Analizamos en cinco claves la derrota de los carbayones ante el Fuenlabrada
02 sep 2019 . Actualizado a las 18:15 h.Nuevo rival, esquema diferente y hasta cuatro cambios en el once, pero mismo resultado. El Real Oviedo tiene un problema cuya solución, de momento, no depende de los jugadores que estén sobre el césped. La de Sergio Egea es una plantilla que más pronto que tarde deberá ser un equipo, porque de no ser así la Segunda División no perdona. El punto conseguido de nueve posibles no es lo más negativo de este inicio de temporada y el partido en Fuenlabrada es otra prueba más de ello.
Mere Hermoso lo tenía claro
Pese a que Jimmy aportó cordura en los primeros instantes del partido, el Real Oviedo volvió a ser un conjunto endeble ante el Fuenlabrada. A los madrileños, con el mismo once que consiguió el ascenso y una idea muy clara de lo que quieren ser (más o menos bien ejecutada), les bastó muy poco para comenzar a merodear el área de Alfonso Herrero.
Los de Mere Hermoso, cuando tenían el balón, pasaban a un 3-4-2-1 en el que Antonio Cristian, lateral izquierdo, se situaba de central e Iribas, lateral derecho, ocupaba dicho flanco. Hugo Fraile se metía por dentro y junto al potente Nteka esperaban su oportunidad a la espalda del doble pivote azul. La primera ocasión para los locales llegó así y el córner que precedió al tanto también nació de la misma manera.
La importancia de Ortuño
El juego de espaldas y el poderío aéreo de Alfredo Ortuño, que en principio debería ser un recurso más y no la idea en la que se basase el juego del Real Oviedo, está siendo el único argumento fiable del conjunto de Sergio Egea. La primera gran ocasión del partido fue para los azules y la provocó el delantero: pelotazo de Alfonso Herrero y el de Yecla, tras superar en el salto a Prieto, peina un balón que Sangalli, tras un error de entendimiento entre Juanma y Antonio Christian, no consigue convertir en el 0-1.
El murciano, siempre en inferioridad, lograba aguantar balones y buscaba asentar a su equipo en campo rival, pero la ayuda casi nunca llegaba. Solo veía la luz cuando Mossa se incorporaba de vez en cuando y formaban junto a Saúl un triángulo en la izquierda. Mientras, el Oviedo era incapaz de generar algo entre líneas. Eso sí, en una falta sacada por Omar, el balón le cayó a Tejera y el catalán gozó de la segunda ocasión más clara del primer tiempo, pero Biel Ribas volvió a ganar.
Los goles y las ventajas inexistentes
En menos de 15 el marcador se movió para ambos bandos. Jeisson, muy activo durante el primer tiempo, se aprovechaba de la indolente defensa en zona del Real Oviedo para marcar el 1-0. El Fuenlabrada amagó con hacer más sangre, pero el cabezazo de Prieto se estrelló en el poste. Con la cabeza fue justamente como Alfredo Ortuño logró el empate, rematando a la perfección un muy buen centro de Diegui Johannesson. El canterano fue el lateral azul que más peligro creó y dejó un primer tiempo muy correcto dada su compleja situación en el equipo.
Al Fuenlabrada, que ni mucho menos realizó su mejor partido, le bastaba una presión básica para evitar que el Real Oviedo saliese con el balón controlado y encontrase a Saúl Berjón. Un bloque solidario y una marca pegajosa era suficiente para que ningún jugador carbayón recibiese de cara a portería rival o con algún centímetro de ventaja. Las alturas no estaban definidas y el juego de los de Egea era plano, casi inexistente cerca del área de Biel Ribas.
Un segundo tiempo casi sin sobresaltos
Tras el descanso el juego fluido no apareció por el Fernando Torres y ambos equipos se medían en busca de una ventaja definitiva. El Fuenlabrada, con un plan establecido pero sin la precisión para ejecutarlo, rozó el 2-1 de nuevo a balón parado, pero Alfonso Herrero lució reflejos.
Por su parte, el Oviedo seguía en las mismas y a la falta de un plan global había que añadir el poco acierto de Saúl, Sangalli (perdido por el pasillo interior), Tejera y Omar, futbolistas claves en el ataque azul. Solo Ortuño respondía. Egea dio entrada a Yoel Bárcenas con más de media hora por delante y apostó por Lolo, que si bien dio músculo aéreo sufría con balón.
Anderson para rematar
Cuando el partido estaba muriéndose empezaron a pasar cosas. Bárcenas gozó de la mejor ocasión del segundo tiempo después de que Ortuño peinase el enésimo balón largo, pero el Oviedo se volvió a encontrar con Biel Ribas. Poco después, la famosa nueva regla del tendón de Aquiles que tanto debate está generando en Primera caía con todo su peso sobre Sergio Tejera, que era expulsado a poco más de cinco minutos para el final.
Y Anderson apareció. Fallo en cadena de Javi Fernández y Arribas, no demasiado contundentes durante los 90 minutos, y el angoleño define ante Alfonso tras bajar el balón casi en el área pequeña. Tercer encuentro seguido en el que el Real Oviedo recibe un tanto más allá del 85'.
Acaba de finalizar agosto y los problemas son una constante en prácticamente la totalidad de la categoría. Es algo lógico y normal cuando los equipos todavía están en su fase de construcción. El problema aparece cuando no se tienen claros los cimientos. Para empezar a levantar algo fiable, el Real Oviedo debe ser qué quiere hacer y cómo lograrlo.