Alfredo Ortuño, delantero del Albacete y exjugador azul, repasa para La Voz de Asturias sus meses en la capital del Principado junto al técnico navarro
19 feb 2021 . Actualizado a las 11:59 h.La noticia saltaba en la tarde del 18 de febrero, pero de 2020: el Real Oviedo despedía a Javi Rozada como entrenador del primer equipo. Tres días después de caer en casa ante el Alcorcón, el club azul tomaba una decisión drástica y se jugaba la salvación a una última carta. El Oviedo, por entonces, sumaba 29 puntos y ocupaba puestos de descenso. La decisión de Francesc Arnau y el Grupo Carso no tardaría en conocerse ya que, a las 21:30 horas del mismo martes, José Ángel Ziganda era nombrado nuevo técnico de la nave carbayona.
Así empezaba la historia del Cuco en la capital del Principado. Hoy, un año después de su llegada, toca repasar estos 366 días liderando al primer equipo azul. Para ello, LA VOZ DE ASTURIAS habla con Alfredo Ortuño, delantero del Real Oviedo en la 19/20, y ahora jugador del Albacete. El ariete murciano, pichichi de los azules el pasado curso, repasa los meses que pasó a las órdenes de Ziganda, desde aquel primer partido en Lugo hasta su perspectiva de este nuevo Oviedo, pasando por la llegada del coronavirus.
El duro comienzo
«Pensé en que ya podía acertar en todas las decisiones que tomase, porque lo necesitábamos para salvarnos. Quedaba mucha temporada, pero había que acertar», afirma Alfredo Ortuño al ser preguntado por cómo reaccionó a la noticia de la llegada del Cuco. Cuatro días de trabajo en El Requexón y a jugar, esa fue la hoja de ruta de la primera semana. ¿El escenario? El Anxo Carro de Lugo, otro equipo inmerso de lleno en la zona baja de la tabla.
El Oviedo, en un encuentro presenciado por varios miles de oviedistas, cayó por la mínima y mostró una de sus peores caras del curso. A la salida del estadio, la afición mostró su enfado. El momento era crítico, pero Ziganda, más zen que nunca, calmó los ánimos en rueda de prensa. «Siempre lo vi muy tranquilo. En una semana era muy difícil que los jugadores nos adaptemos al entrenador y viceversa. Estábamos en un momento muy malo, desde lo anímico hasta lo futbolístico. Todo malo. Tras la derrota el mensaje fue el mismo».
Primer partido en el Carlos Tartiere y otra final, esta vez ante el Tenerife. Quedaban dos semanas para que todos los españoles se tuviesen que encerrar en sus casas debido a un virus que, hasta ese momento, solo lo conocían de oídas, pero la vida transcurría con normalidad. Aquel 1 de marzo, Rodri Ríos insufló vida al Oviedo al marcar un penalti rozando el minuto 90. Tres puntos y a seguir.
La «explosión» en Almendralejo y el confinamiento
Camino de la tercera semana al frente del Oviedo, José Ángel Ziganda moldeaba su idea futbolística en El Requexón. Ya no solo era un tema anímico, también había que revivir al equipo a partir del balón. «Quería que apretásemos al rival a partir de tres cuartos de campo. Veía que éramos un equipo muy largo y ancho y quería corregir eso. Jugar más juntos y cuando fuésemos arriba que fuésemos en bloque. A partir del orden, que fuesen pasando cosas», explica Ortuño.
En Almendralejo, tercer partido del Cuco en el conjunto azul, se disputó otra final. El Francisco de la Hera a rebosar y un rival que también se jugaba mucho. El ambiente era de playoff. Y el Oviedo se creció. «Tras dos o tres semanas trabajando la idea se empezaron a ver cosas ante el Extremadura. El equipo explotó aquel día, por decirlo de una manera», cuenta el exdelantero carbayón. Victoria por la mínima, 1-2, pero sensación de que aquel equipo ya estaba listo para competir ante cualquiera.
A los azules les tocaba recibir, de manera consecutiva, a Ponferradina y Deportivo de la Coruña. Momento ideal para, con la ayuda del municipal ovetense, dejar atrás la zona de peligro. Pero todo cambió. Confinamiento y suspensión del fútbol. Ziganda y Bingen Arostegi tan solo habían dirigido 19 sesiones de entrenamiento en El Requexón. «No nos conocía casi nada, es así», afirma Alfredo Ortuño. Las videollamadas pasaron a ser la tónica habitual de la plantilla azul.
En medio de toda la incertidumbre que rodeaba a la vida en general y al fútbol en particular, el Cuco quería jugar. Y no era algo que pensase todo el mundo. «Siempre tuvo muchas ganas de que volviese la competición. Había mucha gente que no lo tenía tan claro, pero él era uno de los que sí. Y eso que nuestra situación no era para nada cómoda, nos hubiésemos salvado en el caso de finalizar la temporada en ese momento», asegura el delantero murciano, ahora en el Albacete.
El regreso de la competición y un tramo final impecable
La Liga volvió y el Real Oviedo se salvó en el césped, una misión para nada sencilla. Cada vez que el conjunto azul empataba o perdía, la sensación era que ya estaba, de que los azules estaban en el pozo, pero lo cierto es que la puntuación fue digna de ascenso directo. El Oviedo disputó 11 partidos y ganó 5, empató 3 y perdió otros 3. La última derrota, por cierto, llegó cuando el equipo ya estaba salvado.
«Es que hicimos números de ascenso. Pero era lo que teníamos que hacer, el Deportivo bajó con 51 puntos. Llevo muchos años en la categoría y eso solo lo he visto un par de veces. Son muchísimos puntos. Todos nos creímos la idea que el Cuco quería implantar, esa fue la clave de la recta final», explica Ortuño.
Las rotaciones fueron una de las claves de esa recta final. Se jugaba cada tres días y Ziganda, curiosamente a diferencia de la presente temporada, no tuvo más remedio que dosificar su plantilla. Empezando por el propio Alfredo Ortuño, pichichi del equipo: «Los jugadores siempre queremos jugar, es así. Yo me calentaba cuando rotaba, pero luego lo pensaba y comprendía que seguramente eso era lo mejor para aguantar toda esa recta final. Tuvo su mano izquierda. Los compañeros igual se enfadaban en el momento, pero sabían que era lo que tocaba».
«Metí un par de goles por consejos suyos, me explicó varios movimientos que me podían facilitar el tener ocasiones y así fue. Uno de ellos fue ante Las Palmas. Me enseñó cosas que no sabía y eso no es tan habitual», añade el delantero murciano.
Poco a poco hasta llegar a La Romareda, donde el equipo dio el golpe casi definitivo al vencer por 2-4. Semanas antes, una carrera de Borja Sánchez, ya en la memoria de todo el oviedismo, sirvió para llevarse el derbi en El Molinón. Victoria en Zaragoza y en casa ante el Racing. Salvados con una jornada de antelación, algo impensable a mediados de febrero.
La temporada 20/21: otro escenario
Remodelación de la plantilla, salida de futbolistas claves en la salvación y volver a empezar. La renovación de José Ángel Ziganda estaba cantada y se anunció horas después de que finalizase la temporada para los azules en el Martínez Valero de Elche. Pretemporada mediante, algo que no tuvo en los primeros meses en la capital del Principado, el Cuco comenzó a trabajar en su nuevo Oviedo. Y lo sigue haciendo.
«Veo un Oviedo similar al del curso pasado, sobre todo de idea global. Veo los partidos y en muchas acciones pienso en que eso me lo pedía a mí y eso otro se lo pedía a otro. Les está faltando ese pelín de suerte que en esta categoría te marca estar cuatro puestos más arriba o abajo», comenta Ortuño desde Albacete. Los manchegos, por cierto, son antepenúltimos con 24 puntos. 7 más tiene el Oviedo.
Ziganda celebró el pasado lunes su aniversario con una victoria vital ante el Lugo, sin duda alguna, de las más importantes desde que está en el club azul. Recuperar las sensaciones, el Oviedo fue uno de los equipos que mejor jugó de la primera vuelta, y acompañarlas con los resultados, esa es la misión del Cuco para los próximos meses. Su renovación, a poco más tres meses para que finalice el curso, es un misterio. «Creo que todavía hay tiempo para que puedan tener un final de temporada chulo», finaliza Ortuño.