Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo ante la UD Logroñés
27 ene 2021 . Actualizado a las 11:39 h.El Real Oviedo jugó un mal partido en Las Gaunas. ¿Tuvo las ocasiones más claras del encuentro e incluso le anularon un gol? Sí, pero, jugó mal igualmente. El equipo de José Ángel Ziganda, ante la UD Logroñés, no se pareció al de las 21 jornadas anteriores. Y eso, además de dejar pasar una buena oportunidad de engancharse a la zona alta de la tabla, fue lo que más chirrió de la cita del domingo en tierras riojanas.
Una presión poco reconocible
El partido, desde el primer minuto, fue todo lo contrario a una oda al vértigo y al ritmo alto. El Logroñés asumió el reto de llevar la iniciativa y lo hizo a su manera, con una circulación lenta y demasiado previsible. Aun así, la presión del Oviedo fue tan inocente y poco eficiente que los riojanos se plantaron varias veces en zona de tres cuartos. Leschuk y Rodri no apretaban a los centrales rojiblancos, pero tampoco cerraban la línea de pase a uno de los pivotes que esperaba en la siguiente línea. El resto del equipo azul no daba un paso hacia adelante y aparecían los espacios.
Cuando la UD Logroñés superaba esa sorprendente mala presión del Oviedo, entraba en escena Paulino. El extremo derecho fue, con diferencia, el mejor jugador de los riojanos durante el primer tiempo. Zurdo jugando a pierna cambiada, Mossa no le tapaba la salida hacia dentro y permitía al centrocampista cántabro ver la jugada de cara y encontrar a Leo Ruiz y David González. Esta fue la única arma realmente peligrosa del equipo de Sergio Rodríguez durante todo el primer tiempo.
Ni en corto ni en largo
Si la presión de los azules era mala, la salida de balón no se quedaba atrás. No suele ser habitual en la presente temporada ver a un Oviedo con tantas dificultades para buscarle las cosquillas a su rival. No había paciencia para esperar la mejor opción en el juego corto y, cuando surgía por los movimientos de Nahuel, Sangalli o el doble pivote, el control o el primer pase no eran buenos. Pocas ideas y poco acierto en las acciones técnicas, un cóctel difícil de digerir.
El juego directo, ese recurso que lo es todo en este Oviedo desde que Blanco Leschuk es su delantero, tampoco funcionaba. Los envíos eran imprecisos o estaban mal dirigidos, algo que complicaba y mucho las recepciones de Leschuk. El argentino tampoco estaba acertado, pero cuando le encontraban sí había visos de continuidad en la jugada. Nada salía bien durante la primera media hora del partido. La acción de la imagen inferior, en la que Arribas opta por mandar un balón a tierra de nadie cuando Jimmy estaba preparado para recibir en corto, es un buen ejemplo de lo que estaba sucediendo en Las Gaunas.
Paciencia + Nieto, suficiente
Tras demasiados intentos en largo, Jimmy se acercó un poco más a Arribas y Christian, la paciencia creció en el juego azul y el balón se fue acercando al área de Dani Giménez. Eso sí, Juanjo Nieto fue el primer gran agitador del partido. Con sus malas decisiones en campo contrario y sus imprecisiones en el pase, sí, pero el lateral castellonense creaba peligro cada vez que arrancaba y eso era oro en un partido tan gris como el que se estaba disputando.
La primera ocasión clara del partido, de hecho, nació de ambos factores. Primero, Jimmy participa en la salida de balón, junta a Mossa y Nahuel en la izquierda y el balón acaba en el otro lado, en Arribas. En dicha combinación, el Oviedo desactivó a cinco jugadores del Logroñés. Sangalli recibió en la derecha y Nieto, gracias a un regate sin balón, se inventó la ocasión al plantarse en la línea de fondo. Solo el palo evitó el 0-1.
El soriano completó su triplete de ocasiones minutos después. Primero, tras una pérdida en campo propio del Logroñés que acabó en las botas de Rodri tras una combinación entre Leschuk y Sangalli. El disparo del '9' azul se fue desviado. Ya en el 45', otra acción de Nieto por la derecha acabó en el remate a la red de Rodri, anulado por fuera de juego.
Sangalli en el flanco izquierdo
Los primeros diez minutos del segundo tiempo se parecieron mucho, para desgracia del Oviedo, a los del inicio del partido. La circulación de balón volvió a ser pesada y previsible y ningún jugador azul estaba acertado en el control y pase. El Logroñés, por su parte, amenazaba cada vez menos el área de Femenías y la ocasión de David González en la acción en la que se lesionó Arribas fue la más peligrosa del segundo tramo. La presencia de Lucas, un diestro, en el lateral zurdo fue un acierto por parte del Cuco, ya que frenó la ascendencia de Paulino en el encuentro.
Rondando el 60', el Oviedo fue a más. La presión carbayona en campo rival ganó en agresividad y Sangalli, tras un robo en un saque de banda de los locales, pudo marcar el 0-1. El extremo donostiarra, desaparecido en el primer tiempo, comenzó a aparecer en el flanco izquierdo y, juntándose a Nahuel y Lucas, llegaron los mejores momentos del Oviedo en el partido. Así llegó la ocasión que acabó con un disparo acrobático de Rodri.
El Oviedo sin Leschuk
Fue entonces cuando Ziganda movió el banquillo. Leschuk y Rodri fuera, Valle y Borja Sánchez dentro. Nahuel pasó al carril central y el Cuco optó por jugar con una delantera muy móvil, sin referencia fija entre centrales e ideales para un ataque dinámico en campo rival. El problema era que, al menos en Las Gaunas, el ataque del Oviedo fue todo lo contrario a lo que se entiende por dinámico.
Los azules seguían sin instalarse en campo rival y, cuando la salida de balón se complicaba, la primera línea optaba por el juego directo. ¿Qué pasaba? Que ya no estaba Leschuk. Ya puede estar desacertado el argentino, pero sin él, este equipo pierde muchas de sus virtudes. El cambio se produjo en el 73' y el Oviedo, salvo por una acción individual de Nieto rozando el descuento, no volvió a poner en peligro la portería de Dani Giménez.
Ese último tramo del encuentro, difícil de explicar en el cuadro carbayón, se define a la perfección en un balón parado desde campo propio que Grippo decide jugar en largo. Gorka, central de los locales, acababa de entrar para formar una defensa de cinco. El balón, tras una disputa en donde Valle y Nahuel estaban en clara desventaja, acabó en botas de los jugadores rojiblancos.