Un estudio revela que la contaminación sonora reduce la capacidad de atención y retención de información
03 jun 2022 . Actualizado a las 09:28 h.El tráfico rodado es responsable directo, solo en España, de miles de muertes por enfermedades respiratorias, cánceres e infartos y es un claro acelerador del calentamiento global que amenaza el futuro de la vida en la Tierra. Causa daños físicos y mentales tanto por los tóxicos que expulsan los tubos de escape como por el exceso de decibelios que provocan. Pero el estruendo de los motores de explosión, de las sirenas, cláxones y los frenazos también tiene otras repercusiones negativas bastante menos conocidas, como el hecho de ser un factor relevante para el fracaso escolar.
Los niños que asisten a los colegios rodeados por el ruido del tráfico aprovechan menos las clases porque la contaminación sonora con la que conviven limita y ralentiza su capacidad de aprendizaje. Así lo demuestra un estudio publicado en la revista científica PloS Medicine y realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por la Fundación ‘la Caixa’.
Estos expertos se desplazaron a 38 colegios de primaria ubicados en distintos puntos de Barcelona y durante todo un año observaron la evolución cognitiva de 2.680 de sus alumnos, al tiempo que medían la contaminación sonora en el exterior de las escuelas, en sus aulas y en los patios. Para comprobar si el ruido excesivo repercutía en el progreso académico, los especialistas sometieron a los niños y niñas de 7 a 10 años a test en cuatro ocasiones a lo largo de ese año.
Analizaron la capacidad de atención, la que permite centrarse en tareas específicas durante espacios de tiempo prolongados, y la memoria de trabajo o memoria operativa, la capacidad de retener y manipular información en períodos cortos. Se fijaron en estos factores y no en otros porque son dos habilidades que se desarrollan con rapidez en la preadolescencia y que resultan esenciales para el aprendizaje y el rendimiento escolar.
La conclusión principal del año de trabajo fue que los alumnos de las escuelas con mayor exposición al tráfico desarrollan ambas capacidades más despacio que quienes aprenden en entornos sin apenas contaminación sonora. No es una impresión. Los test desvelaron que por cada incremento de 5 decibelios en la exposición al ruido del tráfico los escolares desarrollaban su memoria de trabajo un 11,4 % más lento que la media, retraso que escalaba al 23,5 % si se observaba la memoria de trabajo compleja, la que permite procesar de forma eficaz y continua la información almacenada en la memoria operativa. Con la misma exposición, la capacidad de atención es un 4,8 % más lenta.