El técnico del conjunto madrileño, rival del Real Oviedo este domingo, charla con La Voz de Asturias sobre las exigencias de la categoría, los meses en el paro y su relación con el Cuco Ziganda
12 mar 2021 . Actualizado a las 18:50 h.Asier Garitano (Bergara, Guipúzcoa; 1969) lo es todo en el Club Deportivo Leganés. El técnico vasco aterrizó en Butarque en 2013 para competir en Segunda B y, dos temporadas después, lo llevó a Primera División. Es el entrenador más importante de la historia del club pepinero y, por eso mismo, su regreso no ha resultado nada complejo. Tras dos aventuras en la Real Sociedad y en el Deportivo Alavés, Garitano volvió a 'su casa' a finales de enero. Este domingo visita al Real Oviedo (Carlos Tartiere, 20:30 horas).
-¿Qué tal el regreso?
-Todo es más sencillo tras haber estado cinco años en el proyecto. Mismos propietarios, instalaciones, jugadores que ya tuve… El Leganés es mi casa y me siento muy cómodo.
-¿Siempre tuvo en mente volver?
-En 2018 sentí que era la hora de dejarlo. Eso sí, ambas partes sabíamos que tarde o temprano podríamos encontrarnos en el camino. Se han dado las circunstancias este año y aquí estamos otra vez.
-¿Qué pasó lejos de Butarque?
-Han sido dos experiencias muy buenas, al margen de los resultados cosechados. A la Real llegué en un momento en el que, debido al gasto en el estadio nuevo, no había posibilidades de firmar jugadores. Había que intentar sacar a la gente joven y darles la oportunidad en Primera. Gorosabel, Le Normand, Luca Sangalli, Jon Bautista… Gente que había que ponerlos en el escaparate. Y la ilusión de la Copa.
-Pero en diciembre se acabó.
-Creo que estábamos cumpliendo los objetivos. Los chavales estaban jugando y pasamos de ronda en Copa, pero la Real decidió que no siguiésemos.
-¿Y en el Alavés?
-Más de lo mismo. El objetivo era salvar al equipo y no estuvimos ni una jornada en descenso. Llegamos a tener ventajas de hasta 10 puntos sobre los tres últimos puestos. Llegó el confinamiento y, cuando nos destituyen, faltaban cuatro partidos y teníamos un colchón de cinco puntos más golaveraje. Son decisiones que se toman y hay que asumirlas, pero lo hacemos con la conciencia tranquila.
-Verano de 2020, el primero tras muchos años en el que tuvo vacaciones.
-Estuve tranquilo y la mar de bien. Acabé asqueado por el confinamiento y por la forma en la que se reanudó la competición, esos 11 partidos en mes y medio y sin pretemporada. A todos nos costó muchísimo adaptarnos. Acabé saturado y la elección fue clara para mí cuando acabó la aventura en Vitoria. Tuve ofertas para haber empezado la temporada en algún equipo, pero tenía claro que no lo iba a hacer. Desconecté, estuve con la familia y disfruté de vacaciones en agosto, algo que hacía mucho tiempo que no tenía. Eso sí, me pilló en una época mala debido a la pandemia.
-¿Qué fútbol veía cuando empezó la temporada?
-Veía todo. En un principio, mi idea era esperar a algún equipo de Primera División. En Segunda solo contemplaba al Leganés, porque es algo especial. Durante el fin de semana veía todos los partidos de Primera y Segunda que podía ver y grababa los demás para verlos por semana. Trabajar en algunos entrenamientos y analizar otras cosas, pero la idea era quedarnos en España y por eso tenía visto todo el fútbol español.
-¿Qué significa para un cuerpo técnico aterrizar en un equipo con la temporada ya empezada?
-Es la primera vez que me pasa en mi carrera. Creo que, al ser el Leganés, es mucho más sencillo que si me hubiese tocado en otro club. Hay que adaptarse, eso sí, porque es una plantilla que no has diseñado tú. Intentar adaptarse para sacar el máximo rendimiento posible.
-¿En qué aspecto trabajan más?
-Hay que tener claro hacia dónde queremos ir. Cuáles son los objetivos y explicárselos a los jugadores. Cambiando algún matiz, pero sabiendo que el equipo había hecho cosas bien. Si no las haces, en esta categoría es imposible estar entre los seis primeros. A partir de ahí, nuestro trabajo era mejorar lo que ya se había hecho correctamente. Y en ello estamos.
-Cinco victorias consecutivas para empezar. ¿Existe el ‘efecto gaseosa'?
-A veces pasa, está claro. Pero es muy complicado encadenar esta racha en Segunda División. El primer día, ante el Lugo, nos centramos en cortar la mala dinámica y a partir de ahí centrarnos en cada fin de semana.
-El gran objetivo es alcanzar a Mallorca, Almería y Espanyol.
-La dificultad es grande porque hay que recortar puntos a varios equipos que están haciendo una temporada sensacional. Además, recortar en las segundas vueltas es muy, muy complicado. Todo cuesta más, la gente de abajo cada vez saca más puntos y los objetivos se aclaran para todos. Estamos en el camino, veremos a dónde llegamos.
-¿Qué Segunda División se ha encontrado?
-Sigue siendo una categoría muy competitiva, con buenos jugadores y, sobre todo, con grandes entrenadores que te hacen pensar mucho. Hay trabajo detrás. A nivel de juego, no hay muchas diferencias entre el que va primero y el que va abajo. Las plantillas se notan a larga, pero en el día a día, no se nota tanto como la gente cree. En Primera, por ejemplo, se nota muchísimo más.
-¿La gran diferencia con su primer proyecto en el Leganés es que la plantilla actual es una de las más poderosas de la categoría?
-Bueno, pero porque la gente identifica los presupuestos y la clasificación basada en el límite salarial al talento que tiene cada equipo. Cuando ascendemos en 2016, por salarios igual no, pero por calidad era una plantilla muy potente. Elegimos a los jugadores. Unai Bustinza, por ejemplo, venía de ser titular con el Athletic en la final de Copa. Gabriel Pires venía de la Juventus. Jorge Miramón fíjate ahora dónde está. O Rubén Peña. O Pablo Insúa. Aquella plantilla que conseguimos confeccionar era muy fuerte. Desde el primer día, el objetivo era estar con los mejores.
-¿Y eso lo pensaban el resto de los equipos?
-Creo que tardaron poco en ver que el Lega iba fuerte. A Gabriel, por ejemplo, igual no le conocían, pero tras verlo un par de partidos ya se sabía que la categoría se le quedaba muy pequeña. Ahora está en el Benfica.
-«En Segunda, la ciudad y el club estaban contentos», dijo tras ascender hace cinco años. Y ahora, ¿está contento el club y la ciudad?
-Deberían estarlo. Creo que el Leganés tiene que estar contento por jugar en el fútbol profesional. Lo que pasa es que la ambición, tras estos años, va a más. El objetivo ya no es estar en Segunda, es volver a Primera. Pero para el Leganés no puede ser un suplicio estar en Segunda División. El Leganés no lo puede pasar mal en esta categoría. Competimos contra clubes y ciudades muy importantes: Zaragoza, Mallorca, Espanyol, Oviedo, Sporting, Málaga… ¿Que queremos ir un poco más arriba? Sí, pero no desde el desánimo.
-¿El entorno piensa lo mismo?
-Habrá de todo, supongo, pero yo tengo claro dónde estoy y cómo es este club. Ese debe ser el mensaje, aunque luego cada uno tenga su opinión.
-En la 15/16, temporada del ascenso a Primera, el filial del Leganés estaba en Preferente. ¿Ha mejorado el club en dicho aspecto?
-Hay una estructura diferente. Tenemos un filial potente en Tercera, que va líder y tiene el objetivo de ascender. El club ya tiene más posibilidades de traer gente de fuera e intentar competir con otros clubes y tenemos una ciudad deportiva muy funcional. Eso se queda aquí para siempre. Ascender a Primera te permite mejorar al club y creo que el Leganés aprovechó muy bien los cuatro años, había mucho margen de mejora. Y sigue creciendo.
-Este domingo, cinco años después, regresan al Carlos Tartiere. ¿Qué recuerdo tiene de aquel 0-1?
-Fue importante porque quedaba muy poco. Era un partido entre semana y jugábamos después del Nàstic, que había ganado. Nosotros teníamos que hacer lo mismo. Jugamos un partido serio y nos pusimos por delante ante un gran Oviedo. Ellos pudieron empatar de penalti, pero Serantes lo paró. Ganamos y el ascenso siguió dependiendo de nosotros.
-Se desplazaron casi medio millar de aficionados pepineros. ¿Fue un partido que marcó la historia reciente del Leganés?
-Era el momento del club, seguramente. La gente pensó que había que estar ahí porque igual a estos les daba por subir [risas]. Una pena que ahora no puedan repetir ese desplazamiento a Oviedo, pero hay que adaptarse.
-¿Se acostumbra uno a lo del fútbol sin gente?
-Qué va. No influye a la hora de preparar los partidos, pero todo lo que se vive durante el fin de semana no tiene nada que ver con lo de antes. Es un fútbol más frío, diferente. La esencia de todo este espectáculo es la gente y, cuando no está, falta lo más importante.
-¿Le sorprende que cinco temporadas después el Real Oviedo todavía no haya pisado un playoff?
-Tampoco había muchas diferencias entre aquel Leganés que ascendió con el Oviedo que se acabó descolgando. Y así cada año. El Oviedo, como club, lo tiene todo, pero la categoría es así. Cuando empieza la temporada, la gran mayoría de los 22 equipos aspira a estar arriba. Luego acaba la primera vuelta, miras a la tabla y ya cada uno se pone el objetivo.
-El Oviedo de Ziganda.
-Es un equipo muy bien trabajado y con un gran entrenador. Han tenido sus momentos esta temporada y ahora están cogiendo otra buena dinámica. La plantilla está formada por gente de mucha experiencia y jóvenes de talento como Borja o Nahuel. Jóvenes que ya son muy conocidos, ojo.
-¿Conoce al Cuco?
-Tenemos una muy buena relación. Me ayudó con varios jugadores cuando yo estaba aquí y él en el Athletic. Nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. Me alegrará verlo y saludarlo otra vez.