Analizamos la actuación de los dos centrocampistas del Real Oviedo en la victoria (3-0) ante el Mirandés
04 may 2022 . Actualizado a las 09:02 h.El que solo haya visto jugar a Javi Mier desde que José Ángel Ziganda decidiese apostar por él la temporada pasada, pensará que la actuación del ovetense frente al Mirandés fue una excepción. En estos dos cursos con el Cuco en el banquillo, el centrocampista ha sido en la mayoría de partidos ese segundo punta que, a pesar de ser por naturaleza más asociativo que un delantero de referencia, su trabajo ha estado más relacionado con el juego sin balón y los últimos metros que con la construcción del mismo en la medular. El pasado sábado Mier volvió al doble pivote, lugar donde maduró futbolísticamente en su etapa juvenil y en el filial, y parecía que en vez de en el Tartiere estaba jugando en El Requexón. Y todo esto, con la inestimable ayuda de un Marco Sangalli que está empeñado en sumarse a la fiesta en este fin de curso.
Perro de presa en la presión
El Real Oviedo lo tiene muy claro y ante el Mirandés lo volvió a demostrar. El conjunto azul sabía que no podía dejar que un rival con tantos jugadores de calidad se sintiese cómodo en el Carlos Tartiere y desde el primer minuto apretaron, mordieron y se hicieron invencibles en los duelos individuales. Y en ese contexto, Javi Mier fue de lo más agresivo en la presión colectiva azul. El ovetense asumió el papel de Brugman y, con Luismi como mediocentro más posicional, saltaba sin miramientos a por el rival con tal de forzar pérdidas. En ciertos momentos, el canterano subía sin problema a la altura de Bastón y Obeng para moder al poseedor de balón.
Pasaba algo similar, aunque en este caso era menos llamativo, en la presión tras pérdida. Mier entendió a la perfección su papel en el engranaje carbayón y cada vez que el Oviedo perdía el balón cerca del área del Mirandés siempre era uno de los perros de presa que saltaba a la yugular de los jugadores rojillos. Ahí también entró en juego Marco Sangalli, cuyo radio de acción el pasado sábado se centró más en posiciones interiores que cerca del costado diestro. Esto, unido al trabajo habitual de Bastón y Obeng, bastaba para que el Mirandés no pudiese correr ni castigar tras robo.
El rol de Sangalli y Viti
Con y sin balón, Marco Sangalli fue determinante en la victoria del pasado sábado. El donostiarra, alumno predilecto del libro de estilo de José Ángel Ziganda, sabía qué tenía que hacer cuando el Mirandés tenía el balón y luego recuperó esa chispa de precisión que le permitió volver a ser importante cerca del área rival. Una de las obsesiones del Cuco es impedir a toda costa que el conjunto que tiene enfrente castigue al Oviedo por dentro: negar los pasillos interiores y perfilar la posesión a un pase al costado —aunque siempre evitando la progresión— o, en muchas ocasiones, al juego directo. Y así llegó el 1-0.
Imanol, lateral izquierdo del Mirandés, asumía más galones que su homólogo en la derecha en salida de balón. Sangalli, siempre perfilado correctamente, se quedaba cerca de Mier y Luismi, cerraba cualquier línea de pase por dentro y esperaba. Y el conjunto jabato mordió el anzuelo: mal pase, robo de Sangalli y pase al espacio que Obeng convirtió en el primer gol. Mientras, Viti Rozada vigilaba de cerca a un Carreira que, ocupando todo el costado derecho, suele ser una de las grandes armas ofensivas de los de Joseba Etxeberria. Y esto pasó varias veces durante el partido. Cuando el Mirandés no arriesgaba a buscar ese pase por dentro recurrían al juego directo, pero ahí estaban Dani Calvo y Costas para negar cualquier opción a Camello y Riquelme.
Javi Mier en la base de la jugada
Como decíamos antes, el sábado se volvió a ver a ese Mier con galones en la construcción del juego. Ante el Pucela, hace unas semanas, ya se le vio ocupar diferentes alturas por dentro y llegar con claridad al área rival, pero frente al Mirandés fue diferente. El ovetense fue importante en la medular a la hora de oxigenar el juego (85% de acierto en el pase), ejercer de bisagra para unir ambos costados o dar esa pausa siempre necesaria cuando un equipo va ganando.
Para cumplir con esto, Javi Mier sacó a relucir el repertorio técnico que tanto mostró en El Requexón y gracias a su capacidad para dar continuidad al juego a través de los controles orientados, las conducciones o los giros, el Oviedo atacó mejor. Ya en el ecuador del partido, el canterano fue muy útil a la hora de temporizar el juego, atraer rivales en la zona central y jugar con el compañero liberado. Una de las especialidades de Gastón Brugman, por cierto.
La amenaza cerca del área rival
También tuvo tiempo Javi Mier para merodear por las inmediaciones del área del Mirandés. El ovetense, además de llegar al remate en un par de ataques posicionales del Oviedo, supo amenazar desde más atrás y en ocasiones se entendió bien con un Sangalli que mordió con malas intenciones el espacio surgido entre el central izquierdo y el lateral del Mirandés, un Imanol que dudaba cuando Carlos Isaac ganaba altura.
Tras robo o duelo individual ganado, más de lo mismo: probar a Lizoain desde la frontal. Lo hizo poco para lo que suele acostumbrar cuando tiene opción, pero en una estuvo muy cerca de encontrar el palo largo y marcar uno de los goles de la temporada. En esta faceta volvió a adquirir galones reservados habitualmente a Brugman, encargado de amenazar desde larga distancia a los porteros rivales.