de la Mujer creó una lista con 200 canciones no sexistas. ¿Ha seguido la polémica que se generó?
—No me enteré mucho del tema, y no puedo decirte demasiado pero, en referencia a ciertos episodios de este tipo, a veces la gente se aburre y busca donde no hay. También en política o en el día a día. La vida hay que vivirla y está para pasarla bien. Estamos cuatro días y yo nunca he querido meterme en peleas con nadie. Cada año trato de lanzar un disco o una serie de canciones positivas, para disfrutar. A eso me dedico.
—Tiene ya 77 años pero se mantiene perfectamente, ¿algún pacto con el diablo?
—(Ríe) Nada de eso. Cuido bastante mi alimentación y también gusto mucho de nadar. Puedo tirarme tres cuartos de horas nadando en la playa, es algo que disfruto. Si no hay playa, pues piscina, pero es una cosa que llevo muchos años haciendo.