Opta a su segundo Oscar de Hollywood por su papel en «Jackie», que se estrena este fin de semana, en el que interpreta a la esposa de John F. Kennedy en los años en que la Casa Blanca era Camelot. Natalie Portman estudió a fondo a su personaje
17 feb 2017 . Actualizado a las 19:35 h.Camelot. Así llamaban a la Casa Blanca cuando John F. Kennedy era el presidente de Estados Unidos y Jacqueline la glamurosa primera dama. Natalie Portman (Jerusalén, 1981) viste el papel de Jackie en una visión muy personal del cineasta Pablo Larraín sobre los días posteriores al asesinato de JFK y Portman sorprende interpretando a una esposa vulnerable frente a la tragedia. Su brillante actuación le ha supuesto una nominación al Oscar y, si gana, sería la segunda estatuilla de su carrera tras la lograda con Cisne negro. El filme de Larraín es un íntimo relato de su vida dentro de la Casa Blanca.
-¿Supone un reto interpretar a un personaje tan popular y magnético como Jacqueline Kennedy?
-Desde luego, este ha sido el papel más peligroso de mi carrera de actriz. Meterse en la piel de una mujer que todo el mundo conoce es un reto, porque la audiencia sabe cuándo te equivocas. Jamás había hecho un personaje de este calibre y me siento muy orgullosa del resultado.
-Larraín captura a Jacqueline Kennedy desde otra perspectiva, con ojos de extranjero. ¿Cree que ha influido en la película el hecho de que esté contada por un foráneo?
-Por supuesto, él llega sin la influencia de cómo se ve la historia de Estados Unidos en Estados Unidos. Es un punto de vista que añade frescura porque muestra otro lado de Jackie.
-¿Cómo se hacen las costuras a un papel como el de Jackie?
-El trabajo de investigación ha sido muy complicado. Tuve que ver muchas películas de ella, entrevistas grabadas, audios... Mi compromiso me llevó a estudiar su voz, su presencia, su forma de comportarse en cada momento, porque dependiendo de con quién estaba se mostraba de una forma u otra. Cuando daba una entrevista en público, fingía ser tímida, retraída. Sin embargo, su voz subía si se presentaba como la mujer del político. En las cintas de Arthur Schlesinger, que era un amigo, se la escucha distendida, diferente, con un tono y una calidad de voz sin pretensiones. Ese debía ser su tono de voz real.
-¿Ve usted a Jackie como un símbolo norteamericano?
-Era una mujer privada, misteriosa. Una viuda joven que se convirtió en un icono sin desearlo, pero ella era madre y esposa, quería encontrar su lugar en el mundo.
-Y usted, ¿se ha sentido alguna vez como un símbolo?
-Cuando sabes que eres un símbolo, es difícil mantener tu humanidad. Tu imagen se convierte en un maniquí en manos de otros, pero esa imagen tal vez es pura ficción.
-Usted lleva una procesión de premios en lo que llevamos de año. ¿Disfruta con la alfombra roja?
-Es maravilloso vestirse, posar y que te hagan fotos. También que te envíen trajes los diseñadores y tengas oportunidad de estrenar lo más nuevo de la temporada. Pero, tras tres meses de alfombras rojas, tengo muchas ganas de quedarme en casa.
-Después de tantos años trabajando como actriz, ¿sigue viviendo su carrera con la misma intensidad que al principio?
-Sí. Adoro mi trabajo. Además, sé que soy muy afortunada por el simple hecho de trabajar en esta profesión. Me gusta que me paguen bien por lo que hago, y la fama, aunque incomoda, tiene muchas ventajas.
-¿Se piensa en el Oscar cuando uno está nominado y tiene posibilidades?
-Lo más importante para cualquier actor es el trabajo bien hecho. No quiero ser cursi o repetitiva, pero es cierto. No se ruedan películas para ganar premios. Interpretar un buen personaje es una experiencia que, al menos a mí, me llena lo suficiente como para irme a mi casa diciendo: «Estoy contenta». Obviamente, cuando te dicen muchas veces que tu ejercicio de interpretación merece un premio, te sientes halagada, pero no es mi meta.
-¿Se considera una mujer de extremos?
-No. No soy una buscadora de peligros o experiencias extremas, nada que pueda ser una amenaza para mi vida. Soy una mujer a la que le da miedo casi todo. Lo que no me asusta es trabajar mucho, retarme a mí misma, ser capaz de ver hasta dónde puedo llegar. En ese sentido pruebo mis límites y es sensacional. Cuanto más difícil me lo pongo más quiero superarme.
-¿Le gusta encontrar personajes fuertes?
-Yo quiero probar con todo tipo de papeles, intentado encontrar algo que no se parezca en nada a lo anterior, que no lo haya interpretado antes. Ese es mi criterio principal. También me guío por mi instinto. Me interesan las historias actuales que tienen algo que decir, personajes con los que yo me identifico de alguna manera y en los que puedo explorar un mundo diferente al mío.
-¿Se considera una mujer perfeccionista?
-Cualquier arte está en busca de momentos perfectos, en busca de la belleza, que existe por una fracción de segundo. No se puede agarrar y en cuanto la tienes a la vista, desaparece. Yo quiero hacer el mejor trabajo posible dentro de mis posibilidades. Me exijo mucho, pero creo que la perfección en la interpretación es algo subjetivo porque lo que en realidad busca un actor es la imperfección, representar personajes que por naturaleza son imperfectos.