El delantero del Real Oviedo estrenó su cuenta ante el Zaragoza y, tras batir a Álvaro Ratón, se acordó de un buen amigo
15 nov 2020 . Actualizado a las 10:45 h.Ocho jornadas de sequía son demasiadas y, a pesar del buen juego mostrado, Gustavo Blanco Leschuk necesitaba el gol. Se vio cuando en Las Palmas tiró un penalti que, en circunstancias normales, hubiese sido para Tejera. Se vio cuando el Cuco, con 3-0 en el marcador y el partido resuelto ante el Castellón, lo mantuvo en el campo con la esperanza de que el argentino viese puerta. Pero tuvo que ser en La Romareda.
Tras mandar a la red el envío de Tejera desde la banda izquierda, el ariete argentino ya esbozaba una amplia sonrisa mientras corría a abrazar al capitán del Real Oviedo. Sus compañeros, que llevan alabando su trabajo desde que aterrizó en el vestuario azul, llegaron pronto para abrazar a su delantero. Christian, chocando su cabeza contra la del Tiburón durante varios segundos, fue el más efusivo.
Cuando la celebración se fue diluyendo, Leschuk tenía una cuenta en pendiente. El de Mendoza aprovechó el fin de los abrazos para formar una T con las manos. T de Tiburón, se podría pensar. Pero no. T de Tomás, uno de los amigos que el delantero del Real Oviedo ha hecho en estos meses en la capital del Principado.
Tomás, ovetense y oviedista, fue uno de los que lo animaba por semana, mandándole mensajes de whatsapp en los que le aseguraba que iba a marcar. Y lo hizo. La retransmisión televisiva no captó el momento, pero Gustavo Blanco Leschuk cumplió con su amigo. Para él fue el primer gol del Tiburón en el Real Oviedo.