Ambas compiten en las tres categorías clave de los galardones musicales: mejor disco, mejor grabación y mejor canción
12 feb 2017 . Actualizado a las 18:10 h.Este domingo (emitido por DKISS, a partir de las 2 de la maña) tendrá lugar un duelo en el Staples Center de Los Ángeles. Las dos divas pop más grandes del último lustro competirán a ver quién tiene más luz. Por un lado, Adele Blue (Tottenham, 1988). Por otro, Beyoncé Knowles (Texas, 1981). Ambas están nominadas a las tres categorías clave de los Grammy: la de álbum del año, grabación del año y canción del año. Si alguna de las dos se hace con esos tres gramófonos, al instante su imagen empezará a circular por todo el planeta con el titular: «Ella es la reina del pop». Si hay reparto de galardones, seguirá el debate.
Sea como sea, hoy por hoy no existe ninguna otra artista pop más grande -en ventas, en seguidores, en omnipresencia-. Por ello el planteamiento de los premios de Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación responde plenamente a la realidad. Se encuentra por ahí también Rihanna, nominada en ocho categorías menores. También Drake y Kayne West. Pese a su calidad, este domingo ejercerán de actores secundarios en los en la 59.ª edición de los Grammy.
¿Quién ganará? Como favorita parte Beyoncé, que junto a las citadas opta a seis nominaciones más. Varios aspectos hacen que el viento sople a su favor. Se encuentra en un momento de plenitud total, tras la edición de Lemonade (2016), un disco exuberante y arrollador. La crítica se puso a sus pies, siendo el álbum del año para publicaciones como Rolling Stone, The Guardian o Consecuence Of Sound, y quedando en los primeros puestos de otras como Mojo, Picthfork o Rockdelux. Además de subrayar una ardiente mezcla de rock, soul, blues y electrónica que la presenta como la Tina Turner del siglo XXI, destaca en él un mensaje de empoderamiento femenino.
Toda esa furia reflejaba en el disco surgió, en teoría, de la supuesta infidelidad de su marido Jay -Z. Aunque no se sabe cuánto hay de márketing para agitar a los medios. Estos ya han destacado que a la gala acudirá embarazada de gemelos. La circunstancia dibuja un escenario más dulce que el del 2015, cuando iba a recibir la corona del pop y terminó todo en una gran decepción.
En aquella ocasión patinó en todas las categorías grandes a las que optaba con el notable Beyoncé (2013). El premio del disco del año recayó en el Morning Phase de Beck. Cuando este recogió el premio, el realizador optó por poner el plano de Beyoncé en pantalla. Su rostro desangelado se convirtió en una de las imágenes de la noche. Incluso su interpretación final de Precious Lord, Take My Hand estuvo muy por debajo de lo que una artista como ella suele ofrecer. Un bluff total que se podría compensar en esta edición.
Adele ya triunfó
En el caso de Adele no existe ese halo de reparación histórica. En el 2012 triunfó. Fue premiada en las seis categorías a las que aspiraba, incluyendo mejor álbum por 21 (2011) y grabación y canción del año por Rolling In The Deep. Simbolizó su consagración comercial. Había igualado un récord que ostentaba Beyoncé, cuando en el 2010 se convirtió en la primera mujer con seis gramófonos en la misma noche. Pero en el caso de Adele existía una diferencia. Beyoncé había ganado a la mejor canción del año por Single Ladies, a la interpretación femenina y cuatro categorías específicas de r&b. Adele había arrasado en las tres principales.
El disco con el que llega, 25 (2015), ha tenido un éxito arrollador. La artista se negó a colgarlo en Internet, vendiéndolo solo en formato físico. Despachó finalmente 20 millones de copias, dejando boquiabierta a la industria. En él se muestra madura y reivindica la cantante de la vieja escuela, de voz grandiosa, vaciado interpretativo y autora de la banda sonora de toda una generación. Habrá que ver si lo redondea todo, eclipsando a Beyoncé con otra remesa de Grammys a su nombre.