Walt Disney, de lo imposible a lo real

Xesús Fraga
x. fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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Un libro documenta exhaustivamente la carrera del genio de la animación

26 dic 2016 . Actualizado a las 10:50 h.

«Es divertido hacer realidad lo imposible». Esta máxima presidió el trabajo de Walt Disney (1901-1966), quien no solo revolucionó el cine como arte e industria, sino que transformó el concepto del entretenimiento de una forma que sigue demostrando su vigencia. La prueba más palpable es la excelente salud del gigante creado a partir de aquella pequeña productora que Walt fundó en los años veinte del pasado siglo, pero también la deuda contraída por no pocos actuales cineastas del género. Entre ellos, John Lasseter, quien forma parte de la nómina de autores que contribuye a cartografiar el ascenso de Disney en el volumen que Taschen publicará en febrero.

Walt Disney Film Archives, como el volumen que en el 2015 documentó minuciosamente a ese otro genio fílmico que fue Charles Chaplin, son 620 páginas que abarcan el período comprendido entre 1921 y 1968, prácticamente toda la carrera de Disney en vida. Son casi 1.500 imágenes que recorren la vida del cineasta, quien pasó por duros comienzos -sociedades que no funcionaron, la pérdida de derechos de su primera creación de éxito, el conejo Oswald, momentos de desesperación y de tentación a abandonarlo todo- hasta que Mickey Mouse selló de forma definitiva su ascendencia.

El editor del tomo, Daniel Kothenschulte, ha tenido acceso a los archivos Disney pero también ha rebuscado en colecciones privadas. El resultado es un compendio fascinante en su detalle y capacidad de revelación. Bocetos, estudios preliminares, fotografías, descartes, guiones, bocetos o transcripciones de reuniones se conjuntan de forma poliédrica para tratar de dar el retrato más completo posible de un creador que falleció sin ver estrenada su última obra maestra, El libro de la jungla, pero que antes entregó obras inolvidables como Cenicienta, Blancanieves, Peter Pan o Fantasía. De esta última película el tomo recoge información sobre la secuela propuesta que nunca llegó a hacerse.

Nuevos horizontes

«Walt creó un tipo de espectáculo único con el que supo transmitir el carácter mágico y especial del mundo, y en ningún momento dejó de aprender, de cambiar y de aspirar a nuevos horizontes. Esta evolución es algo que siempre me ha fascinado de Walt Disney, y con este libro podemos recordarla del modo más maravilloso posible», escribe Lasseter en el libro. En esa búsqueda de nuevos horizontes se pueden enmarcar algunos de los intentos de Disney de abrir caminos que ahora se conocen menos que sus obras maestras: cortometrajes, como los de la serie Silly Simphonies, o las películas musicales, así como los rodajes en países de América Latina, como Los tres caballeros, que buscaban afianzar la política norteamericana de acercamiento con sus vecinos del sur a través de las creaciones fílmicas de la compañía.

Los otros animadores

La edición no olvida tampoco el papel de los animadores que trabajaron en Disney, artífices también de su éxito. Entre ellos se cuentan Albert Hurter, Gustaf Tenggren, Kay Nielsen, Carl Barks, Mary Blair, Sylvia Holland, Tyrus Wong, Ken Anderson, Eyvind Earle y Walt Peregoy. Sus aportaciones resultaron cruciales en la elaboración de los filmes y en la evolución estilística y técnica de la animación que salía de los estudios Disney.

Algunos de los principales estudios de la obra de Disney, como Leonard Maltin, Dave Smith, Charles Solomon, J. B. Kaufman, Russell Merritt y Brian Sibley, se ocupan del análisis detallado de algunos de los filmes clave en el desarrollo de los estudios: lógicamente, su primer largometraje -y su primer Óscar-, Blancanieves y los siete enanitos, como también Fantasía -un hito experimental- y películas tan populares como Peter Pan o Cenicienta. Un éxito a base de talento y tesón. Como lo explicó el propio Walt: «Todo el mundo estaba convencido de que nadie aguantaría hasta el final. Pero solo había una manera de salir victoriosos, que fue lanzarse a la piscina e ir a por todas; poner toda la carne en el asador. No podíamos poner en juego el dinero, el talento ni el tiempo».