El complejo se convierte en referente turístico de la zona en la primera semana de la temporada 2017
14 abr 2017 . Actualizado a las 18:58 h.La cuenca minera se está convirtiendo también en lugar de afluencia del turismo que llega a Asturias, no solo del nacional sino del extranjero. Ingleses, alemanes, franceses y hasta un grupo de polacos, se unen a visitantes de 9 comunidades autónomas que ya han podido disfrutar de sentir la mina en primera persona. Así lo dejan patente los más de 1.000 visitantes que ha recibido el Ecomuseo minero valle de Samuño en los primeros siete días la temporada 2017. Tras la reapertura de la instalación, que ahora gestiona la UTE Sadim-Formagrupo, todos ellos han disfrutar al adentrarse en el socavón Emilia dentro de un tren minero.
El primer contraste que se encuentran los visitantes es el verde paisaje del espacio protegido de las comarcas mineras visto desde el tren. Dos kilómetros de recorrido que les permiten ver desde el interior del vehículo arboledas, ríos y restos de escombreras revividas por la vegetación, que dan cuenta de que allí el hombre mantuvo su presencia minera durante siglos. Tras adentrarse por el socavón Emilia, pueden acceder a ls antiguas galerías y oler, ver y sentir ese antiguo lugar de extracción del mineral. Como cualquier trabajador al finalizar su turno, subirán por una jaula más moderna y adecuada a los visitantes por la caña del pozo San Luis hasta llegar al castillete, perfectamente conservado, del pozo. Así, Sadim, empresa que también gestiona el Museo minero de Arnao y colabora en el Centro de Experiencia y Memoria de la Minería, ha introducido cambios que ya se hacen notar.
Los diferentes espacios auxiliares que daban servicio al pozo están conservados como buen ejemplo de aprovechamiento del patrimonio industrial asturiano. Es una nueva temporada que deparará muchas sorpresas a los visitantes y que programa actividades para dar la oportunidad de conocer la riqueza que atesora el patrimonio industrial asturiano. Esta temporada el valle del río Samuño volverá a oir el tren; y el pueblo de la Nueva, que abraza al Pozo San Luis, volverá a oír las risas y cantos de los mineros, esta vez visitantes por un día.