Dani Rovira: «Estoy enamorado de Karra Elejalde, es mi juguete favorito»

CULTURA

Xavier Torres-Bacchetta

No es un chiste. Dani Rovira no se libra de su «suegro»: «Y ojalá siga siendo así. Es el mejor». Con Elejalde da el salto al drama en «100 metros». El mensaje es potente: «Rendirse no es una opción». «Pero si al final te rindes tampoco pasa nada», matiza

30 jun 2024 . Actualizado a las 13:58 h.

¿Vas a presentar los Goya por tercera vez? «Puede ser. Ahí lo dejo». Dani Rovira (Málaga, 1 de noviembre de 1980) lo deslizó a unos días del estreno de 100 metros, su salto al drama. Y ya es oficial. Pese al aluvión tuitero que sucedió a la gala del cine español del 2016, los Goya volverán a tenerle por maestro de ceremonias, al actor que llegó y venció, el que unificó el reino de la taquilla española con Ocho apellidos vascos. ¿Pero dónde está Rafa, el andaluzón que daba el do de pecho mitinero cantando: «Euskadi tiene un color especiaaaaaal»? ¿Y aquel primer Dani que se reveló en el 2015 con el punch del chiste fácil, el de «Loreak, porque yo lo valgo», el que así por las buenas recordó en los Goya lo que el cine «ha ayudado a los orcos..., ¡uy, perdón, a las arcas del Estado»? Su forma de hablar ha cambiado. ¿Madurez?

-¿Aún haces malabares mientras cuentas chistes?

-Sí... bueno, no es que lo haga todos los días pero, si me pides que haga malabares contando un chiste, sí, tengo esa capacidad.

-En una ocasión has llegado a confesarte bruto. ¿Tú?

-¿En qué contexto? Con las personas soy bastante delicado. Pero depende... En verduras se me escapan cosas, no sé distinguir un pepino de un calabacín. Pero si me pides que lancemos sandías a ver quién las lanza más lejos... pues quizá sí soy bruto, jugando puedo ser bruto. Y si me pides que mueva un coche que se ha quedado sin gasolina, lo muevo, sí, soy fuertote y eso.

-En cartel con «100 metros», recién cumplidos los 36. ¿Cómo te sientes?

-Genial. También porque mal de muchos consuelo de tontos. El tiempo pasa, y no solo para ti. Aunque vas viendo pequeños achaques... Te vas quedando un poquito calvo, aparecen canas donde no las había, donde tenías pelo ahora ya no lo hay, te recuperas más tarde de una pequeña resaca... en fin. Imagínate cumplir de cinco en cinco. ¡Estaríamos acojonaos!

-Mejor despacio y en presente.

-Siempre mejor poco a poco. Y lo mejor es creerte que la edad que tienes en este momento es la mejor. El presente es lo único que se toca.

-En «100 metros» te conviertes en Ramón Arroyo, un chico al que le diagnostican esclerosis múltiple. Con Ramón has hecho tu primer ironman. ¿La experiencia te hizo más fuerte?

-Este rodaje ha sido una montaña rusa y ha hecho que enfoque la vida de otra manera. Esta es una historia terapéutica que te cambia la escala de valores. 100 metros ha sido un reto que me ha dado la oportunidad de conocer a Ramón. Tengo no solo esa suerte, sino también la de poder presumir hoy de su amistad. Hay gente que a priori tiene unas cartas peores que las tuyas y juega con ellas la partida de su vida.

-¿Querer es siempre poder?

-No, no siempre. Triunfar en la vida, ser feliz, no es solo una cuestión de actitud o de esfuerzo. Tampoco la película quiere decirnos eso, que el que no es feliz es porque no se ha esforzado en serlo. Pero el pensamiento siempre es creativo. El mensaje de la peli es: «Si tienes esclerosis múltiple, puedes hacer un ironman». Eso, somos capaces de hacer más de lo que pensamos. Somos capaces de hacer más de lo que nos dicen que podemos.

-Y rendirse no es una opción.

-Ese es el lema de la peli, el lema de Ramón, con el que abandera su enfermedad. Pero... bueno, si al final te rindes, tampoco pasa nada.

-¿Ya corrías y hacías ironman antes o son exigencias del guion?

-Bueno... es que de correr a hacer ironman, que es la prueba más dura, hay mucho. Soy licenciado en Educación Física y estar en forma me ha ayudado a nivel físico. Y durante el rodaje preparé mi primer medio ironman. ¡Lo he hecho!

-Karra Elejalde es tu suegro ¡por tercera vez! ¿No hay quien os libre de esta relación política?

-Nooo. Volvemos a las andadas. Y ojalá siga siendo así, si por mí fuera haría todas las películas con él. Es como cuando conectas con alguien en todo, eso es lo que me pasa con Karra. Lleva más de 30 años dedicándose a esta profesión. Es mi juguete. Yo se lo digo a él: «¡Eres mi juguete favorito, Karra!». Somos como dos niños encerrados en dos cuerpos que no nos pertenecen, jajajaja. Karra es el mejor actor que hay ahora mismo en España. Estoy enamorado de él [risas].

-Pero en esta película os ponéis serios, a pesar de que tiene su momento peineta. «100 metros» recuerda mucho a «Intocable».

-Sí. De hecho, era uno de los referentes que tenía Marcel Barrena. Y aunque tiene su humor, es otro registro. En 100 metros el público no ve a Koldo y a Rafa en Ocho apellidos vascos.

-«Ocho apellidos vascos» te dieron el Goya. ¿Dónde lo guardas?

-Lo tengo en el salón de casa. En un mueble vitrina donde pongo las cosas con valor emocional: la claqueta de Ocho apellidos vascos, tengo el Goya, tengo mi muñeco de goma de Doraemon...

-¿Te ha cambiado recibirlo, te ha hecho sentirte más grande el reconocimiento de la profesión?

-No. No sé, no sé qué habría pasado si no lo hubiera recibido... Hay actores como la copa de un pino que no lo tienen, y eso no significa que no tengan el respaldo y el reconocimiento de sus compañeros.

-También en cartel con «Ozzy». ¿Qué perro te tocó ser?

-Soy Fronky, un perrito salchicha cegatuno con aspiraciones fugitivas. ¡Se quiere escapar todo el rato!

-En Instagram llevas una vida de perros, en el sentido más literal. ¿Con cuántos convives?

-Con tres, Carapapa, Buyo y Señor Lobo. Son mis compis de piso.