El Carlos Tartiere superó los 15.000 espectadores por tercera vez en el curso y sufrió un duro golpe en el descuento
04 mar 2019 . Actualizado a las 12:30 h.El Carlos Tartiere tenía ganas de fútbol. Los típicos bares donde el oviedismo toma algo antes de marchar hacia el estadio estaban llenos y el municipal ovetense presentaba un trasiego de gente importante cuando todavía quedaba una hora para el pitido inicial. El día primaveral y el horario razonable (algo que no pasa mucho) hicieron el resto.
Por tercera vez en el presente curso (Sporting y Reus las anteriores), más de 15.000 espectadores poblaban las gradas del estadio carbayón. En concreto, 15.655. El público comenzó el encuentro con ganas y Viti, con una jugada personal que provocó un córner en los primeros minutos, daba argumentos para que se mantuviese el bullicio.
Tejera llevó el delirio a las gradas a la media hora de encuentro y, con la fuerza del gol, el camino hasta los vestuarios fue uno de los más felices de la temporada. Pero el marcador solo reflejaba un 1-0 y de las penurias del fútbol el oviedismo sabe mucho. La insulsa segunda parte afectó también al ambiente y, salvo el Fondo Norte, las manos se usaban más para morder uñas que para acompañar los cánticos.
El tanto de Vieira fue un mazazo. Seguramente, uno los goles que más helado han dejado al Carlos Tartiere en los últimos años. No había pitos y nadie recriminaba nada a nadie. Solo silencio. Un silencio atronador, diría. Los jugadores del Real Oviedo, con las caras tan largas como sus defensores de la grada, enfilaron el túnel como si hubiesen perdido 0-3. Toca seguir.