Analizamos el papel del centrocampista azul en el derbi asturiano y, en general, lo que Álvaro Cervera quiere de él
12 sep 2023 . Actualizado a las 10:41 h.Cuentan que Javier Clemente, en su etapa como seleccionador de España, les decía siempre a sus centrales «que digan de ti que eres malo, pero no tonto». Era la forma sutil que tenía el mítico entrenador de Barakaldo de decir que en salida de balón no quería riesgos, que mejor un golpeo en largo a un pase por dentro que le diese al rival opciones de robar. Álvaro Cervera, técnico del Real Oviedo, va un poco por esa misma línea. Y, para el entrenador azul, sus mediocentros no son menos que sus centrales. Nada de recibir un pase estando de espaldas, evitar siempre que se pueda los pases atrás y jugar siempre de cara a la portería rival. Todo son consignas que se pueden escuchar en El Requexón y que, en el derbi del pasado sábado en el Carlos Tartiere, quedaron muy patentes.
Seoane cuando el Oviedo inicia desde atrás
El derbi asturiano fue un cóctel explosivo para el Real Oviedo. En dicha coctelera se juntaron las cuatro jornadas sin ganar, los problemas propios con balón de cualquier equipo de Cervera y, claro está, el propio derbi. Los Oviedo-Sporting son partidos en los que la tensión y el miedo alcanza niveles ni comparables a los del resto de la temporada, así que se juntó todo sobre el césped del Carlos Tartiere. Los azules, de primeras y a diferencia de lo que se pudo ver ante el Levante, decidieron tirar del juego directo en casi todos los inicios del primer tramo del partido. Salir en corto no era opción.
Ya con el balón en movimiento, al Oviedo le tocó de vez en cuando construir desde centrales. Y en ese escenario Jaime Seoane fue prácticamente invisible. Y si no fue invisible, fue inútil. El centrocampista se desesperaba en la segunda línea, esperando un pase de centrales que nunca llegaba. La presión del Sporting tampoco era demasiado agresiva, pero si un jugador rojiblanco estaba en el campo de visión de Costas, Calvo o Luengo, el pase a cualquier miembro del doble pivote estaba prohibido. Por eso Seoane o Luismi bajaban se incrustaban de vez en cuando en la línea de centrales, porque ahí sí podían recibir. Eso sí, el pase necesario para progresar nunca aparecía y no había más remedio que volver a jugar atrás.
Un carril central inutilizado
Si el rol de Seoane en salida de balón se diluía, cuando el juego llegaba a la medular el ex del Getafe tampoco encontraba su sitio. Tuvo que pasar un cuarto de hora de derbi para que el centrocampista oviedista pudiese dar un pase en campo rival. Sebas Moyano robó en el centro del campo y Seoane dio continuidad al juego con un pase hacia adelante, aunque después Moyano perdiese el balón. Y no muchas más, eh. El Oviedo solo avanzaba a través de balones largos o por las bandas, con Abel Bretones y Moyano por la izquierda y con Viti y Paulino en la derecha. El carril central no existía salvo para ganar segundas jugadas o combinar tras robo y ya cerca del área rival.
Entre todo el tiempo que estuvo sin entrar en juego y que su ritmo de competición todavía no es el que el jugador puede alcanzar, Seoane desaprovechó un par de acciones en las que el Oviedo tuvo la oportunidad de atacar rápido tras robo. Fue cerca de la hora de partido cuando el '16' oviedista pudo dar un pase de los que deciden partidos o, al menos, de los que te acercan al gol. Sebas Moyano le marcó el desmarque y Seoane, desde campo propio, realizó una diagonal que sorprendió a la defensa del Sporting. Moyano no pudo sacar disparo, pero la acción ahí quedó. Solo en los mejores minutos del Oviedo en el segundo tiempo, cuando los azules amagaban con el arreón, Seoane pudo distribuir un poco en campo rival.
La 'teoría de la manta', incumplida
Si eres demasiado ofensivo, sufrirás atrás. Si eres demasiado conservador, te costará llegar arriba. En eso se basa, grosso modo, la famosa 'teoría de la manta' de la que tantas veces hablan los entrenadores en sala de prensa con el objetivo de dar importancia al equilibrio. Aplicado al Real Oviedo en general y a Jaime Seoane en particular, dicha teoría no vale para explicar el derbi asturiano. ¿Por qué? Porque si antes explicábamos lo poco que participaba el centrocampista en la construcción de juego, su rol como llegador que tanto explotó en otros equipos tampoco apareció.
El Oviedo, que cada vez que tenía la oportunidad centraba desde la banda, fuese cual fuese el escenario, atacaba con muy poca gente la zona de remate. Los tres centrales del Sporting, los carrileros e incluso Varane -que siempre estuvo más pendiente de los zagueros que de los mediapuntas- contra Borja Bastón y Sebas Moyano. En ocasiones Paulino, vale, pero nadie más. Tan solo en un par de acciones del derbi Seoane se incorporó y estuvo cerca de la zona donde se cuece todo.
Saber encontrar el rol de Seoane es una misión pendiente para Álvaro Cervera. El técnico lo ve tanto en el doble pivote como por detrás del punta, pero sí que es verdad que el equipo está lejos de poder poner en valor las cualidades del futbolista madrileño. Colombatto, por ejemplo, va a dar muchísimo al equipo desde el doble pivote. Alemao, desde la punta del ataque, más de lo mismo. En el caso de Jaime Seoane, la estructura y el modelo de juego va a tener que ayudarle un poco más. Porque el '16' azul es un gran centrocampista que aporta trabajo y finura en el pase, pero si se le potencia puede ser muchísimo más.
