Jaime Álvarez: «El club nos dijo que, con nosotros al frente, creían que era prácticamente imposible sacar la situación a flote»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Jaime Álvarez, en El Requexón
Jaime Álvarez, en El Requexón Real Oviedo

Un mes después de su despido en el Real Oviedo, La Voz de Asturias entrevista al exentrenador del Vetusta tras el final de la temporada en Segunda RFEF

08 may 2024 . Actualizado a las 10:13 h.

Hace justo un mes, el Real Oviedo despidió al entrenador del Vetusta tras 15 años sin hacerlo por decisión técnica. Curiosamente, Jaime Álvarez (Oviedo, 1986) también es el técnico que más partidos ha dirigido en el filial del Real Oviedo en estos 15 años. En casi tres temporadas, el ovetense consiguió un ascenso a Segunda RFEF, rozó en el playoff al siguiente año y en el presente curso fue despedido tras la jornada 30, cuando restaban cuatro jornadas y el equipo estaba a cuatro puntos del 'playout' y a seis de la permanencia. Finalmente, tras sumar cuatro derrotas en esas últimas cuatro jornadas, el Vetusta acabó a once puntos del 'playout' y de la permanencia. En estas casi tres temporadas, 10 futbolistas del filial han debutado en el primer equipo y hasta 19 juveniles han tenido participación en el filial. Ahora, Jaime Álvarez se sienta con LA VOZ DE ASTURIAS para analizar todo lo sucedido. 

—El 9 de abril el Real Oviedo le comunicó su despido como técnico del Vetusta. ¿Cómo lo vivió?

—Un poco con sorpresa, no te voy a engañar. Por todo. Por las jornadas que quedaban, por ser la semana antes de un partido especial como era el del Covadonga… Fue un palo y me cogió por sorpresa, no me lo esperaba. Son cosas que hay que aceptar, aunque fue duro asimilar que tenías que salir de la que sigo considerando mi casa.

—El cese no fue inmediatamente posterior a la derrota contra la Arandina.

—Sí que llevábamos tiempo en el alambre y las últimas reuniones que habíamos tenido con la dirección deportivo todo el mundo estaba de acuerdo en que la situación era complicada, aunque el objetivo era intentar sacarla entre todos. Sabíamos que había que ganar contra la Arandina y perdimos, aunque el día del partido pasó y la cosa parecía que se tranquilizaba. El lunes por la mañana nos comunican que tenemos una reunión tras el entrenamiento.

—¿A esa reunión va creyendo que le iban a decir lo que le acaban diciendo?

—Sí, lo tenía claro. Fue Mario Prieto -responsable de la planificación del Vetusta- el que me dijo lo de la reunión y, además, él también estaba citado en el Tartiere y en un horario diferente al mío. Primero iba él y luego yo, así que sí, tenía claro que si te citan para una reunión durante un entrenamiento es para algo así. De la que subía a las oficinas, Mario ya me dijo lo que había y yo entro en la reunión sabiendo al 100% lo que me iban a decir.

—¿Qué le dijeron?

—Pues nada… Me dicen que lo intentaron aguantar hasta final de temporada, pero que los resultados son los que mandan y que para sacar la situación adelante creían que era necesario un cambio, aunque el poco tiempo que quedaba no ayudase. Nos dijeron que, con nosotros al frente, creían que era prácticamente imposible que sacásemos la situación a flote. Fui el primero que, en reuniones anteriores, les transmití que si pensaban que era necesario un cambio que lo hiciesen con tiempo para que el nuevo entrenador tuviese margen, pero las decisiones se toman cuando se toman.

—¿Quién toma la decisión de su despido?

—No lo sé.

—¿Qué fue lo primero que hizo cuando salió de la reunión?

—Llamar a Andrés Vallina (segundo entrenador) y a Jon Carrera (delegado), las dos personas que vinieron conmigo al Oviedo y que han estado ahí siempre. Luego llamas a la familia, claro.

—¿Con la plantilla habló en ese momento?

—Al ser la reunión en el Carlos Tartiere, no tuve opción de comunicárselo a nadie en persona. Antes, al salir de El Requexón, entré en el vestuario del primer equipo para ver si encontraba a Yayo y poder comunicárselo como uno de los capitanes. El problema es que estaba tratándose en el fisio y tampoco quise molestar. Al final, solo se lo comuniqué a Santi (Cazorla), que me lo encontré por el camino y le dije lo que había.

—Curioso que Santi Cazorla fuese esa única persona.

—Santi es… En juveniles tuve la suerte de jugar un par de partidos con ellos, porque me saca dos años y cuando él estaba en División de Honor yo estaba en Liga Nacional. Además de compañero es amigo, y para mí fue un apoyo en el día a día en esta temporada. Es todo humildad, y eso es complicadísimo en alguien que ha sido -y es- todo en el fútbol. Absolutamente todas las semanas se preocupaba por el filial, me preguntaba cómo había ido el fin de semana y que cómo estaban los chicos, que si podía ayudar en algo.

—¿Hubo momentos en estas casi tres temporadas en las que pensó que corría más peligro del que pensaba que corría cuando le despidieron?

—Sí, sí. La temporada pasada, en la previa al partido contra el Guijuelo (finales de noviembre), me dio la sensación de que si perdíamos hubiésemos salido. Fue poco después del despido de Bolo y la llegada de Cervera, y en esa reunión nos dijeron que en el primer equipo había funcionado el cambio. Ganamos 2-1 al Guijuelo y el equipo empezó a arrancar, algo que no conseguimos esta temporada.

—¿En qué momento de la temporada se da cuenta de lo complicado que iba a ser salvarse?

—Poco a poco, la categoría nos lo fue diciendo. Salvo aquella racha en febrero, en la que ganamos a Cayón, Guijuelo y Coruxo, no fuimos capaces de enlazar tres resultados positivos en casi ningún momento. Esta temporada no había un equipo arriba que marcase las diferencias que sí marcó el Arenteiro, pero creo que el nivel de los equipos de la zona baja era superior al del curso pasado. Todo estaba igualado y todos competían e íbamos viendo que nos costaba un mundo hacer gol y ganar partidos. Al final, la diferencia entre la reacción de la temporada pasada y la no reacción de este año te la marca la gente de arriba.

—La falta de gol, una constante durante el curso.

—Los goles de Masca, Álex Cardero y Miguel Cuesta no pudimos suplirlos y muchos partidos que estaban en el alambre los perdimos por eso. Te vas metiendo abajo y cada vez es más complicado.

—¿Qué partidos tiene en la memoria?

—Contra el Ourense en casa, ese día hicimos un primer tiempo impresionante y nos fuimos al descanso con un 0-0 inexplicable. Y el de Santiago contra el Compos, claro. Fuimos con muchas bajas, muchísimas, e hicimos un partido para ganar fácil y cómodo. Fallamos muchísimas ocasiones y ellos te ganan tras un rechace de una falta lateral. No sé si tocamos fondo aquel día, pero el viaje de vuelta lo recuerdo complicadísimo. Fue un golpe duro, aunque no creo que fuésemos un equipo muerto en los últimos meses.

—¿Cómo de complicado era competir por la permanencia cuando a los fichajes les estaba costando tanto aportar?

—A ver, desde pretemporada sabíamos que iba a ser complicado. En verano salieron nueve jugadores y llegaron cuatro, teniendo en cuenta que Santi Miguélez vino a última hora y porque peleamos mucho por él. Cinco si contamos a Jaime Vázquez, que en principio era fichaje para el juvenil A. Es difícil adaptarse a un filial cuando vienes de un estilo diferente. Le costó mucho a Miguel Cuesta la temporada pasada, aunque después fue fundamental para nosotros. Incluso a Masca, que en la primera vuelta del curso pasado hizo una primera vuelta más bien floja y mira lo que es ahora.

—¿Por qué esos jugadores si acabaron siendo muy importantes y los de esta temporada no?

—Porque creo que a esos jugadores del curso pasado les ayudó mucho tener al lado a gente como Javi Moreno, Laso, René, Mangel… Gente más veterana que les ayudó a saber lo que era un filial, a estar tranquilos y a ir cogiendo confianza. Y luego los resultados llegaron. Este año la plantilla fue jovencísima desde el principio y seguramente faltaban referentes. Laso seguía -aunque estaba lesionado-, pero es que luego ya iban los Marco, Yayo o incluso Osky, que son muy jóvenes todavía. Bueno, que son muy jóvenes y que también igual por carácter no tienen ese perfil de líder. Esa figura es fundamental.

—¿Y en lo futbolístico?

—Bueno, Aimar Collante y Xavi Sola venían de un fútbol vasco que es muy concreto, tanto en estilo, campos y rivales. Darío vino del Antequera, donde tampoco era indiscutible allí. Santi (Miguélez) seguramente fuese el más diferencial, aunque venía de dos años jugando poco. Había que ir encajando poco a poco esas piezas y costó. Y luego está el tema de los centrales.

—Marco Esteban y Jaime Vázquez han acabado siendo los centrales más utilizados.

—Su temporada es buenísima, pero no dejan de ser dos juveniles de segundo año. Con todo lo que eso conlleva. Se juntó todo, porque creo que, si la dinámica de resultados hubiese sido mejor, el rendimiento de esos jugadores que llegaron de fuera también hubiese sido diferente. Va todo de la mano, claro.

—¿Cómo fueron esos meses de mercado de verano? ¿Os reunisteis mucho con Mario Prieto y la dirección deportiva?

—El intermediario entre el cuerpo técnico y la dirección deportiva era Mario. Se habían ido Mangel, Javi Moreno, René, Masca, Miguel Cuesta, Álex Cardero, Samuel Nsoshiri, Mario Fuente y Joan Cruz. Hablábamos con Mario y nos daban a entender que el presupuesto iba a ser menor que el de la temporada pasada, mientras nosotros pedíamos cinco o seis fichajes: un central, un mediocentro, uno o dos jugadores de banda y uno o dos delanteros. Llegaron cuatro y creíamos que la plantilla iba justa, sobre todo atrás tras la salida de René, Javi Moreno y Mangel, aunque los juveniles nos ayudaron mucho.

—¿A qué se agarraban a nivel individual?

—A que los Izan, Víctor Blanco o Mario Sesé diesen otro paso adelante y mejorasen su temporada anterior, que para nada fue mala. El tridente Masca-Miguel Cuesta-Álex Cardero nos dio 22 goles el curso pasado, por ejemplo. Teníamos que buscar y potenciar un salto de ese tipo.

—¿Le da muchas vueltas a que Izan, Víctor Blanco o Sesé no diesen ese salto?

—Bueno… Izan venía de una lesión de tibia gravísima, que le llegó cuando mejor estaba la temporada pasada. Le ha costado, empezó la temporada sin ritmo ninguno, con dolores, y le costó entrar. Víctor Blanco parecido, porque acabó el curso pasado con una lesión muscular bastante seria de la que recayó en pretemporada. Luego, cuando mejor estaba, contra el Guijuelo en febrero, se volvió a lesionar.

—Y le falta Sesé.

—Sesé es un chico que, aunque tiene unas condiciones fantásticas, hay que estar muy pendiente porque necesita mucha confianza para poder aportar. Tuvo un tramo muy bueno cuando entrenaba con el primer equipo, pero seguramente el tema de subir y bajar con el primer equipo no le ayudó para con nosotros y es algo que también puede descentrar a los chicos. A estos tres futbolistas les tengo un cariño especial y mantengo la relación con ellos, pero por unas circunstancias o por otras no han sido esos jugadores diferenciales que pueden ser.

—La falta de gol en los delanteros.

—Se dijo mucho que Enol tenía que ser el que ocupase el rol de Masca (9 goles en 11 partidos como titular), pero siempre tuve claro que Enol no es ese tipo de jugador. A mí me gusta mucho, tiene condiciones y te da muchas cosas, pero no es goleador. Y luego casi no pudo jugar de continuo por culpa de las lesiones, de 34 jornadas solo pudo ser titular en 15 y jugó 7 veces los 90 minutos. Xavi Sola metió cuatro goles, dos de ellos el mismo día ante el Rayo Cantabria. Santi Miguélez igual es el de más calidad, pero tampoco es un delantero centro al uso y le gusta jugar más liberado y con espacios. Y en ciertos momentos, además, le ha pasado factura la ansiedad por demostrar.

—¿Por qué no se reforzó la demarcación en el mercado de invierno?

—No lo sé, aunque teníamos claro que había que reforzarla. Una espina que se me quedó clavada, además, es no haber tirado más de un juvenil como Jaime Coballes -máximo goleador del juvenil A en División de Honor-.

—¿Cómo se vivió el mercado de invierno?

—Reuniones manteníamos muchas, cada semana. Enero empezó y todo el mundo, cuerpo técnico y club, sabía que había que reforzar el ataque. Se buscaron diferentes alternativas y nombres, pero por unas cosas o por otras no se concretó ninguno. Había que tirar con lo que tuviésemos y, como dije antes, nos hubiese gustado tirar de Jaime Coballes, aunque justo cuando mejor estaba e iba a venir con nosotros sufrió una mononucleosis. Hubo momentos de enero en el que solo teníamos a Xavi Sola como delantero centro puro.

—¿Pensaban que sí se iba a cerrar el fichaje de al menos un delantero?

—Pues el tiempo pasaba y no se concretaba nada. Se miraron varias opciones como dije, pero se decidió no hacer ningún movimiento y no quedaba nada más que aceptarlo. Hubo hasta tres o cuatro nombres encima de la mesa y algunos de esos sabíamos a ciencia cierta que querían venir al Vetusta, pero en el tema de las negociaciones no estoy y desconozco el motivo por el cual no vinieron. El último día de mercado, el 31 de enero, tenía claro que no iba a venir nadie.

—¿Hubo momentos de tensión con el club debido a este tema?

—No, tensión no porque yo soy un tipo bastante tranquilo y el ambiente no era ese. Sí repetíamos continuamente que hacía falta un delantero, que era algo fundamental para el equipo. Uno por lo menos, ojo. Luego se dieron otros movimientos, como la salida de Nico, que, aunque es normal que el buscase minutos, yo confiaba mucho en él. Luego Miguel Berlanga no salió con el mercado abierto y sí lo hizo a la semana siguiente, con el mercado cerrado.

—¿Cree que es incoherente la decisión de no fichar y gastar dinero en enero y después despedirlo debido a los resultados?

—Mmm, no, incoherente no. Nosotros estamos para entrenar a una plantilla y si yo no estoy de acuerdo con ello me hubiese ido. Confiaba muchísimo en la plantilla que tenía y en los juveniles que nos podían ayudar, y para eso trabajábamos. El club consideraba que había que intentar salvar la categoría, aunque también es difícil fichar jugadores jóvenes, en edad Sub-23, buenos y, sobre todo, baratos. Lo aceptamos así en verano y lo aceptamos en el mercado de enero. También te digo una cosa, el 1 de febrero estaba convencido de que el Vetusta se iba a salvar. Creo que el equipo no estuvo tan lejos, incluso.

Jaime Álvarez, en El Requexón
Jaime Álvarez, en El Requexón Tomás Mugueta

—¿Se puede compaginar la política de acortar plazos y apostar por juveniles con la de tener una plantilla competitiva para Segunda RFEF?

—Pues no lo sé, creo que sí. El club utilizó para la fichar la baza de que varios jugadores del año pasado acabaron en el primer equipo y, el resto, chavales de casa y muchos en edad juvenil. ¿Qué pasa? Es muy difícil que te salgan bien y te rindan desde el principio tres generaciones diferentes como son las de 2004, 2005 y 2006. Ojo, no quiere decir esto que ya estén perdidos y no acaban en el primer equipo, pero el rendimiento inmediato en una categoría como la Segunda RFEF es otra cosa. El Deportivo Fabril, además de tener canteranos algo más mayores, fichó en enero a un delantero de 25 años. El Rayo Cantabria fichó a jugadores de Primera RFEF y el Valladolid Promesas ya tenía varios de esos. El Oviedo apostó por otro modelo y yo lo entiendo, pero estas expuesto a temporadas que igual no son tan buenas.

—En este fútbol tan impaciente, hay algunos que dicen que los chicos de la generación de 2004 se han estancado.

—El problema de estos futbolistas igual es que su progreso fue demasiado rápido desde juveniles hasta la temporada pasada y, ya en la presente en Segunda RFEF, su nivel se acerca al dado ahora. Es que son muy jóvenes, no olvidemos que los chicos de 2004 han completado su primer año sénior solamente. Y alguno de ellos ya ronda los 50 partidos en la categoría con 20 años. Marco (portero), por ejemplo, ha sido nuestro mejor jugador esta temporada. Yayo no ha hecho mal año, aunque su trabajo no es muy vistoso y si los de alrededor no brillan pues le cuesta más. Osky y Charbel han estado más irregulares y por momentos el físico les ha castigado. Nacho Estrada parecido, me encanta y tiene talento, pero esta categoría exige. Es una generación buena, aunque no por eso quiere decir que todos vayan a llegar al primer equipo.

—¿Es un problema para el club gestionar todo esto en Tercera?

—No sé cómo están los temas contractuales de los chicos, la verdad, nunca quise saberlo. No sé si será productivo jugar en Tercera, pero Abel Bretones, que pasó casi de un filial de Primera Regional a Segunda División en temporada y pico, es un buen ejemplo de que las categorías muchas veces no son tan importantes. Algunos igual creen que un paso atrás para jugarlo todo les puede venir bien y otros piensan que tras dos años en Segunda RFEF quieren probar en categoría superior.

—Abel Bretones.

—Es que hace dos años estaba jugando en el Langreo B, ya no en el Langreo. Es un chico al que le ha pasado todo rapidísimo y que, encima, tuvo una desgracia familiar grande cuando nos jugábamos el ascenso en 2022. Tiene la cabeza bien amueblada, es todo bondad y corazón. Su evolución ha sido enorme y, cuando pasa eso, todos queremos que siga así, pero no deja de tener 22 años. Si equipos de Primera se fijan en ti es que lo estás haciendo bien, pero calma. Ojalá el año que viene le veamos en Primera y vestido de azul.

—10 futbolistas del filial han debutado en el primer equipo y hasta 19 juveniles han tenido participación en el filial durante su etapa en el Vetusta.

—Yo estoy muy contento por eso y también tengo que dar las gracias a muchos de esos futbolistas. Y a otros pedirles perdón, porque seguramente fui injusto en ocasiones. Estoy con la conciencia tranquila tras el trabajo realizado y me quedo con la evolución diaria de los chicos. Dieguito ha sido el mejor ejemplo esta temporada, por ejemplo. Aunque como siempre digo, el salto al fútbol profesional es complicadísimo. Marco Esteban y Jaime Vázquez jugaron aquel día ante el Amorebieta, pero como siempre dije, tenía claro que los mismos que encumbraron a Jaime por aquel debut fueron los que le metieron palos cuando en la Copa del Rey juvenil ante el Espanyol no estuvo a su nivel. Eso es lo que hay que gestionar, trabajar la cabeza de los chavales porque las cosas les pasan muy rápido.

—¿Qué es lo mejor que se lleva de estas casi tres temporadas?

—El ambiente. No sé el número exacto de futbolistas que han pasado por nuestras manos, más de 50 seguro, y todavía hoy tengo relación con muchísimos que incluso han estado en el primer año. Cuando me despidieron el 90% del vestuario actual me llamó, pero también me llamaron muchísimos de otros años. Ser capaz de ponerse en el lugar de ellos y empatizar creo que es fundamental en un filial. He aprendido mucho de ellos en el día a día.

—La afición del Real Oviedo fue bastante cariñosa con usted cuando salió del club.

—Lo agradezco muchísimo, porque las muestras de cariño fueron muchas más de las que pensaba. Estoy agradecido por ello y también estoy agradecido con el club, por darme la oportunidad en aquel verano de 2021 y por poder volver a disfrutar de mi casa. Esto es fútbol y hay que aceptarlo todo, sigo siendo un oviedista más y ahí seguiré en la grada.

—La última. ¿Dónde se ve la temporada que viene?

—Estuve 15 días sin ver nada de fútbol de Segunda RFEF, desconecté y ahora sigo descansando, pero también viendo en vídeo alguna cosa de la que hicimos estos años. Soy un entrenador joven y tengo la ilusión de seguir trabajando, aunque solo cogiendo algo que me llene. No me importa la categoría, como si tengo que volver al fútbol base. Me gusta el día a día y ver la evolución. Si sale algo que me llene, tampoco me importaría salir de Asturias. Entrenadores somos muchos para las pocas plazas que hay, así que paciencia.