Camarasa elabora su propio diccionario sobre el «noir» y repasa la historia de su mítica librería
16 mar 2017 . Actualizado a las 07:59 h.Negra y Criminal, en Barcelona, fue durante años la única librería de España especializada en literatura negra. Su encanto no pasó inadvertido para escritores consagrados como James Ellroy, que quiso comprarla hace años. «Quizás estaba de broma, pero lo dijo nada más entrar», cuenta Paco Camarasa (Valencia, 1950), propietario junto a Montse Clavés de este establecimiento cerrado en el 2015. Apenas unas semanas después de dejar la dirección del festival BCNegra -tras 12 años al frente-, Camarasa acaba de presentar en Madrid Sangre en los estantes (Destino, y ya en su cuarta edición), libro en el que cuenta la historia de este popular género. También rescata algunas anécdotas (como la de Ellroy).
-Se trata de un libro sobre novela negra. ¿Por qué lo ha escrito?
-Porque no existía nada parecido. Y para aclarar conceptos. Por ejemplo, Agatha Christie y Hammett escriben sobre delitos, pero de un modo tan diferente que parece que vienen de planetas distintos. El libro aborda la novela negra a través de sus autores y de mi experiencia como librero, y recoge la historia de la librería y anécdotas de cada escritor.
-¿Tiene algo que ver con que haya cerrado Negra y Criminal?
-Sí, claro. Escribir un libro como este era un viejo deseo de explicar los distintos matices del género y su amplitud. La novela negra puede servir como elemento de análisis y llegar a aquella parte oscura a la que el periodismo de investigación no llega. La novela negra es la novela realista del siglo XXI, pero también es un buen elemento de entretenimiento.
-Negra y Criminal estuvo abierta entre el 2002 y el 2015. La cerró, dijo usted, por cansancio.
-Sí. Montse y yo nos cansamos un poco, pensamos que había un trabajo hecho que no se correspondía con la cantidad de clientes que teníamos. Mucha gente dejó de venir y yo no puedo luchar contra los hábitos de consumo. Cuando cerramos, sentimos que ya habíamos hecho nuestra tarea. Había circuitos y premios de novela negra, el género se puso de moda y otras librerías ampliaron su fondo de novela negra.
-¿Por qué tal interés por el «noir»?
-Los lectores del género, los pocos que había, siempre han sido muy fieles. A partir del fenómeno Stieg Larsson, comenzaron a aumentar. Y poco a poco se ha ido logrando que la novela policíaca y la negra no tuvieran tan mala prensa. En España estamos perdiendo la vergüenza de leerlas.
-¿A qué se debía esta mala fama?
-Parece que todo lo que da placer y no es costoso no puede ser bueno. Los autores policíacos son muy prolíficos, les cuesta poco escribir. Y no solo eso, sino que además disfrutan escribiendo. Eso estaba mal visto entre algunos escritores. Muchos la consideraban literatura facilona sin darse cuenta de lo costoso que es escribir una buena novela negra.
-Para que una novela sea «noir» ¿basta con que exista un crimen?
-No. Por ejemplo, uno de los clásicos de la novela negra es ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy, donde prácticamente no hay ni crimen ni investigación. Toda novela negra depende de un personaje, una trama o una atmósfera. Un buen noir debe hacerte conocer la realidad algo más de lo que la conocías cuando comenzaste a leerla.
-¿Cuál es su importancia en la literatura contemporánea?
-En este momento hay muchos autores influidos por ella. Por ejemplo, Rafael Chirbes no es un autor de novela negra, pero sus obras Crematorio y En la orilla lo son porque recogen toda una atmósfera que profundiza en la corrupción y mezquindad moral de las personas.
-¿Cuándo llegó usted al «noir»?
-En la universidad, cuando cayó en mis manos Cosecha roja, de Dashiell Hammett. Me pareció fantástico cómo a través de una novela policial muy corta se hablaba de la degradación de una ciudad y de la corrupción.