El centrocampista, ahora en el Burgos, analiza lo sucedido en enero. «Fue una situación bastante incómoda, pero son cosas que pasan en el fútbol»
21 may 2020 . Actualizado a las 19:59 h.La profunda reestructuración que vivió el Real Oviedo Vetusta el pasado verano no afectó a Roberto Alarcón. El centrocampista murciano había llegado el verano de 2018 al filial azul y se convirtió en un jugador importante para Javi Rozada. Quizá no al nivel de otros como Ernesto, Borja Sánchez o Lucas Ahijado, pero Alarcón acumuló minutos y realizó una gran recta final de campeonato. Por ello, Rozada quiso contar con él.
«Tenía alguna oferta importante, pero el club y el míster pusieron mucho interés. Creí que era una buena oportunidad para hacer una buena temporada y tirar del equipo», comenta Alarcón a LA VOZ DE ASTURIAS. Tras la marcha de muchos de los pesos pesados del filial, unos al primer equipo y otros al fútbol profesional, el murciano apostó por liderar al Vetusta en su segunda aventura consecutiva en Segunda B. Y se notó desde el principio. El centrocampista, segundo capitán tras Josín, era indispensable en el once azul, participaba más en el juego e incluso aportaba goles, doblando su marca del curso pasado (sumó seis tantos) en poco más de una vuelta.
«Me alegré mucho por él, se lo merecía tras el trabajo en el Vetusta. Yo seguí a lo mío, intentando ayudar al equipo. Después, que pasará lo que tuviese que pasar», dice Alarcón tras ser preguntado por el ascenso de Javi Rozada al primer equipo. Llegó Emilio Cañedo y, aunque costó al principio, el filial se sobrepuso al mal momento: «Tuvo mucho contacto con el vestuario y nos transmitió tranquilidad», afirma el murciano.
A mediados de enero, con el mercado de invierno en plena ebullición y Francesc Arnau instalado en los despachos del Carlos Tartiere, Roberto Alarcón rescindía con el Real Oviedo y fichaba por el Burgos. «Se dieron una serie de circunstancias con el Oviedo y aparecieron ellos. Se interesaron mucho en que fuera para allá y lo agradecí. No me lo pensé demasiado», explica el futbolista de 26 años.
La marcha repentina de uno de los futbolistas más importantes del Vetusta sorprendió, pero pronto se resolvieron las incógnitas. «Al comienzo del mercado de invierno no me planteaba salir del Oviedo, estaba a gusto», cuenta Alarcón. Días después salió a la luz que el murciano tenía una cláusula en su contrato por la que, si jugaba una serie de encuentros en el Vetusta, tendría contrato con el primer equipo en la 20/21. Y la dirección deportiva carbayona tuvo que tomar una decisión. «Es cierto que tenía esa cláusula. Fue una situación bastante incómoda, pero son cosas que pasan en el fútbol», explica el actual futbolista del Burgos.
«Si acepté quedarme en el Vetusta era para hacerlo lo mejor posible y tener la oportunidad de subir al primer equipo. Siempre intento trabajar para conseguir el máximo. Hice todo lo posible, intenté estar a mi mejor nivel para tener la oportunidad esta misma temporada o en la siguiente. Sabía que era complicado porque no es un salto fácil. Me centraba en lo mío y el resto ya dependía de los demás», continúa el centrocampista.
Finalmente aterrizó en el Burgos, donde tiene contrato hasta 2021. Allí, Alarcón lo jugó todo desde que llegó y fue clave en el resurgir del conjunto burgalés, que antes de que parase el fútbol a causa del coronavirus buscaba engancharse al tren del playoff.
Michu, director deportivo de los blanquinegros y exsecretario técnico del Real Oviedo, fue clave en su llegada: «Había otros dos equipos que también se interesaron mucho, pero el Burgos fue el más contundente. Michu puso mucho de su parte y no me lo pensé demasiado», concluye el centrocampista. Róber Alarcón pasó el confinamiento en Murcia, su tierra, y tras la finalización de la Segunda B ya prepara la próxima temporada en El Plantío.