La Voz de Asturias entrevista al mediocentro carbayón, ya asentado en el once de Jon Pérez Bolo tras una larga etapa en Granada
15 sep 2022 . Actualizado a las 10:18 h.Tito Blanco tenía claro que Ángel Montoro (Valencia, 1988) debía ser la brújula de este nuevo Real Oviedo y, tras poco más de un mes en la capital del Principado, está claro que Jon Pérez Bolo piensa lo mismo. El cuerpo técnico mimó desde el primer día en El Requexón al mediocentro y el valenciano, en su primera aventura tras cinco temporadas en Granada, ya está asentado en el once oviedista. Ahora, el centrocampista de 34 años, por primera vez desde que es futbolista del Real Oviedo, charla con LA VOZ DE ASTURIAS sobre esta nueva etapa de su larga carrera deportiva.
—Poco más de un mes en la ciudad. ¿Qué tal su familia y usted?
—Ya más asentados. Por suerte hemos podido encontrar casa, que es algo que nos ha costado mucho. Soy una persona muy familiar y ya la tengo aquí, conmigo, con la rutina del día a día y el colegio a pleno rendimiento. Muy a gusto.
—Valencia, Recreativo, Almería, Las Palmas, Granada… Llevaba 13 años sin jugar en el norte.
—Mi primera vez en el norte fue en el Real Unión de Irún, cedido por el Valencia. Igual aquella fue mi peor temporada en lo futbolístico, pero me sirvió de mucho. Una experiencia más en la mochila. El otro día en Burgos noté que ya me estoy empezando a adaptar al clima de aquí, porque sufrí un poco con el calor. El fútbol es fútbol, da igual donde juegues y si uno está bien lo estará donde sea.
—¿Qué vestuario se encontró?
—Desde el primer día la acogida ha sido magnífica, es un vestuario al que da gusto venir a trabajar y eso influye siempre en que las cosas vayan bien. Aunque hay momentos en el entrenamiento en el que sabes que son de más intensidad y más serios, te lo pasas bien.
—¿Qué rol adquiere un veterano dentro de este vestuario? ¿Es fácil entrar?
—Suena a tópico, pero la experiencia sirve para todo, tanto para jugar como a la hora de llegar nuevo a un vestuario. Soy una persona bastante tímida, pero aquí ya cogí confianza con mis compañeros desde los primeros días.
—«Somos muchos directores deportivos queriendo al mismo jugador y has cumplido tu palabra, no ha sido fácil». Eso lo dijo Tito en su presentación.
—Venía de una larga etapa en Granada y para mi mujer y para mí, que ya tenemos niños grandes, este era un cambio difícil y que había que meditar bien. Tuve varias propuestas, pero quería volver a ilusionarme y que a mi familia le pasara lo mismo. Y así fue cuando llegó la llamada del Real Oviedo. Es un club con una masa social que da gusto, la había sufrido como rival en el Tartiere, pero también la disfruté. Tenerla a tu lado es maravilloso, te llevan en volandas y yo quería disfrutar eso. Venir al Oviedo era un paso en mi carrera que me ilusionaba.
—¿Qué tal con Tito? ¿Se conocían?
—Sabía quién era, claro, pero no nos conocíamos personalmente. Me llamó y después hubo unos días de parón en las conversaciones por el tema del cambio de propiedad, ahí no sabíamos qué iba a suceder. Luego retomamos y ya hablamos por videollamada con Tito y con el míster, me dijeron que contaban conmigo y que creían que podía ser importante.
—En las últimas seis temporadas solo ha bajado de los 20 partidos en una. ¿Entiende que algunos le cuelguen la etiqueta de ‘jugador de cristal’?
—He tenido lesiones musculares, pero como cualquiera en esta profesión. En Granada era un futbolista importante y requerían de mí, así que muchas veces no llegábamos a recuperar bien de esas molestias. Muchas de las lesiones eran cicatrices que no estaban bien curadas. El club demandaba que yo estuviese y soy un futbolista que me gusta dar todo, así que si pedían de mí lo daba, aunque conllevase un riesgo médico. Siempre quiero ayudar al equipo.
—Se conoce más.
—Por supuesto. Ya tengo esa experiencia para saber cuándo puedo ir al límite o cuándo tengo que parar un poco. Aquí en Oviedo me están controlando mucho y hemos ido avanzando de forma muy progresiva. Por suerte me estoy encontrando bien y ya estoy acumulando partidos y minutos, cogiendo esa confianza para tratar de alcanzar mi mejor versión.
—Volviendo a Granada… ¿Qué supuso para usted Diego Martínez?
—Es un referente, un entrenador que ha sido muchísimo para mí. Como Granada, claro. Es un club al que llevo en el corazón y que me lo ha dado todo. La gente me tiene un cariño inmenso y yo igual, hemos vivido una época muy muy bonita que ojalá repitan pronto.
—¿Dónde estuvo la clave para que alcanzases ese nivel?
—Diego tenía fe ciega en mí y desde el primer día me dice que me mueva por donde quisiera, que yo iba a ser el que generase el fútbol. Me dio libertad total y confianza. Fui acumulando partidos y minutos, me iba encontrando cómodo y cada día jugaba mejor. Disfruté mucho y pude dar mi mejor versión.
—En Granada, sobre todo en Primera, dio un paso hacia adelante en el trabajo sin balón.
—Uno tiene de por sí una de serie cualidades, pero sí que es cierto que un entrenador te demanda ciertas cosas y te tienes que adaptar. Y así pasó. Aquí Bolo también está tratando de que seamos un equipo intenso en dicha faceta, porque cuando robas arriba estás cerca del área rival. Sí que es cierto que el otro día en Burgos nos costó mucho robar cerca del área rival en el primer tiempo y sufrimos, sirvió para darnos cuenta de cuál es el camino. Y ese camino me gusta.
—¿Es la de mediocentro la posición en la que más se nota la experiencia?
—Puede ser. Y la de central, también. La experiencia te hace medir mucho tus esfuerzos. No soy un futbolista rápido, y soy consciente de ello, pero al final los años te permite leer e intuir jugadas, adelantarte a situaciones que crees que pueden beneficiar al equipo y no sufrir en acciones en las que sabes que no son tu fuerte.
—¿Es muy diferente jugar de mediocentro en Segunda con respecto a Primera?
—Yo creo que no. He tenido la suerte de jugar muchos partidos en ambas categorías y al final la gran diferencia en Primera son los seis o siete equipos de arriba, esos son los que de verdad tienen el talento. El resto son muy parejos: hay equipos de Segunda que perfectamente podrían competir en Primera y viceversa.
—Un mediocentro que le guste mucho de Primera. Busquets no vale, que ya sé que es fan.
—Mmm… Mikel Merino, por ejemplo. Me parece un futbolista con unas condiciones tremendas y que le está dando un rendimiento fantástico a la Real Sociedad. Sergi Darder, del Espanyol, también me gusta. Hay muchos.
—Es habitual verle charlando mucho con el míster en El Requexón. ¿Qué le pide?
—Que sepa interpretar lo que exige el partido, que le dé velocidad al juego o, en otras ocasiones, pausa. Saber medir el tempo y estar mucho tiempo en contacto con el balón. Luego el esfuerzo es innegociable, pero eso no es cosa del Oviedo de Bolo, eso es en todos los sitios. Está confiando en mí a pesar de que en esa misma demarcación tengo compañeros en un gran momento.
—Enrich y Bastón son dos delanteros muy poderosos en el juego aéreo. ¿Eso les puede invitar a jugar demasiadas veces en largo?
—No tiene por qué. Todos nos conocemos muy bien y con el paso de las semanas eso irá a más, sabemos las condiciones de los compañeros. Tanto Sergi como Borja son delanteros que si les juegas por abajo tienen pie para dar continuidad o para tocar de cara, no es que solo sean fuertes por arriba. Hay que saber con quién estás en el campo y el momento del partido para saber lo que ofrecerle lo que necesite con el objetivo de que dé el mayor rendimiento.
—¿Le ha sorprendido Koba?
—Lo conocía, porque me gusta mucho el fútbol y veo muchos partidos. Además, Koba viene de la cantera del Valencia y yo salí de ahí, así que estoy bastante al día. Sabía de las condiciones que tiene, la fuerza y el potencial que todavía tiene que explotar. Todavía tiene muchas cosas que mejorar, pero seguro que de ahí saldrá un magnífico futbolista. Ojalá nos dé muchísimo aquí.
—Ambos son muy versátiles. ¿El reparto de roles siempre será similar al que se vio ante el Levante?
—Es muy joven y tiene mucha fuerza, si a eso le añades el ímpetu que pone pues en ocasiones no se le puede parar. Sabiendo de sus condiciones, trato de aguantar un poco más la posición y darle esa libertad para que él la pueda explotar y aportarnos cerca del área rival. Mi misión es que aproveche lo que tiene.
—Llevaba tres temporadas sin jugar en Segunda. ¿Cómo está viendo la categoría?
—Cada vez va a más y cada vez hay jugadores con mayor talento. Es una categoría que arranca con diez clubes como mínimo optando a lo máximo, pero también sé del potencial que tenemos nosotros y que podemos disfrutar esta temporada.
—En el año del ascenso con el Granada dijo que se estaban divirtiendo en el campo y que eso en Segunda no era fácil. ¿Cómo se consigue?
—Siendo un equipo. Soy un futbolista que me gusta tener el balón, pero también me encanta ver a un compañero realizar y celebrar una acción defensiva como si fuese un gol. Siendo un grupo, un equipo, un conjunto, y sufriendo todos por todos, se puede disfrutar hasta en los días malos. Obviamente el pasado sábado en Burgos el primer tiempo no fue bueno, pero eso también te puede hacer fuerte. Cuando eso pasa, hay que estar juntos y no encajar gol. Que los días malos no se reflejen en el marcador.
—34 años, un ascenso, casi 100 partidos en Primera, participaciones en competición europea…
—Siempre hay margen de mejora. El proyecto al que me embarcase tras salir de Granada tenía que ilusionarme, y el del Real Oviedo es ese proyecto. Vengo a entrenar cada día con muchísima ilusión y encima me he encontrado con un grupo que te facilita ese disfrute. Muchas veces pienso que la edad solo es un número, yo me encuentro muy bien y creo que todavía puedo aportar mucho en este juego, así que trato de disfrutarlo cada día.