El Bosque de Las Viñas ofrece en Boal estos vehículos para recorrer la comarca, además de un jardín lleno de rincones especiales
05 jun 2017 . Actualizado a las 17:37 h.
Una de las maneras de desplazarse que más de moda se está poniendo, por varios motivos, es la bicicleta. Permite moverse relativamente rápido, es respetuosa con el medio ambiente, fomenta el ejercicio… Por ello, muchas ciudades están introduciendo servicios de alquiler de bicis en sus calles, como Gijón; pero también hay otras de fuera del Principado que, yendo un paso más allá, ofrecen bicicletas eléctricas. Pues bien, el modelo ha llegado a Asturias; o, al menos, a Boal. Desde hace un tiempo existe la posibilidad de descubrir el concejo -y los adyacentes- haciendo uso de estos vehículos gracias a El Bosque de las Viñas, un complejo de apartamentos rurales que figura, desde hace unos diez años, entre aquellos que ostentan el sello de calidad Aldeas.
«Tenemos bicis eléctricas para los clientes, que incluyen además un GPS, para que no se pierdan, y puedan guiarse con el track de cada ruta que viene instalado», explica Nuria Santana, co-gerente del hotel junto con su pareja, José Moreno. Por el momento, el hotel consta de dos bicicletas de este tipo para alquiler, aunque es probable que en un futuro se hagan con alguna más, a la vista del éxito que están cosechando con la iniciativa. La gran afluencia de visitantes aficionados a las dos ruedas les dio la idea, aunque los fanáticos del ciclismo suelen traer las suyas propias para disfrutar de las numerosas rutas que ofrece Boal, y sus alrededores.
«En total, hay cuatro buenas rutas y pistas para ir en bici», comenta la gerente. La primera sería la ruta circular por Boal, que permite visitar el Pico de Penácaros, alto de Penouta y alto de San Isidro, desde donde se vislumbra el mar. La segunda consiste en un recorrido que une Las Viñas con Brañabazal y Barayo, pasando por el mirador del Castro de Pendia. Otra de ellas se dirige a Grandas de Salime, visitando su museo etnográfico, el Pico del Cuco o la Cueva del Demo y sus pinturas rupestres; por último, la cuarta en discordia es la que llega hasta Santalla de Oscos.
Una antigua fábrica de clavo, pasando por pajar
El complejo no ha sido siempre un conjunto de apartamentos: en el pasado fue una fábrica de clavo, según cuentan los vecinos; y el último uso conocido fue el de pajar. Ello ocurrió hasta el año 2000, cuando la pareja adquirió la finca -de unos doscientos años de antigüedad-, que se empezó a rehabilitar en 2004 para abrir al público el año siguiente. «La finca está compuesta de dos edificios. Tiene la casa principal, que es donde nosotros vivimos, y otro edificio, donde están los apartamentos, que fue una fábrica de clavo», concreta la dueña.
En cuanto a los apartamentos, se trata de cinco estancias bautizadas con el nombre de distintos materiales y elementos de la Naturaleza -Augua, Llume, Ferro, Madera y Terra-, los cuales cuentan cada uno con su propia idiosincrasia, al haber sido decorados con mucho mimo por ellos mismos. Todo ello queda rodeado de un muro y arropado por un jardín único, cuya engalanamiento también ha corrido a cargo de la pareja. «El jardín tiene unos rinconcitos muy especiales, es bastante atípico», confiesa Nuria. Tanto desde el mismo, al igual que desde las habitaciones, se tienen unas geniales vistas del bosque que se pueden disfrutar, por ejemplo, tumbados en una de sus hamacas.
Por último, refiriéndose a la zona, la instalación está dentro del Parque Histórico del Navia, donde hay numerosos recursos turísticos y concejos para visitar; además de montaña, playas del occidente de Asturias, localidades rurales… Y, si quieren realizar actividades, también cuentan con varias empresas de turismo activo. «Tenemos montaña, bosque y la costa está a unos 20 minutos. Para verano está súper bien comunicado, y tiene a tiro de piedra Los Oscos y Taramundi», afirma la gerente, añadiendo que esperan por allí a todo aquél que desee «tranquilidad y buena gastronomía en un entorno único».
Para más información: www.turismoasturias.es