Los madrileños brillan por su exuberancia física y su capacidad para el duelo individual
21 nov 2020 . Actualizado a las 10:06 h.Ya dio la sorpresa siendo un recién llegado. Solo la explosión de positivos por coronavirus frenó a un equipo que parecía destinado a disputar el playoff. El Fuenlabrada de José Ramón Sandoval dependía de sí mismo para luchar por el ascenso, pero todo se torció horas antes de aquel choque en Riazor.
Tras un verano convulso en el que encontraron la ayuda de Javier Tebas para evitar más problemas, el conjunto madrileño arrancó la temporada como la terminó, en la zona alta. De la mano de José Ramón Sandoval han encontrado su seña de identidad con un fútbol físico que les permite doblegar a sus oponentes.
El Fuenlabrada es un equipo que exhibe músculo y choque. La altura media de su once inicial llega hasta los 1,82 metros, exactamente lo mismo que el Real Oviedo, pero de otra pasta.
Según datos recogidos por OPTA, el Fuenlabrada es el líder de la categoría en al menos siete categorías estadísticas. Una salvajada. Todas ellas tienen que ver con el choque, la lucha y la disputa física del balón. Así, los madrileños son el conjunto que más duelos uno contra uno gana sobre la posesión del balón en el césped. En total, 959 por los 905 que acumula el Real Oviedo.
Del mismo modo, los de Sandoval también lideran la Segunda en tarjetas amarillas. Hasta 34 amonestaciones han visto en estas primeras 12 jornadas. Los del Principado, por su parte, suman 32. También son el equipo que más entradas hace (195) y el que mejor porcentaje acumula de entradas que derivan en recuperación del balón. Un 68,72% por el 62,89% de los asturianos.
Para terminar, los madrileños también destacan en entradas que terminan en recuperación del balón (134), en balones disputados (1.442) y en balones disputados donde se gana la posesión (738).
Un equipo físico que sabe llevar a su terreno cada partido que ha disputado esta temporada. José Ramón Sandoval ha sabido conjuntar una plantilla que condiciona el juego del rival, que apuesta por partidos ásperos, de choque y fricción. Uno de esos conjuntos a los que es tremendamente difícil «meterles mano».