Harvest Moon: Lo que no sucedió

Belén Suárez Prieto REDACCIÓN

CULTURA

El pasado viernes, en la cervecería Ca Beleño, de Oviedo, se rindió homenaje a uno de los grandes de la música popular, Neil Young, coincidiendo con Harvest Moon, la luna llena de septiembre

18 sep 2016 . Actualizado a las 11:19 h.

Quiero contarles algo que no sucedió el pasado viernes en el Ca Beleño, en Oviedo, en uno de los templos de la ciudad, el Ca Beleño, desde hace veintiocho años, lleno de madera, de bucaneros y de violines. De cerveza.

Quiero contarles que no sucedió que un grupo de personas nos juntamos para rendir homenaje a uno de los nuestros, a un autor imprescindible en la historia de la música popular y en las pequeñas historias de cada cual que nos juntamos allí donde esto no sucedió. Nos juntamos para rendir homenaje a Neil Young, porque esa noche en que nada de esto sucedió era la luna llena de septiembre, la luna de cosecha, era Harvest Moon, y Neil Young describe esa noche en su canción como nadie puede hacerlo. Y aunque nuestra condena es hacer lo que dicen las canciones, esa noche en que no sucedió lo que aquí les cuento decidimos contradecir solo un poquito al bardo canadiense y no dejamos a nuestras criaturas durmiendo en casa, ellas también vinieron. Porque nuestras criaturas tienen que saber que hay cosas que no suceden, pero que sí ocurren, y tienen que saber que hay que seguir en el rock and roll, para aspirar a un mundo libre, a unas vidas libres o, simplemente, a unas vidas.

Un grupo de personas que estuvieron donde nada de esto sucedió. Un grupo de workers in song, de los workers in song que vivían en el hotel Chelsea de la cama deshecha de Cohen y Joplin. Kike Suárez, Puri Penín encabezaron una banda que se nutrió de instrumentistas, de cantantes que decidieron unirse sin pedir nada a cambio, solo querían estar allí y para hacer lo que hacen mejor en los lugares donde no suceden las cosas: cantar, tocar, homenajear a uno de nuestros mayores, a uno de nuestros maestros, a Neil Young.

Cada año, desde hace tres, coincidiendo con Harvest Moon, celebramos a Neil Young. Y este año no sucedió que también, con Puri y con Kike, estuvieron Roni Río, Nico Braña, Gary Parfitt, Nixen Fernández, Rebeca Matas, Carrie Mittleman, Fran Cebe, Daniel Vázquez, Maite Vázquez, Gustavo Pérez, Rubén Bada, Álvaro Bárcena, Esther Yuste, Héctor Tuya, Wilón de Calle, Mon Pérez.

Y no sucedió que vivimos una noche de viernes de nervios, de la sala llena, de canciones coreadas, de letras repetidas, de mucha amistad, de refugio recíproco, de unas manos que esta vez dejaron las cuerdas para pasar a la espalda. Solo el amor puede rompernos el corazón.

De emociones

El rock and roll puede leerse de modo técnico y aséptico, para el aprendizaje, para los estudios, pero para cumplirse como rock and roll tiene que golpear. Tiene que emocionar. Nos tiene que hacer temblar.

En aquel sitio donde nada de esto que les cuento ocurrió, fue tiempo de empezar a reír y a llorar sobre todo otra vez. Porque esa reunión de gente veneradora de Neil Young fue dedicada a una amiga que pudo, no hasta ahora por la maldita enfermedad, volver a cantar canciones, a participar en lo común. Y fue dedicada a Alejandro Blanco, a Jandro Espina, cuyas manos recias en el bajo tanto se añoran. Cuánto se añoró cuando Álvaro Bárcena y Wilón de Calle decidieron hacernos viajar a Alabama.

Fue una gran noche que no ocurrió, esto que les cuento es solo una imaginación mía, una ficción. No ocurrió porque, algo que llevamos haciendo desde Homero, juntarnos para cantar, para tocar, para bailar, para beber, algo que forma parte del alma más íntima de las ciudades, tocar, cantar en las tabernas, no puede ocurrir.