La Protectora ultima la reforma del antiguo criadero de Siero, que abrirá en primavera con capacidad para medio centenar de animales y jornadas abiertas para fomentar las adopciones
07 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«En Estados Unidos se mataban 17 millones de perros y gatos abandonados y, en pocos años, se pasó a tres millones de muertes. Lo han conseguido porque se han centrado en que haya una rotación muy alta de animales, con albergues de unas 80 plazas que hacen 10.000 adopciones al año. Se basan mucho en la esterilización y en poner todos los esfuerzos en conseguir muchas casas de adoptantes», explica Alejandra Mier, portavoz de la Fundación Protectora de Animales del Principado de Asturias, que confía en que antes de primavera abra sus puertas Happy Dog (El Perro Feliz), un centro para animales abandonados que se basa en el modelo americano y que pretende ser de referencia. Tiene ingredientes para serlo: está ubicado en una parcela de 6.000 metros cuadrados cercana a las grandes superficies comerciales del concejo, tendrá capacidad para medio centenar de perros y las instalaciones que se están reformando dispondrán de habitáculos individuales de pared y pavés para dejar pasar la luz, hilo musical, patios de actividades, piscinas de agua y arena, protocolos de gestión de estrés y jornadas de puertas abiertas para fomentar las adopciones.
En definitiva, no se parecerá en nada a las características y tristes perreras, que suelen estar alejadas de los núcleos urbanos, en zonas incluso húmedas y poco o nada soleadas, y cuyas instalaciones suelen ser también bastante antiguas. En Asturias, cuentan con albergues municipales de animales los concejos de Gijón, Oviedo, Langreo, Mieres, Lena, Piloña y Santa Eulalia de Oscos. En Siero, pese a que no cuenta con instalaciones municipales, el ayuntamiento tiene contratada una guardería con una empresa privada.
De «fábrica de perros» a centro «que no dependa de vaivenes políticos»
La Protectora, explica Mier, nacía en 2012 precisamente con la idea de darle un giro a este escenario. «Hasta entonces estábamos en el albergue de Serín y ya veíamos la problemática: se necesitaba hacer una instalación para que el perro que entre no dependa de vaivenes políticos. La ley dice que la recogida de los animales en la vía pública es responsabilidad del ayuntamiento, que se debe esperar ocho días a que aparezca el dueño y que luego pasan a una protectora o albergue». Y así espera funcionar El Perro Feliz, que también le va a dar la vuelta a su propia historia.
En 2013, voluntarios de la Protectora conocieron la existencia de una «fábrica de animales» en Colloto, un criadero de perros que se llamaba precisamente El Perro Feliz en el que los animales vivían en unas condiciones terribles. La intención inicial era denunciar esta situación, pero los papeles estaban en regla, los perros tenían su chip y eso bastaba a efectos legislativos. Los voluntarios optaron por intentar comprar las instalaciones. Lo consiguieron y en el lote iban incluidos unos 40 perros, «que ya están dados en adopción». Las obras de reforma del antiguo criadero, en donde las jaulas ya forman parte del pasado, comenzaron a principios de este año.
24 horas del día vigilado
El complejo está integrado por la nave en la que vivirán los animales, otra más pequeña en la que se habilitarán una recepción y diversas salas para oficinas, el veterinario, o el baño de los perros, y una vivienda. «En todas las guarderías caninas hay una vivienda, porque nadie va a pagar para que su perro pase 12 horas solo. Y en Madrid, en los albergues de animales es obligatorio por ley que haya vigilancia las 24 horas del día o que haya guardeses», explica Mier. El Perro Feliz, de hecho, también se basa en el modelo de un centro madrileño en manos de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA), que celebra jornadas abiertas todos los sábados.
«La idea es abrir una o dos veces por semana sin horario, en las jornadas de puertas abiertas, y que el resto de los días sea con cita. Queremos copiar lo que se hace en ANAA y que todo esté enfocado para que te seduzca ir al sitio, que sea atractivo y que te apetezca ir cuando quieres adoptar un perro», indica Mier. Quienes alguna vez hayan ido a una perrera lo entenderán: «En ellas se almacenan perros y las protectoras intentan gestionarlo lo mejor posible, pero no son lugares agradables. Es muy habitual escuchar no quiero ir porque me muero de pena. En las perreras, además, todos los perros tienen un nivel de estrés alto. Todo influye y desanima a las familias a visitar los albergues».
Búsquedas a través del olfato para relajarse
En este sentido, Mier explica que El Perro Feliz tendrá protocolos de gestión de estrés y se realizarán actividades que ayuden a los animales a relajarse. «Los estímulos de olfato, escondiendo cosas en los patios para que las busquen, les ayuda a relajarse». Al igual que el hilo musical. Volviendo al modelo americano, Mier indica que incluso existen centros con merenderos y cafeterías para que las familias que quieren adoptar pasen el día con los perros.
«Queremos que sea un sitio agradable, soleado, espacioso y que esté a mano y lo está porque puedes llegar en transporte público», añade, «además de ayudarles en el manejo del estrés, les vamos a enseñar a caminar con correa. La idea es que los perros estén muy sociabilizados. Cuanto más civilizados las posibilidades de adopción se multiplican. Un perro que no ladra cuando se queda solo en casa tiene más posibilidades». Y ése es el gran objetivo de El Perro Feliz: fomentar las adopciones y que la rotación sea constante.
El siguiente paso, El Gato Feliz
Para ello, contarán con una veterinaria especializada en problemas de comportamiento canino y felino, que formará a los voluntarios. «Trabajaremos con 40 o 50 perros, de manera que consigamos avances con ellos y que haya esa rotación continua. Y, en el futuro, el siguiente paso sería hacer una gatera, El Gato Feliz, pero de momento estamos arreglando lo que había y habrá que esperar para hacer obra nueva», dice Mier.
La compra y la reforma de las instalaciones de Colloto ha sido posible mediante donaciones y todo tipo de actividades para recaudar fondos, como rastrillos, loterías, calendarios... También se pusieron en marcha campañas en Mi grano de arena, en la que una voluntaria de la Protectora se ha marcado el reto de conseguir 6.000 euros, o como Teja a teja, en la que los donantes aportan 100 euros y, a modo de crowdfunding, recibirán como recompensa -añadida a la satisfacción de colaborar con la causa- que su nombre aparezca en una placa en las instalaciones.
Un centenar de animales acogidos entre familias y el centro
Las obras menos técnicas las llevan a cabo los propios voluntarios. La Protectora tiene unos 40 voluntarios fijos, a los que suman quienes colaboran de forma puntual. En la actualidad, además, tienen entre 40 y 50 animales repartidos en casas de acogida, «por lo que cuando abramos el centro duplicaremos el número de animales que podemos tener habitualmente». A las casas de acogida, que suelen ser las de los propios voluntarios, se destinan los cachorros que necesitan más compañía o los perros recién operados o que, por ejemplo, siempre han vivido en el monte y necesitan adaptarse a la ciudad antes de ser dados en adopción.
En 2014, la Protectora recogió 253 perros y gatos por casi toda Asturias. En 2015, 182. La mayoría se quedan en España, pero gran parte se van para Holanda. Desde 2005, protectoras y asociaciones de animales de Asturias han enviado a Holanda una media de 200 perros al año.
Más abandonantes que adoptantes
«En España hay más abandonantes que adoptantes», explica Mier, «hay que hacer un trabajo enorme con las adopciones y tenemos que apoyarnos en otros países en los que la situación es la contraria, ya que tienen más adoptantes, para equilibrar el numero de animales que buscan hogar con los hogares disponibles».
Pese a que no existen datos fiables sobre cuántos animales de compañía se abandonan en Asturias, sí se pueden establecer cuatro causas de abandono. En primer lugar, estarían las camadas indeseadas, cuando por ejemplo nacen diez cachorros y solo se encuentra hogar para dos, abandonándose al resto. En segundo, la tenencia irresponsable: «Quieres adoptar y no eres consciente de las responsabilidades y las consecuencias que tiene». En tercer lugar, el fin de la temporada de caza, con el abandono del perro que no ‘sirve’. Y, por último, con el menor porcentaje de todas, las causas justificadas: dueños que fallecen, que se ven inmersos en situaciones económicas complicadas, que son desahuciados o mujeres víctimas de violencia de género. A partir del año que viene, los animales abandonados en Asturias tendrán otro refugio en el que esperar por sus nuevas familias y quizá incluso sea tomado como modelo para los ayuntamientos de los concejos que tienen o que no tienen albergues.