El anciano que mató a su esposa enferma de alzheimer era un conocido constructor

Raúl Álvarez LA FELGUERA

CUENCAS

El lugar del suceso
El lugar del suceso Google Maps

Luis Llaneza, ya jubilado, había levantado viviendas en todo el concejo. El hombre, se suicidó tras degollar a su mujer y dejó una nota para pedir perdón a sus hijos. El matrimonio había vuelto hace unas semanas de un viaje de vacaciones

06 jul 2018 . Actualizado a las 17:04 h.

A media mañana, cuando la noticia del crimen ya había llegado a todas las conversaciones, La Felguera se debatía este viernes entre el estremecimiento y el asombro por la violencia insólita que se encontraron al despertarse los vecinos del barrio de Vistalegre. Estremecían los detalles sobre el hallazgo de dos cadáveres en una callecita de la periferia de la localidad: un anciano había cortado el cuello de su esposa con un cuchillo y a continuación había saltado por la ventana de su casa en el número 5 de la calle Juanito Perotti. Su cadáver, tendido sobre el asfalto, fue la primera señal de que algo monstruoso había ocurrido allí. Apareció a las siete de la mañana, para sobresalto del hombre que vive en la casa de enfrente, apenas amanecido un día brumoso y fresco. Asombraba la identidad del matrimonio. El hombre, de 88 años, era Luis Llaneza, una persona muy conocida en La Felguera y en todo Langreo, un empresario ya jubilado que se había hecho a sí mismo. Empezó como empleado por cuenta ajena en una carpintería, fundó una constructora que ha dejado su sello en viviendas por todo el concejo y diversificó el negocio con un exitoso almacén de distribución de vinos y bebidas. Hasta ese acto final, era un modelo.

Nadie sabe con certeza qué ocurrió. Era temprano y los ancianos se encontraban solos en la casa. Una hija pasa mucho tiempo con ellos, pero esta mañana no estaba. El matrimonio tenía dos hijos más y uno de ellos vive en otra casa situada a apenas cien metros de la de sus padres. A él recurrieron los vecinos y la Policía para alertarle y él abrió la puerta de la casa. Lo que vio hizo necesario atenderle por un ataque de ansiedad. Las autoridades encontraron entonces el cadáver de la mujer en su cama y una nota manuscrita en la que el hombre pedía perdón por todo a su familia. El Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha confirmado que nunca se había interpuesto denuncia alguna por episodios de malos tratos en esa familia.

Lo que los vecinos más cercanos añaden es que la esposa padecía alzheimer y que quizá esa circunstancia influyó en el final. Aunque el deterioro había empezado, la enfermedad aún no estaba muy avanzada y el estado de la mujer no impidió al matrimonio irse de viaje hace unas pocas semanas. Ese detalle dejaba perplejos a sus conocidos, incapaces de reconciliar la estampa feliz de unas vacaciones recientes con el espanto de esta mañana. La circunstancia traía de inmediato a la memoria en las tertulias el pacto de suicidio al que llegó el mes pasado otra pareja de ancianos en el barrio gijonés de Ceares, aunque la Policía aún tiene en marcha la investigación de La Felguera y no hay ninguna conclusión oficial sobre el caso.

Aunque las primeras informaciones situaban la calle Juanito Perotti en La Campa, el escenario del crimen está en Vistalegre, el barrio colindante, formado por una combinación de casitas de planta baja y edificios más altos. Es un lugar tranquilo y suburbano que ha recibido con estupor su segundo episodio de muertes con capacidad de salir en las noticias en menos de un año y medio. En marzo del 2017, en la calle Farmacéutico Ponga, pegada al escenario de hoy, una mujer de 77 años, enferma de demencia senil, convivió quince días con el cadáver de su hijo, fallecido por causas naturales, en su pequeña vivienda. El mal olor llevó a los vecinos a denunciar la situación y acabó con el macabro hallazgo.

Si en ese otro caso no hubo violencia, el de Llaneza ha despertado cábalas entre los vecinos. Nadie sabía que llevase mal la enfermedad de su mujer. Él, que se sepa, estaba bien de salud y seguía siendo el vecino cordial, animoso y dispuesto a hacer favores de siempre. Hasta ahora su apellido era reconocido en la cuenca del Nalón por la 'Ll' grabada en las fachadas de sus edificios, en los que decenas de familias se han comprado viviendas. De la asociación con la muerte no se librará a partir de hoy.