La Voz de Asturias entrevista al periodista catalán, aficionado y consejero del próximo rival del Real Oviedo
08 may 2021 . Actualizado a las 08:15 h.Lleva más de diez años siendo uno de los periodistas más reconocidos de la radio y la televisión en España, ha escrito 11 ciudades, Franz.Jürgen.Pep. y El faro de Dalatangi (Editorial Contra) y es uno de los fundadores de MarcadorInt, un proyecto pasional que pretende reunir a todos los amantes del fútbol global. Pero, por encima de todo, Axel Torres Xirau (Sabadell, 1983) es el socio nº515 del Centre d'Esports Sabadell. Consejero del club de su vida desde marzo de 2018, vive el sentimiento arlequinado con el mismo fervor con el que lo hacía de niño. Este domingo, 35 años después, su equipo vuelve a jugar en Oviedo (Carlos Tartiere, 16:00 horas).
-Cómo va esa salud cardiovascular.
-Las dos últimas victorias han sido más o menos iguales. Además, fueron partidos en los que no hemos jugado como acostumbramos a jugar. A nosotros nos gusta tener mucho el balón, ser valientes, jugar abiertos… y ni Rayo ni Mallorca nos dejaron. Tuvimos que jugar un poco a la épica y en ambos marcamos prácticamente en la primera ocasión de gol. A partir de ahí, resistir. Y resistimos bien.
-No queda otra en Segunda División.
-Es algo que al principio de temporada nos costaba. Hemos aprendido a amarrar resultados y esto nos da vida. Todos somos muy conscientes de que todavía queda bastante. No sé cuántos puntos habrá que hacer. Yo pensaba que con 47 se podría salir y ahora no lo tengo tan claro.
-¿Ya ha hecho cuentas?
-Claro. Estaba convencido de que con 47 se podía salir. Hice números hace diez jornadas y me salía eso, pero es verdad que el ritmo de puntuación de los de abajo ha subido. El Castellón está ganando más, el Alcorcón más de lo mismo… Igual se necesitan más. Con 50 puntos sobrado, eso seguro. 48 o 49 debería dar.
-Ante el Rayo jugaron un lunes a las 18:00 horas. Para casi cualquiera, un horario terrorífico. ¿Para usted?
-Me vino perfecto, la verdad. Fui al campo y luego me dio tiempo a volver a Barcelona para hacer el programa (El tercer tiempo). El del domingo en Oviedo, por ejemplo, me pillará en Madrid, que hago el Madrid-Sevilla a las 21:00 horas. Llegaremos al hotel sobre las 15:30 horas, comeré algo rápido y me pondré el partido en el móvil. Y a sufrir.
-¿Ve al Sabadell preparado para lo que está por venir?
-Tenemos una base de gente que ha vivido cosas muy intensas con nosotros. En ese sentido el equipo es honesto, lo da todo. Hace dos años se salvó en la última jornada de bajar a Tercera y la temporada pasada ascendió en un playoff que era dificilísimo. Esa capacidad para afrontar retos duros la tenemos. Sabemos que no somos el equipo que tiene más calidad y todo nos cuesta mucho, pero eso ya lo teníamos asumido cuando subimos. Ganar un partido es muy difícil y cada vez que lo logramos parece que ganamos la Champions League, pero inmediatamente regresamos a ese estado en el que sabemos que todavía no se ha hecho nada.
-El Sabadell es, junto al Logroñés, el único equipo de los ocho últimos clasificados que no ha cambiado de entrenador. ¿Qué significa Antonio Hidalgo para ustedes?
-Antonio es una leyenda del club como jugador y como entrenador. Fue capitán del Sabadell durante tres años y medio en Segunda División y siempre destacó por su compromiso, liderazgo y la capacidad de levantar a la gente. Tenía un carácter competitivo extraordinario.
-Y por eso lo llamaron.
-Hace dos años, cuando estábamos a punto de bajar a Tercera, entendíamos que necesitábamos un carácter como el suyo. Estaba en Chipre, de segundo entrenador en el AEK Larnaca. Casi no tenía experiencia como primer entrenador, pero nosotros lo conocíamos y sabíamos cómo vivía el fútbol. Y funcionó. Nos salvó y un año después ascendió. Se ha ganado todo el crédito del mundo. Evidentemente, cuando vas mal también hay críticas. En redes sociales, sobre todo, había gente que pensaba que debería haber sido destituido. A mí me parece que es el gran valor que tenemos dentro del club y que si hemos llegado con opciones de salvarnos al final de temporada es gracias a él.
-¿Le ve mucho futuro?
-Sabíamos que tenía la personalidad para ser un gran líder, pero es que nos ha sorprendido desde el punto de vista táctico. En aquel momento no pensamos fichábamos a alguien tan preparado. Creo que, independientemente de que consigamos la salvación, hará carrera en el fútbol profesional. Nos representa muy bien y a mí me parece idóneo para el Sabadell.
-El director deportivo del Sabadell es José Manzanera, de 30 años. El más joven del fútbol profesional.
-Yo ya estaba en el club cuando llegó José. Lo ficha el director general, que lo conocía del mundo de los agentes. Estaba trabajando en el filial del Córdoba y dominaba el mercado de la Segunda B. Por ahí llegó al Sabadell. Responde al perfil de lo que queremos en el club: gente con hambre y que vive para esto. Es un director deportivo muy de campo, además. Siempre está en los entrenamientos y acompaña al equipo en los viajes. Se puede decir que casi forma parte del equipo. En el playoff de la temporada pasada disputado en Marbella, comía con el equipo y formaba parte de la concentración.
-En 2018, Axel Torres es nombrado consejero del Sabadell. ¿Le costó aceptar?
-Ya había estado de consejero con una junta anterior, cuando bajamos a Segunda B en 2015. Fue un periodo corto, me salí pronto porque había cosas con las que no estaba de acuerdo. Cuando me lo vuelven a proponer dudo, porque cuando estás en una junta directiva tienes que asumir muchas decisiones que, a veces, no las compartes. Eso me echaba un poco para atrás. Cuando el presidente estaba en negociaciones para comprar el club habló conmigo y me preguntó muchas cosas sobre el club y la ciudad. Finalmente lo compró y me dijo que quería que entrase. Y le dije que sí.
-¿Qué supone para usted?
-A mí, vivirlo tan intensamente me supone un aliciente. Me activa. Es lo que más me conecta con el fútbol. Mi rol es puramente consultivo. Hablo con el entrenador y con el director deportivo, pero la plantilla la hace este último. Yo no he fichado a ningún jugador. En decisiones como cambios de entrenador sí he tenido algo de voz (éramos cuatro personas las que lo decidíamos). En la elección de Antonio Hidalgo, al final yo lo conocía de su etapa anterior. Tanto presidente, director deportivo y director general no son de Sabadell y no tenían un background previo del club, por eso me pidieron entrar. Se sufre mucho, no sé si más que como aficionado, pero mucho. También hemos vivido cosas muy bonitas estos años.
-¿Es complicado guardar las formas en un palco?
-Estoy bastante comedido, la verdad. No sé si es porque no hay público. Mi problema es que me contagio del ambiente. Cuando jugamos fuera de casa me pone muy nervioso que se metan con nuestro equipo y cuando jugamos en casa intento provocar un poco que la afición eleve el nivel de animación para levantar al equipo. Este año no, claro. Además, como hay VAR, me he concienciado con que nada es definitivo. Casi no celebro los goles y hasta que el rival saca de centro no doy nada por hecho. A ver si cuando vuelva el público recupero mi versión anterior o ya me quedo así. El sufrimiento es enorme, pero lo exteriorizo menos.
-Hace casi un año ascendieron en Marbella, con eliminatorias a partido único y sin gente en las gradas. ¿Le costó meterse en el papel?
-Al público le echo de menos cuando veo partidos en los que no juega el Sabadell. Cuando jugamos nosotros estoy tan metido y soy tan consciente de lo que nos jugamos como siempre. Recuerdo los partidos del playoff como taquicárdicos, de una presión extrema. Lo viví con más serenidad que cuando subimos en Eibar en 2011, eso sí. Al no ser la primera vez, no me generó un impacto tan grande. Lo de Marbella fue una alegría tremenda y soy consciente de lo que significa estar en el fútbol profesional, pero sí estuve más sereno que en Ipurua. Ahora se cumplen diez años de aquel ascenso y el club ha hecho un documental, esperemos que no coincida con una mala noticia (risas).
-Vamos, que un playoff es un playoff sean cuales sean las circunstancias.
-Con todos los condicionantes del año pasado, con varios meses de parón, gradas vacías, estadio neutral y todo a solo tres partidos, lo viví muy intensamente. La semana que pasé en Marbella es una de las mejores que he vivido dentro del fútbol. En el primer partido no estuve, pero a partir del segundo sí. Conviví con el equipo en el hotel y no había nada más en el mundo que ese playoff. Y salió bien.
-¿Nota que esta temporada sin gente en las gradas ha desconectado mucho a las aficiones de su club? ¿Pasa en Sabadell?
-Pues yo creo que aquí la gente lo está viviendo con mucha intensidad. Es que al final estamos en Segunda, es una temporada especial y mejor que las cinco últimas. Es la quinta vez desde 1993 que estamos en Segunda División. Por ejemplo, es un privilegio poder ver todos los partidos del Sabadell por televisión. La gente que es de un equipo que siempre ha estado en el fútbol profesional igual no lo valora, pero para mí, sentarme en casa y ver con muchísimas cámaras y en HD el partido que juega mi equipo en Lugo es tremendo. Me consta que el aficionado tiene muchísimas ganas de volver al campo, pero dentro de la excepcionalidad de la situación, en Sabadell están enganchados al equipo.
-35 años sin un Oviedo-Sabadell. ¿Cuándo leyó el dato qué pensó?
-Me cuadró, porque en las cuatro temporadas en las que el Sabadell estuvo en Segunda División, del 2011 al 2015, el Oviedo estaba en Segunda B.
-Y en 2015, el Oviedo asciende a Segunda y el Sabadell baja.
-Exacto. Y antes, cuando bajamos en el 93 a Segunda B, el Oviedo ya estaba de continuo en Primera. Creo que, hasta el de esta temporada, no había visto ni un Sabadell-Real Oviedo. Es curioso, claro está. El partido tiene etiqueta de clásico pese a que casi no se ha dado en los últimos 30 años.
-Suele decir que la temporada 90/91 fue la primera que vivió de manera intensa. Aquel año, el Oviedo se clasifica para la UEFA.
-Cuando empiezas a seguir el fútbol, crees que los equipos que están en Primera en ese momento son los equipos que están siempre. No te planteas si es excepcional o no. Me ponía a ver el fútbol por la televisión y ahí estaba el Oviedo. Me compraba el álbum de cromos y ahí estaba el Oviedo. Me acuerdo mucho de Carlos y después de Mora, Bango, Oli… El Oviedo jugaba en Europa y bueno, te parecía normal. No podía calibrar si eso era extraordinario o no. Tengo muy presente la eliminatoria contra el Genoa. Tenía el recuerdo y hace unos meses la revisé. Empecé a verla y ya me sonaba ese grafismo de la retransmisión italiana, tan característica de los años 90.
-Le llamó la atención la aportación de Paco Fernández, que fue suplente en Italia y sustituyó a Carlos.
-Lo comentamos en el podcast que hacemos Raúl Fuentes y yo en MarcadorInt. Paco lo escuchó y nos escribió. Me hizo muchísima ilusión. Fue algo muy genuino, porque en el momento de ver el partido no lo relacionaba con su figura de entrenador en Segunda B. Lo conocía por lo segundo, pero no por lo primero. Estaba viendo el partido, entró un suplente para jugar de delantero y nos gustó cómo jugó. No hubo mucho más.
-El Oviedo descendió a Segunda en 2001 y comenzó el calvario. ¿Cómo veía la situación desde la distancia?
-Cuando les ocurren estas cosas a equipos de una dimensión grande, siempre pienso que tardarán más o menos, pero que volverán a la élite. Al final, un club con tanta gente a la que le importa tiene muchísimas más posibilidades de resurgir que un club que no le importa a nadie. El Deportivo de ahora en Segunda B es un buen ejemplo. Al Oviedo lo veía así, lo que me extrañó es que tardase tanto en regresar.
-Y tanto. 12 años.
-Recuerdo que se hacían muchísimos reportajes en prensa sobre todos los récords de socios o espectadores que estaba batiendo el Oviedo. Veía a 25000 aficionados en el Tartiere en un partido de Tercera y lo comparaba con nosotros, que estábamos 2500 en la Nova Creu Alta en Segunda B. Y lo nuestro ya nos parecía mucho. Me preguntaba que cómo podía ser lo del Oviedo, Además, visité la ciudad en un par de ocasiones en aquellos años. En una de ellas me invitó Pablo Longoria, actual presidente del Olympique de Marsella, y me llevó a conocer el Carlos Tartiere.
-En 2007 conoció a Michu en El Desván, bar mítico para el oviedismo y los ovetenses.
-Estábamos en Asturias porque el Sabadell se jugaba ascender a Segunda B ante el Caudal. Dormíamos en Oviedo y fuimos a tomar algo. Estaba Carles Fité, otro periodista de Sabadell, y Edu Polo, también periodista y gran aficionado del Oviedo, le había dicho que El Desván estaba muy bien y que teníamos que ir. Le hicimos caso, fuimos y allí estaba Michu. Nos lo presentaron como la gran estrella del Oviedo y hablamos un rato con él. Semanas después fichó por el Celta.
-Hablemos del partido del domingo. ¿Tiene controlado al Oviedo de Ziganda?
-A fondo solo los he visto en la Nova Creu Alta. Aquel día llegaron con muchas bajas y me gustaron. Sangalli, que nos marcó gol, hizo un muy buen partido y fue el que más me llamó la atención. Luego los he visto ratitos, pero no para tener una opinión formada. Tengo compañeros en la directiva que se ven todos los partidos de casi todos los rivales del Sabadell. El sufrimiento se multiplica por cinco. No me he querido meter tanto en esa dinámica y partidos enteros de Segunda solo veo los nuestros.
-¿Cree que el Oviedo puede sufrir para mantener la categoría?
-Ya tienen 44 puntos, eh. Tendrían que hacerlo muy mal. Sí que es verdad que, este domingo, tenemos una gran oportunidad para meterles un poco de miedo. Creo que no van a bajar, pero si sufren un par de semanas más nos vendrá bien. También te digo que veo al Oviedo un equipo muy entero y que sabe jugar sometido a esta presión.
-Ha hablado alguna vez de lo que puede condicionar la dimensión de un club en el rendimiento de los futbolistas.
-Muchas veces, este año no se ha podido ver tanto porque no hay público, la explicación de por qué hemos visto en los últimos tiempos a Leganés, Huesca o Eibar subiendo a Primera, y a gigantes como el Zaragoza quedándose lejos o al Deportivo hundiéndose, es esa presión y exigencia de las grandes plazas. En una categoría tan igualada, el no tener presión juega a tu favor. Tener una masa social grande tiene muchas cosas buenas, pero también te pone una exigencia que, si no la sabes llevar, puede ser contraproducente.
-Llevaba cinco años sin ver al Sabadell en Segunda. ¿Le ha sorprendido la categoría?
-Cuesta mucho ganar. Al principio de temporada, la sensación que tenía es que nos costaba mucho más ganar que cinco años antes. Las circunstancias son diferentes, claro. Estuvimos cuatro años en la categoría y estábamos mucho más asentados. Esta temporada nos ha impresionado un poco más la Segunda. Tenía esa sensación de «joder, qué buenos son todos».
-Conocía al VAR como periodista, pero no como aficionado.
-Le tenía mucho respeto, no sabía cómo iba a convivir con él. Hasta ahora, y toco madera, no estoy descontento. Diría que, si bajamos, el año que viene lo echaré de menos (risas). Me da una cierta tranquilidad, aunque alguna vez nos haya perjudicado. Pero pensaba que como aficionado me iba a sacar de quicio y no he tenido una sensación tan mala. Me lo esperaba mucho peor.