Las estampas inéditas han estado casi ocho décadas ocultas
04 dic 2016 . Actualizado a las 09:35 h.Más de 900 fotografías. Esa es la magnitud del archivo fotográfico de la Guerra Civil que acaba de salir a la luz y que entre sus imágenes recopila muchas del frente asturiano. La web del Museo do Pobo Estradense acaba de ponerlas a disposición del público, gracias a la donación de los herederos del autor. La impresionante obra corrió a cargo de Mario Blanco Fuentes, reportero de guerra que acompañó a las tropas nacionales durante la contienda nacional. Natural de A Estrada, Pontevedra, y fallecido en el año 2000, fue alcalde de su localidad natal y consiguió hacerse con el archivo de manera clandestina. Actualmente, y a modo de presentación, se expone una muestra de 26 fotografías pero el resto de las instantáneas se irán incorporando paulatinamente a la web tras casi ocho décadas ocultas.
Mario Blanco Fuentes, natural de A Estrada, se incorporó al gabinete fotográfico del Cuerpo del Ejército de Galicia (CEG), el cual estaba bajo el mando del general Antonio Aranda, en el año 1937. Junto a sus compañeros de gabinete viajó por España acompañando al frente, aunque en vez de empuñar un fusil disparaba su cámara Leica, capturando imágenes en los frentes de Asturias, León, Aragón, Cataluña y Valencia, a donde llegó en la primavera de 1939. Su misión no era hacer retratos ni deleitarse en el paisaje, sino cartografiar el avance de las tropas y facilitar al Estado Mayor un valioso material para definir tácticas militares.
Un archivo clandestino
A pesar de que Mario Blanco Fuentes era quién apretada el botón de disparo no le era permitido quedarse las instantáneas y tuvo que completar su archivo de manera clandestina. El fotógrafo se las ingenió para tener acceso a un sello de la censura y, haciendo uso del mismo, consiguió efectuar envíos clandestinos a su domicilio que burlaron los estrictos controles de correspondencia del régimen. Fue así como, poco a poco, llegó a reunir más de 900 fotos en las que retrata con la objetividad que permite una cámara la crudeza de la Guerra Civil. La familia, que ha cedido este valioso material al museo, quiere convertirlo en «una llamada a la reconciliación para enterrar bajo toneladas de tolerancia la barbarie de la contienda fratricida».